Los perros de intervención, aliados en la lucha contra el autismo
El 2 de abril se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, una afección neurológica que, en la actualidad, afecta a más de 7 millones de personas en Europa y a más 450.000 en España, una cifra que se eleva a muchos más casos al sumar el impacto que este trastorno produce en cada una de las familias.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista (TEA), lo que hace que unos 50.000 jóvenes en edad escolar padezcan este problema en el país. Por ello, la Cátedra Animales y Sociedad de la URJC pone en valor la labor que realizan los perros de intervención y de asistencia para ayudar a los niños con TEA y cómo ayudan a mejorar su seguridad y autonomía, logrando que alcancen una mayor calidad de vida.
“En estos casos, mediante la terapia o la educación asistida con animales, se trabaja para lograr una estimulación cognitiva, física y comunicativa, así como para desarrollar y afianzar aprendizajes, trabajando la autonomía personal y consiguiendo una mejora en las relaciones interpersonales”, explica Nuria Máximo, directora de la Cátedra Animales y Sociedad de la URJC.
De esta forma, a pesar de que este trastorno del neurodesarrollo no tiene cura, las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA) realizadas en este ámbito logran grandes beneficios a nivel psicológico, cognitivo y psicomotriz, ayudando a mejorar la comunicación, socialización y atención de las personas afectadas, así como la autoeficacia, la motivación para participar y la mejora de las conexiones emocionales con otros miembros de la familia consiguiendo, por tanto, repercutir en el bienestar emocional de los niños implicados y reducir sus niveles de estrés.
Basándose en la participación del terapeuta o profesional de la salud, el técnico en intervenciones asistidas con animales, el perro y el menor, estas sesiones trabajan cuestiones como el contacto visual, las habilidades de comunicación verbal y no verbal, la socialización en cuanto a comprensión de emociones sobre la interacción, el respeto de normas, la memoria, la atención, las habilidades de motricidad fina y gruesa, la estimulación sensorial, la reducción de conductas disruptivas o cómo tolerar tiempos de espera y momentos de transición. Y, aunque no hay una edad específica para comenzar con estas terapias, es recomendable iniciarlas a edades tempranas ya que las mejorías en el desarrollo serán aún más notables debido al vínculo que se genera con los animales. También pueden ayudar a mejorar los procesos educativos y, para ello, es necesario que un profesional de este campo se especialice y trabaje en colaboración con un guía en IAA y su perro.
“Cabe señalar que este tipo de intervenciones no solo sirven para dar terapia a los niños autistas, sino que también se alzan como una herramienta de investigación. Pues a través de las mismas se comprueba si la presencia de los animales ayuda a conseguir los objetivos más rápidamente tanto con estos pacientes como con otros con diferentes diversidades funcionales, y de qué forma contribuye la presencia de los perros a mejorar su motivación, aprendizaje y adaptación. Sin duda, es fundamental dar a conocer los beneficios de estas sesiones tanto a la población en general como, fundamentalmente, a los progenitores de los menores que presentan TEA”, detalla Nuria Máximo.
Los perros de asistencia, que también reciben un entrenamiento especializado de una duración de, aproximadamente, dos años, persiguen el objetivo de asistir y responder ante cualquier necesidad de la vida cotidiana de los niños y niñas con TEA, al convivir diariamente con el usuario y sus familias, promoviendo su independencia y protegiendo su integridad física y logrando, por ende, una mejoría en su calidad de vida. A este respecto, la directora de la Cátedra Animales y Sociedad de la URJC subraya que “en estos casos, el perro se convierte en un estímulo indiscutible para el niño, ya que le ofrece un acompañamiento constante que contribuirá a que éste se sienta más seguro en todos aquellos entornos donde necesite su apoyo y que puedan producirle ansiedad. La familia, por su parte, también requerirá de una formación específica para guiar al perro de asistencia en cada actividad, algo que será igualmente fundamental para garantizar los mejores resultados tanto en el animal como en el niño”.
Así, los perros de asistencia sirven como un agente motivador que ayuda a que estos menores se integren mejor en la sociedad y a que reduzcan la frecuencia de ciertas crisis sensoriales o por frustración, convirtiéndose en un apoyo para la gestión emocional y la autorregulación; o en las conductas de fuga, a través de los anclajes ya que, cuando hay una, el perro la bloquea al sentarse o tumbarse, impidiendo que exista riesgo de escape. Esta disminución en las conductas de fuga deja entrever el papel tan primordial que tienen estos animales con respecto este tema, ya que hasta el 50% de los niños que poseen un trastorno del espectro autista intentan escaparse de forma habitual, un porcentaje cuatro veces superior al de aquellos que no tienen autismo.
Por último, estos animales facilitan que los niños con TEA puedan realizar actividades cotidianas o de ocio como ir al cine, hacer la compra o dar paseos más fluidos y relajados, a la vez que contribuyen a mejorar los patrones de sueño, así como a reducir las estereotipias que se dan como pueden ser movimientos, posturas, repeticiones de sílabas o palabras, o balanceos. “Es esencial reconocer su papel en la sociedad y recordar que deben ser un miembro más de la familia”, recalca Nuria Máximo.