Comunidades energéticas: las ventajas del autoconsumo compartido

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 establece una reducción del consumo de energía primaria en el 2030 del 39,6%, disminuyendo nuestra dependencia energética un 15% con respecto a la situación actual. Asimismo, el PNIEC también prevé que en el año 2030 las energías renovables aporten el 42% de la energía en España y el 74% de la electricidad.

Y este es el primer escalón, pues a más largo plazo, la meta está en lograr que nuestro país sea neutro en carbono en 2050, con las energías renovables como única fuente de producción eléctrica.

Sin duda, unos objetivos bastante ambiciosos pero necesarios para reducir las emisiones de CO₂. Por tanto, todos debemos contribuir a su consecución.

El autoconsumo solar compartido es una alternativa que, además de contribuir a esos objetivos, permite la democratización de la energía.

Comunidades de vecinos, barrios, polígonos industriales pueden beneficiarse de una misma instalación solar, aprovechando la generación en un punto concreto y compartiéndola entre los miembros de la comunidad.

Los integrantes del proyecto pueden ser ciudadanos, pymes, medianas empresas o administraciones locales que participan y controlan la comunidad energética de forma democrática.

Para su constitución es necesario que todos los que vayan a formar parte de la misma lleguen a un acuerdo donde se establezca cómo se va a distribuir la energía generada.

Si hablamos de comunidades de vecinos, es necesario que al menos dos tercios de los miembros del mismo edificio estén de acuerdo en adoptar este modelo de producción energética. Cuantas más personas participen, más superficie de paneles se necesita y, por tanto, más producción de energía habrá.

Todos los miembros de la comunidad han de estar conectados al mismo centro de transformación y con la aprobación del Real Decreto-ley 18/2022, de 18 de octubre, se ha ampliado a 1.000 metros la distancia entre el punto de generación y el de autoconsumo en líneas de transporte o distribución para instalaciones en cubierta. (anteriormente fijado en 500 metros).

Una vez decidida la composición de la comunidad se procede a la instalación fotovoltaica y se conecta a través de la red eléctrica gracias a un contador bidireccional o a través del establecimiento de una conexión directa a la red interior de los consumidores.

• Autoconsumo colectivo sin excedentes: En este modelo, varios consumidores se agrupan y adquieren la titularidad y responsabilidad de un sistema que no permite que la energía sobrante se vierta a la red.

• Autoconsumo colectivo con excedentes sin compensación: En este caso, los excedentes que no se han consumido por los propios integrantes de la comunidad se venden, bien a alguna comercializadora, bien dándose de alta como productor en el Registro Administrativo de las Instalaciones de Producción de Energía Eléctrica (RAIPRE).

• Autoconsumo colectivo con excedentes con compensación simplificada. Los consumidores que se hayan acogido al mecanismo de compensación de excedentes recibirán un descuento en su factura de la luz con un periodo máximo de un mes.

Como ya hemos explicado a lo largo del artículo, las comunidades energéticas pueden realizar diferentes acciones como producir energía a través de paneles fotovoltaicos, consumirla, almacenarla, compartirla o venderla, consiguiendo un ahorro económico en la factura energética y les permite desvincularse de las compañías eléctricas convencionales.

Tampoco hay que olvidar los beneficios medioambientales que implica este sistema al producir, utilizar y vender energía verde y los beneficios sociales, creando empleo local, reinvirtiendo los beneficios de la actividad en la comunidad y facilitando el acceso a una energía limpia y más asequible a colectivos especialmente vulnerables.