Nuevos modos de iluminación monumental
Su carácter simbólico y patrimonial, así como la permanencia durante tanto tiempo en un mismo lugar, los hace formar parte de una identidad. Por ese motivo, incluso desde antes de la aparición de la luz artificial, el hecho de dotar de iluminación nocturna a los monumentos ha sido algo característico de la humanidad.
No obstante, nos encontramos en una época en la que las nuevas tecnologías han introducido nuevas formas de iluminar, que han derivado en nuevos códigos y lenguajes. Si bien hasta hace poco iluminábamos monumentos proyectando luz, ahora hemos pasado a iluminar monumentos proyectando lenguajes, códigos, mensajes… Los monumentos han pasado de ser el mensaje final a ser el lienzo, y no todos los ojos lo reciben con el mismo gusto.
El pasado 2015, desde iCandela tuvimos el placer de entrevistar a Lucia da Brito Romero Cajaty, Ingeniera Eléctrica y, por aquel entonces, responsable de la iluminación del Ayuntamiento de Rio de Janeiro, en Brasil. Durante su tiempo de ejercicio, su reto fue el de “dignificar” la imagen nocturna de su ciudad, tanto a través del mantenimiento y cambio a tecnología LED de las más de 500.000 luminarias viales como, sobre todo, a través de la introducción de iluminación en los monumentos, constantemente relegados “a un segundo plano”, con los que existía una deuda histórica de mejora.
Por ese motivo, para concienciar a la población sobre la importancia de estas construcciones, publicó el libro ‘Rio de Cor: Monumentos para colorir’, en el que invitaba al lector, fuera cual fuera su edad, a colorear las siluetas de un buen número de monumentos de Rio de Janeiro, invitándole a participar de forma personal en su ficticia iluminación. Sobra decir que nos obsequió con un ejemplar, que guardamos con cariño. No podíamos tratar este tema sin evitar recordar esa bella conversación.
Moulin Rouge, París. Ejemplo de iluminación monumental en que la fuente de luz está sobre el propio monumento (izquierda); y Parlamento de Budapest. Ejemplo de iluminación general y rasante conformada por lámparas de descarga de sodio de alta presión. Fotos: Víctor Jordà.
La iluminación monumental ha pasado por diversas épocas y tendencias. De las originales lámparas de gas que empezaron a iluminar las calles y algunos monumentos, se pasó a la incandescencia, que fue la completa protagonista a la hora de confeccionar los paisajes nocturnos durante movimientos vanguardistas como el Art Decó o el Expresionismo, donde por primera vez se prestaba especial atención a la apariencia que tendrían los edificios icónicos de noche.
De todos modos, la iluminación monumental, que tal vez está más grabada en nuestras retinas por su larga perduración en el tiempo y omnipresencia, es la proporcionada por las lámparas de descarga de sodio de baja y alta presión, que desde hace décadas llevan tiñendo con su característico tono ámbar multitud de fachadas de edificios tanto públicos como privados. A estas últimas, pese a seguir muy presentes, también las han ido sucediendo primero las lámparas de descarga de halogenuros y posteriormente los sistemas con tecnología LED.
Todos estos sistemas, con sus más y sus menos, han buscado destacar las construcciones durante la noche. Dependiendo del caso concreto, se ha buscado un sistema que imite la luz solar, iluminado al objeto uniformemente y, principalmente, de arriba abajo o de manera frontal, sistemas de iluminación rasante para destacar texturas, materiales o formas, sistemas puntuales para destacar partes concretas de la obra o incluso casos en los que las propias fuentes de luz están situadas sobre el propio monumento, convirtiéndolo en luminaria. Como elemento transversal a todos estos casos encontramos el hecho de que la iluminación está siempre al servicio del monumento; su misión no es otra que destacar el objeto de forma global y sus características para hacerlo reconocible.
No obstante, en la actualidad están surgiendo nuevas tendencias que inciden totalmente en el modo en que iluminamos nuestros monumentos y edificios históricos. Desde hace unos cuantos años, ha surgido la costumbre de iluminar los edificios de colores determinados en días señalados como concienciación por alguna enfermedad o patología o como apoyo a causas concretas. Algunos ejemplos serían la luz rosa en el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama o el azul por el Día Internacional de Concienciación del Autismo. En estos casos, el edificio o monumento pasa de ser un objeto que ‘es iluminado’, y, por tanto, recibe luz, a ser un objeto que ‘ilumina’ o emite luz, con el objetivo de transmitir un mensaje.
Parroquia de Sant Bartomeu i Santa Tecla de Sitges iluminada de rosa con motivo del Día Mundial Contra el Cáncer de Mama (izquierda); Fachada del Gran Teatre del Liceu, Barcelona iluminada de azul con motivo del Día Internacional de Concienciación del Autismo (derecha). Fotos: Víctor Jordà.
En los últimos diez o quince años han surgido, además, en muchas ciudades los festivales de iluminación, que, con el objetivo de acercar y fomentar la cultura de la luz como un importante elemento de confort y también de expresión artística a la ciudadanía, han llevado la luz a multitud de monumentos normalmente no iluminados, sucediendo precisamente lo que se anhelaba en el libro mencionado anteriormente.
Ejemplo de mapping abstracto sobre Notre Dame en París. Foto: Anna Benítez.
En algunos casos, estas instalaciones lumínicas efímeras buscan enfatizar características concretas del edificio o monumento que iluminan, ya sea para conmemorar su historia, para destacar elementos arquitectónicos o constructivos o para crear una experiencia estética. Este efecto lo conseguirían instalaciones tanto estáticas como dinámicas que, mediante el uso de distintos tipos de luz (rasante, puntual…) o colores, crean una serie de ‘experiencias’ sobre el objeto iluminado que nos permiten percibirlo de maneras distintas a las que estamos acostumbrados, y que nos ayudan a entender cómo está construido o qué símbolos posee. Entrarían también en este grupo los ‘mappings’ abstractos que, mediante la proyección de imágenes y luz en movimiento, dialogan con la arquitectura.
Sin embargo, en muchos otros casos, esta clase de instalaciones dejan de dialogar con el monumento en sí, para pasar a utilizarlo como elemento en el que proyectar figuras, símbolos o mensajes totalmente ajenos al mismo. En este caso encontraríamos a los ‘mappings’ figurativos que proyectan pequeñas historias sobre edificios, así como aplicaciones experimentales de Inteligencia Artificial.
Ejemplo de mapping figurativo sobre el Ayuntamiento de Barcelona. Foto: Víctor Jordà.
Es precisamente este último modo de ‘iluminar’ monumentos el que ha generado más debate o controversia, por el hecho de desvirtuar tanto su sentido, significado o arquitectura hasta llegar a convertirlo en prácticamente una pantalla de cine que podría estar en cualquier lugar.
En cualquier caso, lo que no podemos negar es que el uso de construcciones como elementos puramente simbólicos, y no prácticos, a las que dotamos de un fuerte significado y arraigo es algo transversal en todas las culturas; y es bello contemplar cómo el uso de iluminación natural o artificial forma parte de la ecuación, siendo esta fuente inmaterial de lenguaje y simbolismo.