El futuro de las empresas mayoristas de pescado

Formamos parte de la cadena de valor que consigue poner al alcance de todas las familias el acceso a los productos de mar en cualquiera de sus formas, siempre salvaguardando las garantías de salubridad exigidas. Un gremio que cuenta con más de 40 años de historia de movimiento asociativo y que no es ajeno a todos los cambios que estamos viviendo en este proceso de globalización.

Somos conscientes que el libre mercado, el desarrollo tecnológico, los nuevos sistemas de comercialización y los cambios sociales han afectado a nuestro sector y a la forma de entender nuestra profesión. Vivimos en un mundo que está siempre en proceso de transformación, donde los cambios cada vez son más rápidos y sólo si somos capaces de entenderlos y adaptarnos a ellos podremos dar las respuestas adecuadas a esas nuevas demandas, satisfacer al consumidor y permanecer en el tráfico comercial. Y sabemos de nuestra responsabilidad en la transformación de un modelo productivo que debe ser consecuente con un mundo sostenible y energéticamente eficiente.

El consumo de pescado, como parte de nuestra dieta mediterránea, ocupa un lugar fundamental en nuestra alimentación. Esta idea es compartida por la ciudadanía, así como por los profesionales de la salud. Sin embargo, aun siendo conscientes de ello, los niveles de consumo siguen siendo bajos en relación a las necesidades nutricionales. Casi un 80% de la población no alcanza las 3 ó 4 raciones semanales necesarias en nuestra dieta.

Según nuestros estudios de mercado, las principales razones para la ausencia del consumo necesario son, en orden de importancia: el precio del producto, la dificultad para elaborarlo y consumirlo y, en menor medida, las posibles enfermedades derivadas del consumo.

Sectro mayorista en la Nave Central de Mercamadrid.

Para cada uno de estos motivos debemos ser capaces de dar respuesta. Debemos combatir la falsa percepción del precio del pescado, contribuyendo a la difusión de un producto tan amplio y que ofrece distintas alternativas dependiendo del momento. Incorporar conocimientos generales sobre el pescado de temporada, la acuicultura, el producto congelado y la conserva ayudan a ampliar la cartera de posibilidades en el consumo.

El segundo de los argumentos tiene que ver con la dificultad en el preparado y en el consumo. Los nuevos consumidores imponen otros ritmos tanto en el acceso del producto, la rapidez y el grado de elaboración. En definitiva, conjugar la facilidad con la calidad.

La incorporación de esos nuevos consumidores representa todo un reto para nuestro sector. Son perfiles que demandan nuevos servicios (acceso directo, reparto a domicilio, compra on line...), que prefieren en mayor medida un producto con más elaboración o un grado de preparación completo, que prefieren pagar más a cambio de ganar tiempo… Al mismo tiempo, es un público exigente en cuanto a la calidad y a la garantía de la seguridad alimentaria.

Las nuevas generaciones tienen más acceso a la información y, por lo tanto, más opciones de elección. La amplitud de oferta les permite cambiar de proveedor si no están satisfechos con el producto o el servicio, el packaging e incluso el servicio posventa. Vivimos un momento que cada consumidor es, al mismo tiempo, un opinador y un generador de tendencias.

Y el tercer argumento a tener en cuenta es que los nuevos consumidores quieren información sobre qué consumen. Quieren conocer su procedencia, el impacto medioambiental, el consumo energético y quieren garantías en cuanto a la seguridad alimentaria. Y de todo esto, además de conocer, quieren opinar y valorar.

La valoración del cliente ha adquirido en los últimos años un nivel de importancia muy superior. Las redes sociales son un altavoz que genera no sólo contenidos, sino opiniones. Esas opiniones tienen más fuerza que las propias evaluaciones profesionales.

Esa nueva realidad nos debe llevar a replantearnos nuestra relación con nuestros consumidores. Debemos saber escuchar sus demandas, sus necesidades y también sus críticas. Y ellas nos deben llevar a incorporar cambios en nuestra forma de trabajar.

Por todo esto, el factor de la investigación social y de la innovación debe formar parte del ADN de nuestras empresas. Y esta labor no podemos hacerla de forma individual. Por el contrario, debemos partir de una alianza de todo el sector para acercarnos a estas demandas y empezar por hacer más transparentes nuestras empresas, nuestros sistemas de funcionamiento y mejorar la interacción con nuestros diferentes públicos.

Tenemos confianza en nuestros productos. Sabemos que proporcionamos el mejor pescado de cada puerto, el de mayor calidad. Por lo tanto, lo que debemos revisar son los servicios que ofrecemos, nuestra logística y la información que proporcionamos. Debemos reforzar nuestra responsabilidad social corporativa en nuestra contribución social, económica y ambiental. Y esto tiene que ver con la estabilidad laboral, la generación de empleo y la formación. Con la protección de la salud desde la seguridad laboral y la prevención de riesgos. Con nuestro compromiso con el medioambiente, desde la selección de tallas en productos, el ahorro energético, el reciclaje de envases… Y, por supuesto, con la responsabilidad con nuestros consumidores en todo lo que tiene que ver con el control de calidad, la seguridad alimentaria y la información sobre nuestros productos.

Los consumidores deben tener acceso a nuestro sistema de trabajo y el papel que desarrollamos en el tejido productivo, además de los beneficios que generamos al colectivo. Y la mejor forma de comunicar y darnos a conocer es tejiendo alianzas con el resto de sectores que intervienen en nuestra cadena y en la alimentación: desde la flota pesquera, los puertos, las lonjas y, por supuesto, el sector detallista.

Pero también debemos incorporar a otras instituciones y organismos que intervienen en nuestra alimentación y que pueden influir en nuestra forma de vida: Escuelas de hostelería, Universidades, Colegios profesionales, escuelas, medios de comunicación… Intervenir positivamente en el consumo no es tarea fácil, pero es un reto y una responsabilidad que debemos afrontar como agentes de comunicación y de influencia que somos.

Para que eso sea posible debemos generar seguridad, confianza y fiabilidad. Lo haremos apostando por la innovación, desde la incorporación de otro modelo de gestión en nuestras empresas, con sistemas logísticos renovados, que mejoren el acceso de los clientes a nuestros productos de una forma más eficaz y sostenible. Lo haremos desde el apoyo a la investigación y el seguimiento en la mejora de la seguridad alimentaria. Y lo haremos pensando en las nuevas demandas del consumidor, innovando en la elaboración de nuevos productos, envases, presentaciones...

Esos son los retos que nos planteamos en un futuro muy próximo, conscientes que defendemos y promovemos el consumo de una tipología de producto que es una de nuestras principales señas de identidad.