El presidente de Profor CyL opina sobre la política forestal
28 de septiembre de 2009
Uno de estos agentes son las entidades propietarias que no se resignan a perder su nivel de ingresos procedente del monte y dada la coyuntura del mercado hasta hace apenas dos años el pino era lo más ‘socorrido’. Las políticas forestales no atienden sólo a las necesidades del monte, sino a otros factores más complejos y más relacionados con aspectos socioeconómicos. Por otro lado, la capacidad inversora de nuestra comunidad autónoma es bastante reducida si relacionamos el número de hectáreas de monte con el de contribuyentes.
No se puede demonizar de forma tan simplista a unas u otras especies forestales, decirle a los aldeanos de la cornisa cántabra o astur que el eucalipto es ‘muy malo’, sería como decirle a un hijo que el padre que le da de comer es un mal padre. Pues exactamente sucede con el pino en muchas comarcas castellanoleonesas en las que éste ha sido el pilar de muchas economías locales.
Vivimos en un país mediterráneo, lo que supone admitir una serie de circunstancias ineludibles y una de ellas es el fuego como factor ecológico intrínseco a algunos de nuestros ecosistemas. El fuego forma parte de los ciclos ecológicos, aunque no nos guste, y está condicionado por infinidad de factores que nada tienen que ver con las políticas de prevención. Pongo por caso, si un incendio sólo afecta a unas pocas hectáreas quiere decir que la política aplicada ha sido la correcta, o que los medios de extinción han actuado de manera excelente aunque también puede ser que las circunstancias atmosféricas hayan contribuido a su rápida extinción.
Algunas propuestas en la línea de la restricción del tránsito por las zonas forestales no harían, bajo mi punto de vista, más que ‘cabrear’ a otro de los agentes implicados que son los habitantes de los núcleos rurales acostumbrados a moverse libremente por sus montes e incluso a los urbanitas que quieren disfrutar de la naturaleza y, a veces, estos 'cabreos' son los que ‘hacen saltar la chispa’.
No podemos seguir con los planteamientos abreviados y simplistas de que el consumo del papel es malo, que cortar madera va en contra del medio ambiente y que los incendios forestales siempre son por culpa de una mala gestión. La problemática es mucho más amplia y compleja y parte de la dinamización de los mercados que permitan la puesta en circulación de los productos forestales que a su vez repercutirán, con el beneficio económico en la mejora y mantenimiento de estos espacios. Nuestra sociedad no está lo suficiente madura como para cargar fiscalmente con el coste que suponen nuestros bosques.
No pretendo defender a capa y espada las políticas forestales del gobierno regional con las que puedo discrepar en mayor o menor medida, pero tampoco es momento de adoptar actitudes de ‘tifossi’ que vocifera desde el fondo de una grada en la que no se aprecia lo que sucede en el terreno de juego.
Sobre Profor
Profor es una organización sin ánimo de lucro que agrupa a profesionales forestales de diferente formación y niveles de titulación académica (ingenieros de montes, agentes forestales, biólogos, trabajadores forestales, geógrafos, etc.) y de diferentes ámbitos laborales (Administración pública, empresa privada, enseñanza, investigación, etc.).
Sus objetivos son:
- Concienciar a la sociedad en general y a los responsables políticos en particular, de la necesidad de una gestión sostenible de los recursos naturales, que permita un aprovechamiento racional y que sea compatible con la conservación y mejora del medio natural.
- Transmitir a la sociedad el punto de vista independiente de los profesionales forestales sobre todas aquellas cuestiones que afectan a la gestión y conservación de la naturaleza y a la profesión forestal.
- Aumentar el grado de reconocimiento social de las profesiones que se dedican a la gestión y conservación de la naturaleza.
- Promover el intercambio de experiencias y conocimientos entre los profesionales forestales y la divulgación de innovaciones en materia de gestión y conservación de la naturaleza.