La huella de carbono en materiales de cerramientos y en las empresas fabricantes
22 de noviembre de 2011
La eficiencia energética es un aspecto cada vez más valorado y la sostenibilidad, un claro argumento de venta. La eficiencia energética se ha abordado claramente, con un documento del CTE y con la exigencia del Marcado CE de ventanas que establece la obligación de declarar las prestaciones para garantizar la eficacia. Incluso, en algunas comunidades autónomas, se ha establecido una clasificación energética de edificios que incentiva el uso de energías renovables, particularmente biomasa. Sin embargo, el gasto energético asociado al uso de los materiales no se contempla de momento en ningún sitio, a pesar de que es mucho más relevante que muchas de las actuaciones de eficiencia energética y mucho más barato —de hecho, gratis— que, por ejemplo, la prima a la energía solar.
Se espera que un futuro cercano se incorporen criterios de eficiencia energética y emisiones de los materiales al marcado CE, y es el momento de empezar a trabajar, para adelantarse, diferenciarse y tener ventaja competitiva. En este sentido, la posibilidad de poder certificar la cantidad de carbono absorbida en los elementos de madera, por ejemplo, puede suponer una enorme ventaja.
El gasto energético producido por la fabricación de materiales muestra grandes diferencias entre los distintos materiales y estas diferencias pueden llegar a suponer una importante cuota en la decisión de instalar cerramientos o ventanas de un material u otro. Evidentemente, estas diferencias en elementos de cerramiento se extrapolan directamente a cualquier otro elemento constructivo.
Los datos de emisión de CO2 por cada tonelada de material fabricado arrojan importantes diferencias. Mientras que para obtener una tonelada de madera se emiten 0,28 toneladas de CO2, para fabricar una tonelada de acero, la emisión es de 4 toneladas de CO2, de 7,5 para el PVC o hasta 15 en el caso del aluminio. Las cifras, como se ve, no son despreciables.
Como puede verse en el cuadro, la madera es el material con menores emisiones en la fabricación del propio material, pero las diferencias en la emisión no son las que marcan la gran diferencia, sino el carbono secuestrado por los productos de madera. Los árboles, durante su crecimiento a través de la fotosíntesis, absorben CO2 y expulsan oxígeno. Ese CO2 se sigue absorbiendo durante la vida del árbol, aunque las tasas relativas de absorción son mayores cuanto más joven es el árbol. Ese CO2 absorbido por el árbol no desaparece al cortarlo sino que si de él obtenemos un producto de madera, ese producto mantiene secuestrado durante toda su vida útil el carbono que ha estado fijando el árbol en su crecimiento.
Así, tomando el ejemplo de una ventana tipo, y estimando un peso de alrededor de 20 kilos de madera, significa que esa ventana está secuestrando alrededor de 32 kilos de CO2. De esta manera, podemos calcular un balance positivo en la fabricación de la ventana de madera ya que tiene retenido más carbono del que se ha emitido para la obtención de la madera necesaria para fabricarla.
Un estudio más completo requeriría la medición de tiempos y emisiones durante el proceso de fabricación del producto final y la diferencia de dicha emisión para cada material, aunque van a ser siempre mucho menores a las diferencias establecidas anteriormente en la fabricación del material. Este, otra vez, podría ser un buen camino hacia la competitividad, ahora que los mercados son más reducidos y, a la vez, más exigentes.
El uso de la madera en la construcción puede ser un factor determinante ya que la reducción en las emisiones junto con el secuestro de carbono por parte de los elementos de madera, posiciona a la madera en una condición ventajosa frente a sus competidores en términos de sostenibilidad en la construcción.
El papel de las empresas de ventanas y cerramientos frente al cambio climático
Se han expuesto anteriormente las diferencias de emisión de la fabricación de los diversos materiales habitualmente utilizados en ventanas y cerramientos, pero con independencia del material utilizado, los fabricantes de ventanas y cerramientos pueden luchar en gran medida contra el cambio climático y absorber esas diferencias en función del material que utilicen. Y pueden hacerlo a través de una herramienta que en los últimos tiempos empieza a destacar entre las estrategias de responsabilidad social corporativa de las empresas: la huella de carbono.
La huella de carbono de una empresa es, básicamente, la cantidad de CO2 que la empresa emite debido a su actividad industrial. Las principales fuentes de emisión de CO2 suelen ser las debidas al consumo de energía, tanto para el funcionamiento de la maquinaria como para calefacción y refrigeración. Junto a la energía, el transporte suele conllevar también grandes cantidades de CO2 emitido. Además, existen otras fuentes de emisión algo menores que también deben tenerse en cuenta, como los viajes de empresa, el transporte de los trabajadores o el uso de papel.
Gracias al cálculo de la huella de carbono, una empresa puede certificarse como neutra en carbono si además de tener contabilizadas sus emisiones de carbono, las compensa, dejando el balance en cero. Una de las formas mediante las cuales una empresa puede certificar su neutralidad en carbono es el certificado Huellacero. Mediante este certificado, se calculan las emisiones de la empresa siguiendo el estándar internacional GHG Protocol, el más utilizado a nivel global. Una vez analizadas las emisiones, la empresa recibe un informe con recomendaciones personalizadas para la reducción de sus emisiones y, por último, se propone a la empresa dónde compensar dichas emisiones, siempre en proyectos forestales, ya sean plantaciones o actuaciones de gestión forestal. De esta manera, la empresa certifica su neutralidad en carbono a la vez que colabora con la mejora del medio natural ya que financia un proyecto que estará fijando tanto carbono como el que la empresa haya emitido.
Tanto en el análisis de materiales utilizados como en la certificación de huella de carbono, la sostenibilidad aparece con fuerza como un elemento indispensable para las empresas en un presente más exigente y competitivo.