El juego es imprescindible para el ser humano
Imma Marín analiza por qué el juego es importante para las personas y destaca algunos aspectos que lo convierten en imprescindible para el ser humano.
La experta en educación y comunicación a través del juego Imma Marín expone y analiza los motivos que convierten el juego en un elemento tan importante para el ser humano. Recuperamos en este análisis las principales ideas de la experta respecto a este tema, así como los aspectos que, según ella, convierten el juego en imprescindible para las personas.
Imma Marín empieza su reflexión citando a dos autores que escribieron también sobre la importancia del juego. Por una parte, el filósofo holandés Johan Huizinga, que en su libro ‘Homo Ludens’ define la humanidad como la persona que juega, y por otra parte, el poeta y filósofo alemán Friedrich von Schiller, que dijo que el hombre solo es verdaderamente humano cuando juega. La experta, además, destaca que aunque es cierto que muchos animales juegan durante su formación, el ser humano es el único que lo hace toda la vida.
Para Imma Marín, jugar consiste en hacer algo por el simple placer de hacerlo, y hacerlo libremente sin esperar nada a cambio. Defiende también que desde el nacimiento el ser humano es una fuente inagotable de actividad y el juego es la principal actividad infantil, a la vez que define el mismo juego como una necesidad y un impulso vital que nos empuja ya desde pequeños a explorar el mundo. Marín añade que el juego es mucho más que los “juegos”, y resalta la importancia de saber distinguir entre el juego -para los ingleses ‘play’-, del juego y los juegos -para los ingleses ‘games’-, y apunta que el primero es una actitud ante la vida.
La experta en educación y comunicación a través del juego acaba afirmando que el juego es -y siempre ha sido- un elemento fundamental en el desarrollo de las personas. Jugar es una fuente de placer, alegría y satisfacción, así que es imprescindible para el crecimiento y la salud -física y mental- de todo ser humano. Para Imma Marín, el niño y el adulto que juegan son niños y adultos sanos, y de aquí que se reconozca el juego como un derecho de los niños y niñas, y también como una necesidad para los adultos.