El Generalife de Granada, de palacio musulmán a Patrimonio Mundial de la Unesco
El porqué de la denominación de Generalife para esta hacienda, tal y como explican desde el Patronato de la Alhambra y Generalife, no responde a una sola interpretación, sino a varias, a lo largo de su historia. Así, podemos enumerar desde “Jardín” o “Huerta del Zambrero”, “el más elevado de los jardines” o “casa de artificio y recreo”, hasta “Mansión de placer o recreación grande” y “Jardín del citarista”, siendo hoy en día, aceptada la de Jardín o Jardines del Alarife, es decir, “del constructor o arquitecto”. Una interpretación simbólica que alude a Dios, ‘Allah’, como arquitecto y creador del universo.
Si bien el origen del nombre del Generalife todavía es un misterio, resalta la singularidad de este edificio, a medio camino entre lo que era una villa rural, destinada al desarrollo de tareas agrarias y cría de ganado, y un recinto de descanso para sultanes y familiares. Ya en la propia entrada a esta construcción, de estilo árabe nazarí, se aprecia esta dualidad. Por un lado, una construcción que se asemeja más a la de una almunia que a un edificio palaciego ateniéndonos a la descripción de almunia hispano musulmana que Ibn Luyun hace en su ‘Tratado de Agricultura’; por el otro, el acceso mediante la sucesión de dos patios a distinto nivel, lo emparenta de forma clara con el acceso al propio palacio de la Alhambra.
En su origen, el Generalife disponía de varios accesos, de modo que hasta nuestros días perviven al menos tres de ellos. El más directo comunicaba la Almunia del Generalife con el conjunto monumental de la Alhambra, a través de las huertas. Otro acceso era la entrada por el portón, donde vivían los huertanos, que aún se conserva junto al Pabellón de Entrada. Y el tercero, por el Postigo de los Carneros, en la zona más alta de la finca. Sin embargo, hoy en día, el visitante accede a través de un itinerario oficial, entre un conjunto de paseos de cipreses, trazados con motivo de la visita de Isabel II en el año 1862.
Arte topiario como técnica para recrear un jardín musulmán
Situado fuera de las murallas de la Alhambra granadina, al este, en la ladera del Cerro del Sol, el Generalife está considerado, junto a la ya mencionada Alhambra, uno de los conjuntos arquitectónicos por excelencia de la arquitectura civil musulmana. Al recinto se accede por los Jardines Nuevos y el Paseo de los Cipreses, iniciados en 1931 por Francisco Prieto Moreno quien se propuso enlazar una serie de espacios abiertos formados por cipreses que, a través del arte topiario, presentan esculturas vegetales. Éste consiste en proporcionar formas artísticas a las plantas mediante el recorte con tijeras de podar.
En cuanto a los primeros, éstos surgieron tras la incorporación del Generalife al Estado, a través de un acuerdo extrajudicial, en el año 1921. Fue entonces cuando se dio un estado de opinión favorable a la creación de un parque público, y de ahí, a la urbanización y ajardinamiento del sector comprendido entre la Alhambra y el núcleo edificado o Palacio del Generalife. Un proceso que se dividió en tres fases, ejecutadas una tras otra, y que hoy en día se conocen como los Jardines Nuevos. En el año 1931, se llevó a cabo el tramo más cercano al edificio, simulando un jardín-laberinto, con arquerías de rosaledas y cipreses. Más de dos décadas después, en el año 1951, se prolongó, de manos del arquitecto Prieto Moreno, quien versionó un jardín tipo de la Granada nazarí, con una acequia en crucero, calles y paramentos adornados con cipreses, más una pérgola abierta al paisaje de la Alhambra y de la ciudad de Granada. Se combinaron, basándose en referencias históricas, suelos empedrados, fuentes y macizos florales entre otros elementos representativos de la época. Finalmente, un año después, la obra concluyó con un anfiteatro al aire libre, diseñado para el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, sede de este evento artístico desde entonces.
Por su parte, el Paseo de los Cipreses, junto al Paseo de las Adelfas, es un camino rodeado de cipreses que dirige al visitante, también, hacia la salida. Este recorrido se construyó en el primer tercio del siglo XX.
La Escalera del Agua, punto “álgido” del lugar
Una vez atravesados los Jardines Nuevos, se accede al Palacio del Generalife a través de dos patios de entrada al conjunto arquitectónico nazarí. El primer patio al que se accede es el conocido como del Apeadero, puesto que cuenta con un banco junto al muro del fondo preparado para la descabalgadura. El segundo, situado a mayor altura, sirve de comunicación por una empinada escalera al Patio de la Acequia.
Los aficionados a las alturas acceden a la zona más alta del Generalife, que se asienta sobre una ladera, a través de la popular Escalera del Agua, subsistente del recinto primitivo, aunque muy modificada. Una escalera que atesora fama debido al hecho que el agua de la acequia del sultán se desliza por los canales de sus muros. Toda una delicia a disfrutar durante un día caluroso. A intervalos de tres descansos, en cuyos ejes se sitúan pilas circulares de las que, en su origen, partía un canalillo de agua hoy en día perdido. Sin embargo, sobre los parapetos que bordean la escaleras sí corren canales hechos con tejas invertidas, por los que baja el agua de la Acequia Real, de forma permanente.
El último peldaño de la Escalera del Agua representa la cota más alta del Generalife. Éste supone una especie de observatorio de excepción, con vistas espectaculares. Ello hizo que, en el año 1836, el administrador de la finca, Jaime Traverso, construyera un Mirador Romántico en estilo neogótico, en sintonía con la época, en claro contraste con el resto y quizás valorando los posibles vestigios de que en ese punto existiera, según algunos autores, un oratorio musulmán.
La importancia de la Alhambra y el Generalife de Granada, así como su influencia sobre el entorno circundante, ha sido reconocida a lo largo de la Historia.
De este modo, por Orden de la Regencia del Reino de 10 de febrero de 1870, confirmada por la Real Orden de 21 de julio de 1872, y ampliada por la Real Orden de 11 de junio de 1896, se declaró monumento nacional, histórico y artístico, el Alcázar de la Alhambra, en Granada, con sus jardines y dependencias accesorias, incorporada la Puerta Elvira.
Posteriormente, ya en el siglo XX, por Decreto de 27 de julio de 1943, se declararon Jardines Históricos, los formados por el conjunto de los de la Alhambra y el del Generalife.
Durante la Convención de la UNESCO, celebrada en Buenos Aires entre el 29 de octubre y el 2 de noviembre del año 1984, el Comité del Patrimonio Mundial procedió a inscribir oficialmente en la Lista de dicho Patrimonio a la Alhambra y el Generalife de Granada.
Un reconocimiento que implica el compromiso internacional de nuestro país a la hora de conservar y proteger este conjunto monumental y su entorno de modo especialmente cuidadoso, cuestión que recae tanto en la Administración del Estado como en la de la Junta de Andalucía, en virtud del citado compromiso internacional.