Entrevista a Hortensia Vigil, presidenta de la Federación de Empresarios de Instalaciones Deportivas (Fneid)

Sí, y en el caso de las instalaciones deportivas se incrementa del 8 al 21%, es decir, un 13%.

…Y con graves repercusiones. Te hablaré del reciente caso portugués. La Asociación de Gimnasios y Academias de Portugal realizó un estudio tras una subida de su impuesto, que pasó del 5 al 23%. Consecuencia: en sólo tres meses, 100.000 personas dejaron de ir a sus instalaciones deportivas. Un 82% de los gimnasios que no repercutieron el IVA a sus clientes ha quebrado. El volumen de negocio ha bajado en 55 millones de euros y se ha destruido un 10% de mano de obra.

Extrapolando el caso luso a nuestro país, podemos perder más de 4.000 puestos de trabajo. Además, podrían cerrar hasta 800 instalaciones en tan sólo un año. Hemos calculado que el 11% de los usuarios abandonará la práctica deportiva. Y creo que es una cifra optimista.

Poco. En 2010, presentamos sin éxito un informe al Gobierno para pedir el IVA superreducido, un informe externo que defendía el carácter social del sector, ya que proporciona salud y previene enfermedades.

Sí, lamentable. No es lógico ni tiene sentido alguno que un aficionado que asiste a un acto deportivo pague un 10% de IVA, y un señor que va a practicar ese mismo deporte tenga que abonar un 21%. No puede ser lo mismo. Es absurdo. Y así se lo hemos comunicado y transmitido, entre otros, a la CEOE, al presidente de la Comisión de Educación y Deporte, y al jefe de gabinete del secretario de Estado de Deportes, de quien dependemos.

Entiendo que son momentos muy difíciles. Ningún sector quiere que le suban el IVA. Es lógico. Por eso nuestra demanda va más allá. Si hay que hacer un esfuerzo, pues lo hacemos, pero que sea proporcionado. Lo que no puede ser es que de la noche a la mañana asumamos una subida de 13 puntos.

El sector en general ya trabaja con márgenes muy ajustados. ¿Qué vamos a tener que hacer? Pues despedir a personal y ajustar las condiciones a nuestros proveedores. Es una cadena. Tanto si se repercute el IVA al usuario como si no se hace, las consecuencias están ahí. Esto va a ser una hecatombe, para grandes y pequeñas instalaciones.

La federación representa desde hace once años los intereses de las empresas españolas de instalaciones deportivas privadas. Uno de sus principales objetivos era y es defenderse de la “mal llamada competencia desleal” de las instalaciones públicas. Pero, ¿en qué consiste?

Hace unos años se empezaron a construir indiscriminadamente instalaciones deportivas de carácter público en las que se montaban gimnasios que ofrecían las mismas actividades que en los negocios privados. Esto acabó con muchísimas empresas y supuso un problema muy grave para el sector.

Sí, copiaron el modelo privado: contrataban a los mismos proveedores y a los mismos monitores, adquirían las mismas máquinas y ofrecían las mismas actividades… una situación imposible. No competíamos todos en las mismas condiciones.

Ahora las administraciones ofrecen el suelo para que se monten instalaciones privadas.

Estos se están privatizando, son ahora de gestión privada.

Algo más del noventa por ciento está constituido por pequeñas empresas. El resto son multinacionales y grandes empresas de capital riesgo, que están ahora entrando en España con fuerza. El perfil medio corresponde a una instalación de unos mil metros cuadrados en los que se ofrece fitness y actividades aeróbicas dirigidas.

Se promueve, sí. Quizá ahora no lo suficiente, porque no estamos en un buen momento. La gente no va al gimnasio, como podía ocurrir antes, sólo para estar guapos. El usuario de este tipo de instalaciones es consciente de los múltiples beneficios para la salud. Sin embargo, hoy la realidad es que sólo el 20% de la población realiza algún tipo de actividad física.

Muy poco. La diabetes, el estrés, la depresión, las enfermedades coronarias o la obesidad encuentran un aliado firme en la actividad física regular, que se traduce en un ahorro para la sanidad pública.

Para ser un sector de servicios, no somos de los más afectados. Estamos acostumbrados a competir y a sufrir, ya que jugamos con márgenes de beneficios muy ajustados.

Sí, la inversión es muy, muy fuerte. Además, deberá abrir a las 8 de la mañana y cerrar a las 10 de la noche, sábados y domingos, con un gran gasto de agua y de luz. Además, deberá dotarla de maquinaria.

Mucho. Te pondré un ejemplo: la típica cinta para correr de gama media-alta —en España la mayoría de los gimnasios opta por este tipo de equipos— cuesta entre 8.000 y 10.000 euros. Amortizar esa inversión no es fácil, y dependerá del gimnasio, claro, pero sí te puedo decir que casi cuando empiece a amortizar esa cinta —en unos 5 ó 7 años— ya tendrá que comprar otra.

Absolutamente nada de nada.

Cuando aquí llegó el modelo de negocio típico estadounidense a medio plazo tuvieron que cambiar, porque el español lo que quiere es conseguir resultados, que le atiendan y que le traten bien.

Sí. El modelo estadounidense apuesta por una instalación espectacular casi de autoservicio. Por su parte, España cuenta con instalaciones de calidad alta y un buen trato personal.

Bueno, yo creo que no puedo ser demasiado objetiva. Diría que damos un valor añadido impresionante. Para mí es un diez. Nuestros gimnasios ofrecen más de lo que el mismo cliente pide. Sobrepasamos el nivel que el propio usuario solicita. Nuestras instalaciones cuentan con todas las herramientas, tanto técnicas como humanas, para que los clientes tengan absolutamente todo lo que necesitan. Estamos a la última en todo: en tecnología, en actividades y en atención al cliente.

Soy usuaria, cuando mis obligaciones me lo permiten, y soy propietaria de una instalación deportiva.

Es muy alto. En este sentido, hay una inquietud en el sector, y que la federación recoge.

Existe una licenciatura, pero no unos estudios medios de formación profesional. Así, el personal de nuestros gimnasios se forma en los propios centros. El sector necesita homologar esa titulación media, y en esta labor la federación está muy comprometida.

Nos encontramos ya en la era de la salud. Así, las instalaciones van a tender a especializarse cada vez más en problemas físicos. Se irán adaptando a personas con discapacidad, a las necesidades de estos clientes. Serán centros saludables con todo lo que conlleva este tipo de actividades. El índice de obesidad infantil en nuestro país es alarmante; nuestros centros se pueden adaptar a ellos para ofrecerles la actividad física que necesitan.

Sí, es un tema que ya hemos abordado. El problema es que ahora no hay dinero para nada. No es el momento. Pero este es el camino, es el futuro.