Entrevista a Roberto Ramos, experto en seguridad vial de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE)
Seguridad vial y ahorro de combustible. Posiblemente, ambos aspectos sean hoy las principales preocupaciones tanto para los conductores particulares como para los profesionales del transporte de mercancías y las empresas con vehículos industriales. Pero, ¿aprobamos el examen? Interempresas ha querido conocer la opinión de un especialista en la materia: Roberto Ramos, experto en seguridad vial de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE).
¿Es realmente importante la forma de conducir para ahorrar combustible?
Sí, el comportamiento del conductor es básico para conseguir optimizar el funcionamiento del vehículo y reducir el consumo. Conducir es una toma constante de decisiones; acelerar innecesariamente o elegir una marcha inadecuada son, por tanto, decisiones del conductor fruto de una mala formación o de una información errónea proveniente de falsas creencias, mitos mecánicos, etc.
Entonces, díganos, por favor, cómo debemos conducir para minimizar el gasto en combustible.
De todas las pautas que permiten reducir el consumo del vehículo, quizá la más importante y la que más repercusión tiene en el ahorro de carburante es dejar de acelerar en todas y cada una de las circunstancias de tráfico en que la cantidad de movimiento del vehículo nos permite circular por inercia, o sea: al acercarnos a un semáforo en rojo, a un stop, al circular en pendientes descendentes, etc. Esta pauta es la más importante porque, al no acelerar con una marcha engranada por encima del régimen de ralentí, el consumo es nulo.
¿Qué otras consejos, además de una conducción ‘eficiente’, le daría al responsable de una flota de vehículos industriales?
Formación e información a todos sus conductores. Llevar un registro del consumo de carburante y establecer políticas de empresa que premien a los conductores que más carburante ahorren a la empresa. Esto crea una motivación personal al conductor que repercute también positivamente en su bolsillo.
Es un tema que, sin duda, preocupa al profesional, pero ¿conducimos, en general, de la forma correcta para lograr este ahorro de combustible?
Cada vez conducimos de manera más eficiente debido a que en las autoescuelas se incluyen estas pautas de conducción, que constan en los exámenes teóricos, y también son evaluadas en la prueba práctica, por lo que, poco a poco, con el relevo generacional aumenta el número de conductores eficientes.
¿Y si nos comparamos con nuestros vecinos europeos?
Estamos en la media europea en cuanto al consumo de combustible.
Sobre seguridad vial
¿Somos los españoles, en general, buenos conductores?
Los datos de siniestralidad indican que en los últimos 10 años se han reducido por debajo de la mitad las muertes ocasionas por accidente de tráfico, pero no hay que olvidar que no tener accidentes no significa que se conduzca bien; hay muchos más factores interrelacionados. Actuaciones como la mejor formación teórico/práctica en las autoescuelas de los nuevos conductores, el permiso por puntos, la información en los medios de comunicación, las campañas de sensibilización, etc., van cuajando poco a poco en la sociedad conductora y se nota. Conducir bien significa más prevenir las situaciones de riesgo que evitarlas cuando se producen.
¿Y los profesionales del transporte de mercancías?
A juzgar por los datos de siniestralidad, conducen mejor, pero también es verdad que tienen más controles que los conductores de turismos (tacógrafo, los limitadores de velocidad, etc.), por lo que no se puede dar una respuesta concluyente.
¿Cuáles son nuestros ‘defectos’? ¿De qué pecamos?
De creer que dominamos el vehículo, que conocemos al detalle la normativa. Yo destacaría el incumplimiento de las distancias de seguridad y de lo relacionado con la velocidad. Se circula por lo común demasiado cerca del vehículo de delante y muchas veces la velocidad no se ajusta a la señalización ni es la adecuada. Se confunden muchos los términos experiencia y rutina, y ésta última es la repetición de actos iguales sin que haya aprendizaje de por medio; en otras palabras: conducimos muchos kilómetros, pero repetimos constantemente itinerarios y solemos hacerlo “de memoria”.
En términos generales, ¿cómo valoraría el nivel de señalización de nuestras carreteras?
Muy bueno, quizá se pudiera mejorar reduciendo el número de señales en algunos tramos que lo único que hacen es que el conductor no tenga tiempo de ver, leer, interpretar y dar una respuesta adecuada a la señalización percibida.
¿Qué cree que podrían hacer las diferentes Administraciones por mejorar la seguridad en nuestras carreteras?
Se debe seguir haciendo hincapié en la formación. Una asignatura pendiente es el reciclaje periódico de conocimientos de los conductores, es decir, una formación continua como ya se hace con los conductores profesionales a través del CAP.
¿Qué opinión le merecen medidas como la limitación de velocidad a 120 km/h?
La incidencia directa que tiene la velocidad con la siniestralidad está absolutamente demostrada, documentada y calculada numéricamente por distintos expertos y grupos de investigadores de todo el mundo. A pesar de esto, pensamos que podemos circular a mucha más velocidad de la que nos limitan, pero se trata de un problema de percepción. Los límites de velocidad se fijan tras muchos cálculos, algunas veces complejos, y sería un caos y una temeridad permitir que los conductores fuesen más deprisa. Un tercio de las muertes en accidente de tráfico son provocadas por una velocidad inadecuada. ¿No da esto en qué pensar?
¿Y el carnet por puntos?
El permiso por puntos ha demostrado su gran utilidad para reducir el número de conductores infractores “peligrosos” para el resto de usuarios de la vía pública; es indiscutible su utilidad. Los que se oponen olvidan que es una medida que sólo deben temer los infractores, y no quienes cumplen la norma.
Finalmente, ¿qué le aconsejaría al profesional del transporte de mercancías?
Que no crea que basta con tener los permisos C o D para ser un buen conductor profesional. Le recomendaría que siga formándose e informándose, que procure que sus actos demuestren que, efectivamente, está en un nivel de conducción más elevado, Este nivel no puede consistir sólo en la habilidad para manejar un vehículo grande sino, ante todo, en practicar una conducción muy segura. Un conductor profesional nunca debe pensar “ya lo sé todo; nadie me puede enseñar nada más”; la formación no termina nunca y cuanto mayor es ésta mejores decisiones se toman durante la conducción.