El valor de la producción de cultivos de alto valor se ha duplicado en dos décadas
Los cultivos de alto valor han duplicado el valor de su producción en apenas dos décadas y los productores demandan tecnologías específicas para seguir aumentando el rendimiento y mejorar la eficiencia.
España es uno de los países punteros en cultivos especializados, con elevados índices de productividad en olivar, viña, almendro u hortícolas, entre otros. Solo en las dos últimas décadas, el valor de la producción global de los ultivos de alto valor ha pasado de no llegar a los 10.000 millones de euros a superar los 20.000 millones de euros.
Las previsiones continúan siendo positivas para los próximos años, dada la evolución de los estilos de consumo y la demanda de las sociedades, especialmente las de las regiones más avanzadas económicamente, dirigidas hacia productos más saludables, cuya producción suponga un menor impacto en el medio ambiente. De acuerdo con ello, los productores demandan tecnologias específicas, cada vez más avanzadas, que les ayuden a aumentar el rendimiento y mejorar la eficiencia.
España es uno de los países de referencia cuando se habla de cultivos especializados. Su sector agrícola está muy atomizado, pero muestra una gran potencia en diferentes zonas. Basta con citar como ejemplos el vasto olivar andaluz -también presente en otras regiones- o el imponente 'mar de plástico' que suponen los invernaderos del sudeste peninsular.
Un dato que demuestra la importancia de los ultivos de alto valor en España es que, en 2021, más del 50% de las nuevas matriculaciones de tractores en España (5.533 unidades) fueron modelos estrechos. Pero si ampliamos el foco, observamos que en Europa con solo el 25% de la superficie cultivable consiguen igualar el valor añadido de los cultivos extensivos, que acaparan tres veces más de extensión.
Futuro incierto
En un escenario tan convulso como el actual, hacer previsiones de futuro resulta especialmente difícil. De momento, la guerra de Ucrania, los problemas logísticos y el aumento del coste de las materias primas ya han provocado una caída del PIB global hasta el 3,4%.
Precisamente la gestión de las materias primas ha sacado a la luz la debilidad europea. Aunque Rusia y Ucrania aportaban -antes de la guerra- únicamente 2 décimas al PIB global, según datos de la OCDE, la realidad es que estos dos países se encuentran entre los principales proveedores de materias primas industriales y agrícolas. Rusia fue el segundo mayor productor de gas natural en 2021, uno de los tres principales de petróleo y también fue uno de los más relevantes en paladio (40% del total mundial) y níquel.
En trigo, Rusia era el mayor exportador del planeta y Ucrania, el quinto, dominando entre ambos países el 14% del total mundial. Junto cubren el 19% de la producción mundial de cebada, el 4% de maíz y contribuyen a más de un tercio de las exportaciones de cereales. Por si fuera poco, Rusia era el principal productor mundial de fertilizantes.
La dependencia europea se pone de manifiesto cuando el 5,5% del suministro de aluminio, el 5,8% de cobre y el 15,5% de níquel se suministran desde la Federación Rusa. Rusia y Ucrania cubren el 7% de las necesidades de acero de la UE y el 36% del gas natural importado en el viejo continente para calefacción y generación de electricidad proviene también de Rusia.
Tras la invasión de Ucrania, en menos de dos semanas el precio del crudo aumentó un 25% con clara tendencia al alza. La misma dinámica muestra el gas natural, así como materias primas industriales, como el aluminio, cobre, níquel o acero.
Es evidente que la economía agraria se encuentra bajo presión, con aumentos de los costes de producción (energía y fertilizantes), lo que pone en riesgo los niveles de producción e ingresos agrícolas. Los fabricantes italianos de maquinaria agrícola reclaman "una verdadera política energética europea", porque "se sienten frágiles".
Según el presidente de la patronal de los fabricantes transalpinos, "es preciso repartir la producción con seguridad alimentaria y no estar tan pendientes de las importaciones". En un encuentro con la prensa en FIMA, Alessandro Malavolti aplaudió "la liberación de terreno cultivable en la UE" y pidió "mayor inversión en la fabricación de maquinaria agrícola". A su juicio, para la mecánica agrícola, los principales factores de riesgo no están asociados con pérdidas de negocio en los países involucrados.