Entrevista a Patricia Gómez, gerente de COSE
'El monte es de todos'. Se trata de una leyenda tan extendida como falsa, ya que más de dos terceras partes de nuestros montes están en manos privadas. ¿Qué se está haciendo actualmente desde las Administraciones para ayudar al propietario a mantener nuestros bosques? ¿Cómo se puede ayudar a promover un sector forestal que supone el 0,76% de nuestro PIB? Son múltiples los proyectos que se están llevando a cabo desde la Confederación de Organizaciones de Selvicultures de España (COSE), que aboga, entre otras medidas, por los incentivos fiscales, la promoción de los productos de la madera y el control del uso de los bosques.
¿Cómo contribuye actualmente la silvicultura y el sector forestal al PIB? ¿Cómo ha evolucionado en la última década?
La aportación del sector forestal al PIB español es muy pequeño y ese es precisamente uno de nuestros grandes caballos de batalla, porque podríamos aportar muchísimo más. Partimos de la premisa que el monte es muy poco rentable, ya que no hay mercados que valoricen suficientemente nuestros productos y nuestra sociedad no consume de una forma considerable productos de madera. La crisis de la construcción fue el detonante final, con el cierre de muchos aserraderos, paralizando toda una economía que el monte tiene capacidad de generar. Todos sus recursos están actualmente desaprovechados, no se extraen, y por lo tanto no generan ese valor que nosotros como silvicultores y la economía rural necesita.
¿La sociedad española es consciente de que somos el segundo país de la UE con mayor superficie forestal y que, además, dos terceras partes de esos montes son privados?
Claro que no. Existe poca gente que sepa que más de la mitad de nuestra superficie son bosques, y de ella, efectivamente, dos terceras partes está en manos privadas. Siempre suelo mencionar los grandes mitos falsos en torno a la silvicultura. El primero es pensar que el monte es de todos y que como tal se puede usar como si fuese de utilidad pública. Otra idea errónea es que el monte se cuida solo y que no es necesario gestionarlo, algo que nos hace mucho daño porque, precisamente, si los montes están bien conservados es porque detrás existe una gestión que se encarga de su mantenimiento, tanto del propio monte como de su biodiversidad (vías de acceso, cortafuegos, franjas auxiliares, etc.). Los montes que están sobrecargados de madera se traducen en una carga combustible muy alta y, por lo tanto, un riesgo que estamos asumiendo todos por el alto riesgo de incendio. Una gran cantidad de los Presupuestos del Estado se nos van en la extinción de los incendios forestales, pero casi no se invierte en prevención, que resulta tan importante o más. Es necesario preparar el monte para que cuando llegue un incendio se pueda sofocar y retenerlo rápidamente.
¿Cómo están nuestros montes?
Mal. Siempre reclamamos esa falta de inversión en la gestión forestal, y en ella incluimos las actuaciones de prevención de incendios. No llegan las ayudas y las que hay por ahora son insuficientes. Un bosque que no está gestionado no solo tiene un elevado riesgo de incendio, sino que también es mucho más vulnerable a plagas y enfermedades.
Aunque seguramente no existe una fórmula única, ¿cómo se puede conseguir una gestión eficiente de nuestros montes?
Desde COSE no queremos vivir de subvenciones, sino de nuestras producciones y que éstas cuenten con valor en el mercado. Las ayudas públicas no son un pozo inagotable y por ello buscamos modelos productivos con los que producir en cantidad y calidad atendiendo a las demandas de la industria, tanto de primera como de segunda transformación, sin olvidar el mercado de la biomasa. Se han de diversificar rentas, y entre más salidas tengan nuestros productos mucho mejor. Necesitamos, en definitiva, que nos ayuden a gestionar nuestros montes. La mayor catástrofe que puede ocurrir es que el monte se abandone a su destino.
¿Qué ejemplos de gestión eficiente tenemos en nuestro entorno más cercano?
