Hogar 'flexible' y experiencia emocional
15 de septiembre de 2008
Las marcas persiguen la creación de vínculos emocionales con su público objetivo y, para amarrarles, hurgan entre las sutilezas de las disciplinas de la comunicación. Es la cara renovada de la fidelización.
Las nuevas herramientas de la llamada web 2.0, la web democrática, seducen a utópicos y a pragmáticos porque la gran red de conocimiento resultante de la suma de las aportaciones de millones de individuos promete ser menos empírica y racional, y más acorde con la lógica de la percepción subjetiva, o lo que es lo mismo, más emocional.
Los logros más recientes de la neurociencia se están dando precisamente, en el campo de las emociones y los sentimientos. Hoy existen tecnologías que facilitan la experimentación y, en este sentido, se ha constatado en los mapas neurales la activación de zonas precisas y en intensidades distintas en función de las emociones, demostrando que éstas no sólo preceden a los sentimientos, sino que están en la base del comportamiento humano. Hoy se sabe, por ejemplo, que los índices de creatividad se reducen drásticamente con los sentimientos de tristeza y mal humor.
El ocio es más emocional que nunca, la publicidad se lleva la palma en lograr certeros impactos sobre nuestras fibras sensibles, y las tiendas deberán irse preparando para vender emociones...
Y es que todo lo llevamos al terreno de la experiencia. ‘Tener experiencias’ se ha convertido en signo de los tiempos que vivimos, y bañarnos en ellas nos hace sentir vivos.
En fin, queremos sentir. Queremos vivir. Y nuestro hogar, nuestro espacio, se convierte en nuestro pequeño universo de sensaciones. Así que lo ultimísimo en interiorismo y mobiliario es la adaptabilidad del diseño en el hogar a los estados de ánimo del individuo. Hoy podemos adaptar el ambiente a los estados de ánimo. ¿Y a la inversa?, ¿podremos, transformando los ambientes de nuestro espacio vital, lograr la emoción deseada?
Los nuevos tiempos piden a gritos soluciones para un vivir más nómada, propuestas que huyan de lo estático y aporten movilidad, flexibilidad y adaptabilidad; se trata de experimentar, en definitiva, con el concepto de ‘cambio’.
La necesidad de flexibilidad viene impuesta por una mayor exigencia del consumidor a atender con eficacia y comodidad desde las comidas rápidas y sencillas del día a día hasta sofisticadas cenas de pequeñas multitudes en las apacibles noches del fin de semana. El consumidor desea tener la posibilidad de llevar cualquier festejo a su terreno, cualquier velada imaginable al salón y al calor de su hogar.
En cualquier caso se hace necesario reinventar los espacios y hacerlos adecuados para la convivencia y la comunicación entre las personas, así como idear propuestas en mobiliario capaces de cubrir múltiples necesidades.
Pero la flexibilidad se extiende más allá de lo funcional, inundando la concepción íntegra del diseño de cada espacio o producto, y para ello se recurre a la combinación de elementos asociados a conceptos imperecederos con las vanguardias más arriesgadas, todo ello con el objetivo de crear nuevos clásicos. Es la huída de las modas pasajeras, y la búsqueda de las esencias inmutables de los iconos que traspasan las fronteras del tiempo.
En definitiva, flexibilidad y personalización al servicio de la emoción; es la enseña del nuevo hogar mutante.