La transición energética en las flotas de transporte
La Administración, consciente de la mejora que suponía para el medioambiente el uso de este tipo de vehículos, ayudó a la inversión en los mismos a través de subvenciones a la compra del material y con rebajas importantes en la imposición al consumo del gas natural por parte de las flotas.
Ambos factores han permitido que -en un periodo razonable, de alrededor de tres años de uso- se pudiera amortizar el exceso de inversión y, a partir de dicho plazo, la explotación de estas flotas fuera incluso más ventajosa que las de vehículos alimentados con gasóleo.
En 2022, y todavía bajo los efectos del bache económico de la pandemia, en el periodo enero-abril el 2,6 % de los vehículos industriales de más de 3,5 toneladas de masa máxima autorizada (MMA) matriculados en España fueron de GNC y GNL.
Caso aparte es el de autobuses de Servicio Público movidos por gas natural, cuyas matriculaciones, en el mismo período, supusieron el 27,7 % del total de su categoría, pero más adelante veremos que todo tiene su explicación.
Dos hechos vienen a incidir y condicionar el uso de los derivados del gas natural. La Administración, a pesar de las prometidas ayudas para mejoras tecnológicas y medioambientales de las flotas, no sólo adjudicó unos importes más que modestos para las mismas, sino que además a finales de 2021 eliminó las subvenciones a la inversión en vehículos industriales de gas natural.
Un encarecimiento del 323% en doce meses
El segundo y trascendental es el brutal incremento del coste del gas natural. Desde febrero de 2021 a enero de 2022, el precio del gas natural para automoción pasó de 0,68 euros el kilo a 2,2 €/Kg, variación que supone un 323% de incremento que, traducido al coste final total de rodaje de una tractora (22% de repercusión el total de costes de rodaje), supone más de un 70%.... cifra totalmente inasumible por el mercado y mucho menos el déficit que genera el uso de éste tipo de vehículos al flotista. Además, el suministro de gas natural todavía no se ha estabilizado y continúa la incertidumbre sobre su precio.
Ante esta tesitura, el transportista con una parte más o menos significativa de su flota de vehículos alimentada con GNL y/o GNC se enfrenta una doble alternativa:
1.- Parar la flota, pero dejando de prestar servicio a los clientes.
2.- Seguir prestando servicio, pero perdiendo una cantidad inasumible por kilómetro recorrido, poniendo en serio riesgo la supervivencia de la empresa de transporte.
En cuanto al incremento de las flotas de autobuses movidas por gas natural, en gran parte se utilizan por empresas que prestan servicios de transporte municipal de viajeros con déficits de explotación asumidos por el erario público o en un mercado regulado a través de “contratos programa” a los que se ha llegado con importantes compromisos de implantación de vehículos de GNL/GNC por parte de los concesionarios del servicio que, al final son los que soportan las consecuencias.
Poner un límite al precio del gas natural aplicado a la movilidad
Para el resto (básicamente transporte de mercancías) sólo caben soluciones. Al igual que se ha “topado” el precio del gas para la electricidad, dicha medida debería extenderse también al gas de automoción para servicio público de viajeros y mercancías.
De no acometer de inmediato soluciones al problema, una de las energías más eficientes en el proceso de transición energética verá caer su uso de forma dramática..., máxime cuando se había conseguido, con importantes inversiones, unas infraestructuras de suministro a nivel europeo que auguraban rápidas transformaciones y mejoras en el largo y arduo camino de la descarbonización de la movilidad.
A todo lo expuesto hay que añadir una última reflexión. Si el resultado de la “inestabilidad”, por definirlo de alguna manera, del mercado y suministro de gas natural es el abandono del uso de esta energía sin que los estamentos que tienen que adoptar medidas que limiten en el tiempo los perjuicios económicos por su uso lo haga, ¿quién se arriesgará con importantes inversiones en otras alternativas de descarbonización, cuando en cualquier momento por mercados o circunstancias geoestratégicas, pueden quedarse ‘colgados de la brocha’, sin escalera que los sostenga?