Existen países donde la madera está mucho mejor valorada en los mercados y también por la propia sociedad. Aquí también nos encontramos con errores de concepto. Parece que sea malo consumir papel o comprar muebles de madera porque así contribuimos a la deforestación. Esa idea, que ha calado en la sociedad, nos ha hecho muchísimo daño. El ejemplo lo tenemos en los países nórdicos, que gracias a un gran consumo de productos forestales maderables cuentan con unos bosques perfectamente gestionados y donde no se habla de deforestación. Desde la COSE siempre promovemos una gestión forestal sostenible, es decir, cortamos madera y a continuación volvemos a plantar. Deseamos transmitir a la sociedad que para el medio ambiente es muy bueno porque rejuvenecemos las masas forestales, y un bosque cuando está creciendo es cuando fija más CO2.
¿Qué le pedirían al nuevo en materia de política forestal?
A través de nuestra interlocución intensa con las Administraciones Públicas pedimos que nos ayuden a gestionar, porque el sector forestal puede dar muchísimo. Continuamente estamos planteando tres vías: 1) Asegurar la cofinanciación necesaria para las medidas forestales dentro de la PAC en el periodo 2014-2020. 2) Una fiscalidad incentivadora de la gestión forestal sostenible, siempre que se tenga un plan de gestión aprobado por parte de la Administración competente. Hemos cuantificado como esta medida estimuladora sería vital para revitalizar el sector, y en este sentido una de nuestras propuesta es conseguir una bonificación del 30%, a deducir directamente del IRPF (persona física) o del impuesto de sociedad (empresa), de la inversión realizada. Esto no solo beneficia al propietario, sino también a la Administración, ya que ese descuento se retorna con creces a través de las nuevas cuotas a la Seguridad Social por tratarse de una actividad muy intensiva en mano de obra. Durante la negociación de la Ley de Montes tuvimos al Ministerio de Agricultura de nuestro lado, pero finalmente no pasó el filtro inexorable del Ministerio de Hacienda. Y finalmente otra línea es el apoyo al desarrollo del destino energético de la biomasa, ya que es una de las energías más económicas y que más aporta a la sociedad a nivel de medio ambiente y de desarrollo rural. En este sentido hemos contado con muy poco apoyo político.
Otra de nuestras reivindicaciones es que las leyes otorguen a los silvicultores un trato similar al que tienen los agricultores. Para ello estamos trabajando en la propuesta de 'Estatus del Selvicultor activo': en el caso de la agricultura y de la ganadería, la normativa en vigor y la sociedad reconocen una serie de beneficios para las personas que cumplen los requisitos que los definen como Agricultores a Título Principal (ATP) con el fin de fomentar la viabilidad de las explotaciones, el desarrollo rural y el aprovechamiento de los terrenos. En el caso forestal sin embargo no existe esa figura, ni siquiera la de explotación forestal.
¿Qué proyectos tienen actualmente en marcha desde COSE?
Efectivamente, además de actuar como lobby para defender y dar voz a los intereses de los propietarios forestales, desarrollamos proyectos enfocados en ayudar a que puedan una correcta gestión de sus montes. Actualmente estamos llevando a cabo el proyecto 'Micoplus', que persigue evitar daños ambientales y ecológicos, mejorar las condiciones de higiene, aumentar la seguridad alimentaria y garantizar la sostenibilidad y trazabilidad del producto mediante la formación e información específica en zonas de alta demanda y presión recreativa; obtener modelos de actividad local sostenibles mediante el desarrollo de sistemas de permisos de recolección expedidos por propietarios privados o por titulares de explotación o unidades de gestión micológica y si es posible vincularlos a puntos de venta autorizados; y favorecer la trasparencia en las transacciones comerciales y el mercado de los hongos silvestres mediante la difusión del contrato tipo de hongos silvestres para potenciar su uso a través de diferentes medios. Resulta vital que los recolectores, que en muchas casos están invadiendo una propiedad privada, sigan unas buenas prácticas y eviten dejar residuos, ya que los gastos asociados han de ser asumidos por un propietario que no obtiene ningún tipo de beneficio de una actividad económica sumergida. En épocas de recolección se invade el monte sin ningún tipo de cuidado y se genera muchísimo daño medioambiental, sobre todo por parte de aquellos que no son locales o de bandas organizadas que vienen a esquimar el monte.