Los envases de plástico reutilizables prolongan la vida útil de los alimentos durante al menos 4 días más respecto a los de cartón de un solo uso, según Areco
Los socios de la Asociación de Operadores Logísticos de Elementos Reutilizables Ecosostenibles (Areco), Euro Pool System, Ifco Systems y Logifruit han invertido en tecnologías avanzadas de envasado que ayudan a prolongar la vida útil de frutas y verduras. Estos sistemas de envasado mejorados incluyen características como control de humedad, regulación de temperatura y liberación de gases, que se adaptan específicamente a las necesidades de cada producto.
En el caso de los envases reutilizables de transporte (ERT), el diseño juega un papel fundamental en prolongar la vida del producto al ayudar a eliminar el calor del campo más rápidamente durante el preenfriamiento llegando a prolongar en promedio, según un estudio realizado por Ifco, hasta 4 días la vida útil de los productos contenidos en comparación con las cajas de cartón de un solo uso.
En algunos casos, como en el caso de las setas, el incremento de la vida útil es incluso superior, pasando de 4 días en la caja de cartón (cuando el 40% de las setas ya no son comestibles) a 12 días en ERT, según un estudio de Lippert QM de 2018.
Fig 1: Resultado del estudio sobre la vida útil de las setas con diferentes envases (Lippert QM, 2018).
Combatir el desperdicio alimentario
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible busca reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo, así como disminuir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro, incluyendo las pérdidas posteriores a la cosecha (objetivo ODS 12.3) (UN, 2015). Lograr este objetivo tendría implicaciones significativas en la lucha contra el cambio climático.
Según la FAO, la pérdida y el desperdicio de alimentos representan entre el 8 y el 10 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Estos cambios impactan negativamente en los rendimientos de los cultivos, pueden reducir la calidad nutricional de los alimentos y causar interrupciones en la cadena de suministro (FAO, 2022).
Mientras tanto, según el informe Estado de la Alimentación y la Agricultura de la FAO aproximadamente el 14 por ciento de los alimentos en el mundo (con un valor de $400 mil millones al año) continúa perdiéndose después de ser cosechados y antes de llegar a las tiendas 8 (FAO, 2019).
En cuanto a la situación de la pérdida y el desperdicio de alimentos en España, se pierden cada año 1.300 millones de litros y kilos de alimentos, y a nivel mundial, la producción de alimentos que se desperdicia genera el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
El envasado es un componente crucial de la cadena de suministro que tiene un impacto en la reducción de la pérdida de alimentos. La FAO afirma que las pérdidas en casi todas las etapas de la cadena alimentaria pueden reducirse mediante el uso de un envase adecuado (FAO, 2015). En un informe del Instituto Americano de Envase y Medio Ambiente (Ameripen), los autores hacen hincapié en la función protectora del envase y lo mencionan como una solución subutilizada que podría reducir significativamente el desperdicio de alimentos (Ameripen, 2018).
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cantabria, la Cátedra Unesco en Ciclo de Vida y Cambio Climático ESCI-UPF, la Universitat de Lleida (UdL) y la Universidad de Santiago de Chile en 2020, contribución de la pérdida y el desperdicio de alimentos por procesamiento y embalaje es del 7,4% en España (Laso et al., 2021).
Las innovaciones en el envase podrían representar una herramienta para aumentar la sostenibilidad global de la producción de alimentos y reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos al prolongar la vida útil (shelf life), definida como el período durante el cual la calidad del producto alimenticio es satisfactoria. Según FAO, la vida útil varía desde corta, por ejemplo, frambuesas y otras bayas, hasta aquellos productos que naturalmente se adaptan a períodos de almacenamiento más largos, como cebollas, papas, ajos, calabazas, etc. (FAO, 2004).