Tres poderosos motivos para creer en la madera
Salvador Ordóñez, fundador de World Wood Future
19/04/2021Con nosotros, desde siempre
El primer motivo: la madera nos ha acompañado desde el inicio de nuestra humanidad, en todos los ámbitos de nuestras vidas, en casi todas las circunstancias o retos que hemos tenido que afrontar. Desde el fuego, las armas (por desgracia), la música (venturosamente), el cobijo, la cocina, la agricultura, las máquinas, la navegación, la ingeniería, la movilidad… hasta llegar a nuestros días conservando unas cualidades excepcionales y su potencialidad extraordinaria, que hoy redescubrimos con admiración y cierta sorpresa. Tal vez sea ese acompañamiento, aparentemente discreto pero fundamental para nuestra evolución, el motivo que provoque esa atracción y bienestar que la madera despierta en nosotros en cuanto nos hallamos junto a ella, ya sea ante un árbol en pie o ante una pieza cortada hábilmente.
Tal vez deberíamos empezar a hablar de maderas; hay más de 22.000 tipos de maderas diferentes en nuestro planeta, cada una proveniente de un tipo de árbol perfectamente adaptado a su entorno específico, pero todos con una fisiología tan eficiente que llevan funcionando casi igual desde hace unos 370 millones de años. Son un invento genial de la vida, y por eso la naturaleza los mantiene vivos aún. Y por eso yo creo en ellos: por ser organismos super eficientes, que forman un sistema casi perfecto que sigue a nuestro lado dándonos todo lo que tiene de bueno.
Nuestra vida depende, en buena medida, de ella
El segundo motivo: que nuestra pervivencia en esta Tierra depende, en buena medida, de la madera. De hecho, los bosques contribuyeron a crear las condiciones idóneas para que muchos seres, entre ellos los humanos, aparecieran en la historia evolutiva de la vida en este planeta. Y las siguen creando. De entre todos sus procesos fisicoquímicos, la fotosíntesis de todas las plantas verdes (y los árboles lo son destacadamente), las algas y ciertas bacterias, nos facilita casi el 50% del oxígeno que necesitamos para respirar, además de fabricar la energía, en forma de azúcares, de la que se sustenta toda la cadena trófica, de la cual también formamos parte nosotros. Todo ello absorbiendo CO2, captando energía solar y agua del suelo: una fábrica perfecta de producción continua. En honor a la realidad, hay que recordar que el otro 50% del oxígeno proviene de los océanos, generado por plantas microscópicas conocidas como fitoplancton. Y por eso yo creo en los árboles: por saberme parte de todos esos sistemas. Eso me anima a cuidar de su equilibrio como de mi vida. De hecho, nuestras vidas dependen de esos sistemas.
Noah, Kai, Indiana
El tercer motivo lo podéis ver en la imagen: con sus breves años de vida, mis nietos están estimulándome a trabajar intensamente por un mundo mejor, donde los materiales sean renovables, donde la capacitación profesional se combine con la cooperación interdisciplinar y la ética; donde el futuro nos importe tanto como el presente y sepamos que lo que hoy hagamos creará las condiciones en las que ellos van a tener que vivir.
¿Futuro? Sí, y mejor con madera
La madera es el material del siglo XXI por ser renovable y un óptimo almacén de CO2; es la biofuente para la transición ecológica y circular de la construcción; facilita el avance técnico, estético, cultural… incorpora en si misma valores como la honestidad del material, la resiliencia, su energía latente… y, al mismo tiempo, es capaz de suscitar emociones positivas. La madera es una interpelación constante al ser humano, tal vez sea la respuesta a muchos de los retos de la sociedad y del planeta.
Todos, profesionales y sociedad, estamos concernidos en buscar una nueva manera de ver el mundo, de vivir con él: la bioeconomía, la economía circular sostenible, la economía del bien común.
Todo está conectado, y la madera es el material conductor de toda la historia de la humanidad. El futuro es ahora y aquí.