Crece el número de empresas innovadoras que apuestan por los centros tecnológicos
17 de febrero de 2011
En un momento marcado por la crisis económica, donde el gasto en innovación tecnológica está descendiendo (11,5% en 2009 según INE) el que las empresas innovadoras fortalezcan su cooperación con los Centros Tecnológicos confirma el importante papel de éstos en el apoyo al sector productivo y, como consecuencia, el importante servicio que ofrecen a nuestra sociedad. Para Fedit, organización que representa a estos organismos de investigación en el Sistema Español de Ciencia y Tecnología, este dato se suma a otros tantos que avalan que el modelo de centro tecnológico representa una oportunidad que los responsables de las políticas nacionales de I+D podrían aprovechar en mayor medida para contribuir a los objetivos previstos para mejorar los indicadores de competitividad económica.
Total de empresas que han cooperado en innovación
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2005-2007 |
2006-2008 |
2007-2009 |
Universidades u otros Centros de enseñanza superior |
2113 (32,9%) |
2352 (31,4%) |
2386 (29,5%) |
OPIs |
1153 (17,9%) |
1250 (16,7%) |
1254 (15,8%) |
Centros Tecnológicos |
1637 (25,5%) |
1897 (25,3%) |
2137 (27%) |
Un modelo con grandes posibilidades
El modelo de centro tecnológico es una respuesta original y específica de España que surge a partir de las características específicas de nuestras empresas, de su demandas en materia de I+D y de sus dificultades para acometer actividades de investigación y desarrollo tecnológico. Se trata de un modelo con una gran capacidad para evolucionar y reinventarse a medida que las empresas españolas van asumiendo mayor protagonismo en la realización de actividades de I+D.
Los centros tecnológicos, al ser entidades privadas y disponer de modelos de gestión muy flexibles, son capaces de adaptarse a las necesidades de sus clientes adoptando estrategias y orientando sus recursos de manera muy diversa pero siempre manteniendo equilibrio entre dos pilares fundamentales:
Mantener una excelente capacitación tecnológica mediante la inversión en recursos humanos, infraestructuras y la realización de proyectos de investigación propios o estratégicos
Dar respuesta a las necesidades inmediatas de las empresas españolas mediante la prestación de servicios tecnológicos, asesoramiento tecnológico, desarrollo de proyectos de I+D bajo contrato, realización de programas de formación y difusión entre las empresas de los últimos avances tecnológicos
Un excesivo peso en el primero de los pilares daría lugar a un centro tecnológicamente excelente pero irrelevante para la gran parte de nuestro tejido productivo al estar desconectado de la demanda empresarial mientras que un excesivo peso en el segundo daría lugar a un centro tecnológico muy vinculado a la demanda de las empresas pero paulatinamente descapitalizado tecnológicamente y por tanto abocado a la irrelevancia por su incapacidad para resolver demandas futuras cada vez más complejas.
Un modelo que necesita políticas científicas y tecnológicas equilibradas
En virtud de lo anterior los centros tecnológicos necesitan políticas científicas y tecnológicas equilibradas sobre las que articular su propio equilibrio. Se trata de políticas que les permitan incrementar sus capacidades tecnológicas y desarrollar proyectos de investigación propia así como facilitar la transferencia de su conocimiento a las empresas. En definitiva instrumentos orientados a la oferta tanto como instrumentos orientados a la demanda.
Este equilibrio de las políticas tecnológicas no sólo es necesario para consolidar y permitir el desarrollo de los centros tecnológicos como parte del sistema tecnológico español, del que todavía son una parte demasiado pequeña, sino para permitir a cualquier organismo de investigación, sea público o privado, mejorar la eficacia de su transferencia tecnológica a nuestras empresas. La tecnología, a medio camino entre ciencia e innovación, debe adquirir un papel mucho más relevante en las políticas de nuestro gobierno.
Las políticas españolas destinadas a potenciar la aplicación de tecnología en las empresas y las destinadas a fortalecer los organismos de investigación han estado tradicionalmente aisladas, las primeras enfocadas a la puesta en el mercado de nuevos productos, procesos o servicios sólo accesibles, en gran parte de los casos, a grandes empresas o a empresas con experiencia y recursos propios para la realización de actividades de I+D y las segundas enfocadas a promover la investigación científica de excelencia lejana de las necesidades de nuestras empresas o de las oportunidades que la tecnología podría ofrecer a nuestras empresas.
Este aislamiento entre ambas políticas ha impedido un acercamiento entre organismos de investigación y empresas y por tanto la transferencia de los resultados de investigación de los primeros al mercado. Como consecuencia de ello el impacto económico de las políticas nacionales de ciencia y tecnología ha sido escaso tanto en términos de competitividad de nuestra economía como en indicadores de nuestra capacidad de innovación. Los centros tecnológicos son los principales perjudicados por esta segmentación y asilamiento dado que se encuentran en la encrucijada entre ambas, es decir, en terreno de nadie en términos políticos.
Apostar por políticas intermedias
Es por tanto necesario reconocer que para mejorar la capacidad de transferencia de los resultados de la investigación realizada en los organismos de investigación son necesarias políticas ‘intermedias’ destinadas a potenciar la realización de proyectos propios de investigación aplicada y desarrollo tecnológico en los organismos de investigación orientados a explorar o dominar tecnologías con el objetivo de descubrir oportunidades que puedan ser ofrecidas a las empresas españolas, y en especial a las pequeñas y medianas, para renovar sus productos, procesos o servicios y ganar competitividad.
Se trata de fomentar actividades que en tanto son exploratorias tanto experimentalmente como conceptualmente y a pesar de que estén orientadas o vocacionalmente desarrolladas con el objeto de descubrir posibles aplicaciones eventualmente explotables en el mercado, conllevan un riesgo que dificulta su realización por la gran mayoría de empresas españolas justificando la realización de las mismas por parte de organismos de investigación como los centros tecnológicos.
La Ley de la Ciencia: una oportunidad
La Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, en trámite parlamentario, podría ser un instrumento que garantice el cambio que nuestras políticas científicas y de innovación necesitan reconociendo y potenciando el papel de los centros tecnológicos. Las políticas presupuestarias, hasta ahora cicateras con los centros tecnológicos, deberían a continuación facilitar la implementación de los cambios que la ley introduzca.