Más seguridad para llegar más alto
26 de abril de 2010
Cuerdas, góndolas, andamios, plataformas móviles elevadas, grúas con canastillas, robots, pértigas… las posibilidades para llegar a lo más alto han ido en aumento conforme los edificios sumaban pisos y las medidas de seguridad son la clave para reducir el riesgo y la accidentalidad laboral en este sector. Por este motivo, la prevención es uno de los mejores aliados para esta actividad que cuenta con una normativa propia. Un ejemplo es la ley 31/95 de Prevención de riesgos laborales, en su artículo 19, que como otras normativas vigentes, dispone que todo trabajador que deba realizar su trabajo a una altura superior a dos metros debe disponer de sistemas de seguridad y equipos de protección individual adecuados para la labor que vaya a desarrollar. Por otra parte, se expresa que el trabajador debe disponer de los conocimientos necesarios para la utilización de dichos equipos.
De esta manera el conocimiento de los materiales homologados se convierte en una garantía para el trabajador. En Sima Formación Anticaídas están especializados en la prevención y realizan todo tipo de cursos de formación para trabajos en altura y verticales. Así, realizan prácticas con arneses, tipos de nudos, mosquetones, realizan simulacros de rescates y enseñan el buen manejo de los equipos y su correcto mantenimiento. Además, instruyen en el acceso por sogas. Insisten en que para que la seguridad sea de calidad tiene que haber dos cuerdas. Cada soga tiene un punto distinto de anclaje por lo que en caso de accidente o cualquier imprevisto la soga de seguridad previene caídas.
La mayoría de empresas evitan los accidentes laborales con la implantación de las últimas técnicas de descuelgue o elevación mediante equipos mecánicos. Así, un estudio sobre accidentalidad laboral en empresas de limpieza revela que el 9% de los accidentes se debían a la manipulación de productos químicos y el 15% al uso de vehículos y máquinas como fregadoras o aspiradores industriales, mientras que los percances en trabajos de altura se han reducido un 5% y se sitúa alrededor del 18% del total. Unas cifras que animan al sector a seguir trabajando para mejorar las condiciones y técnicas empleadas que aúnen seguridad y eficiencia.
Aunque para tranquilidad de muchos, no todos los trabajos de limpieza en altura necesitan que el trabajador se eleve. En empresas como Limpiezas técnicas en altura, Limpiezas Txukun o Delarmelina optan por un sistema de limpieza que hasta los 20 metros de altura pueden realizar desde el suelo.
Aunque lo más llamativo son los materiales que emplean en sus trabajos. La limpieza la realizan con agua ultra pura. La tecnología a través del sistema Thermopure les ha permitido tratar el agua, procedente del suministro habitual, que a través de un sistema de filtrado de cinco pasos, queda exenta de las sustancias que dejan residuos en los cristales. Afirman que combinando la acción dinámica del cepillado a través de pértigas, con el agua pura bombeada a las pértigas, obtienen buenos resultados. La superficie se deja secar de forma natural, desapareciendo las gotas restantes sin dejar rastro.
El método consiste en activar una pequeña bomba de impulsión el agua pura del depósito que sube a través de un conducto por el interior de la pértiga y la arroja a través de las cerdas del cepillo sobre la superficie que se desea limpiar. El operario acompaña este baño de agua pura con un suave cepillado para ayudar a poner en solución todas las partículas adosadas a la superficie, bien sean de grasa, jabón de lavados anteriores, polvo, tierra, cal, etc. El agua pura va absorbiendo todas estas impurezas y cayendo al suelo, dejando el cristal limpio y completamente estéril. Ello permite limpiar incluso los marcos o rendijas y dejar secar al aire de forma natural sin dejar marcas al secar, puesto que las pequeñas gotas que quedan después del cepillado son exclusivamente de agua químicamente pura, explican. Un método que elimina el uso de productos químicos y probablemente reduce costes finales.
El riesgo de la limpieza no está sólo en las alturas
El empleo de productos químicos en la limpieza industrial es en muchos casos motivo de afecciones a la salud del trabajador. Por eso cada vez se atiende más a las recomendaciones de calidad y homologaciones de los organismos oficiales. Entre los riesgos a los que están expuestos los limpiadores profesionales destacan las quemaduras, inhalaciones tóxicas o erupciones cutáneas. Por eso la protección es muy importante ante las emisiones de los compuestos químicos que se encuentra en los productos. Por ejemplo, los jabones emiten sulfato de alquil aril poliéter, alcohol sulfonatos, alquilfenol poliglicol éter, polietilenglicol alquil aril éter, alcoholes, alquil sodio isotianatos, formaldehído. Los limpiacristales, hidróxido amónico, amoníaco e isopropanol. Los desinfectantes, Fenol, cresol, hipoclorito sódico, sales de amonio cuaternario, amoníaco y formaldehído. Demasiados componentes que se regulan a través de normas como el Real Decreto 374/2001, de 6 de abril sobre la Protección de la Salud y Seguridad de los Trabajadores contra los Riesgos relacionados con los agentes químicos durante el trabajo.
Uno de los aspectos que tiene como objetivo proteger tanto al trabajador como al medio ambiente es la etiqueta ecológica o ecoetiqueta, que indica que el producto tiene baja incidencia medioambiental y por tanto es menos agresivo y más respetuoso con el entorno. En esta línea de trabajos de limpieza sostenibles es hacia dónde se dirigen los esfuerzos de empresas e institutos de investigación que consiguen reducir la toxicidad de ciertos productos sin reducir la eficacia en los acabados de limpieza y descontaminación de ciertas zonas más complicadas.