La luz se transforma en un elemento físico, revelando la composición de los edificios y las intersecciones entre los volúmenes
Un nuevo capítulo de luz para el campus John Felice Rome Center
La universidad, fundada en 1870, es uno de los más importantes colegios jesuitas de los Estados Unidos y la sede de Roma recientemente ha sido sometida a la ampliación de su campus, el John Felice Rome Center, que ha incluido la construcción de nuevas residencias para estudiantes universitarios, una capilla, un salón de entrada y redefinición de los espacios externos de paso.
El nuevo conjunto arquitectónico, proyectado por el arquitecto Ignazio Lo Manto, muestra una gran sensibilidad por el contexto en el que se encuentra, representa una transición gradual de lo viejo a lo nuevo, empezando por el uso de elementos predominantes, como el ladrillo, “un material de construcción familiar y domestico que sirve para crear un lazo visivo y físico entre lo que ya existe y lo nuevo, para modular la luz, para conferir una tranquilizadora sensación de masa y establecer un modelo tangible y un color coherente con el conjunto arquitectónico” explica el arquitecto.
También la forma de los edificios, geométricos, simples y sin características convencionales, ayudan a unir visual y concretamente la nueva arquitectura con la que ya existe. Otros materiales, como acero y vidrio, complementan al ladrillo, en cambio juntos se unen para crear unidades geométricas casi abstractas que subrayan la relación del conjunto con el contexto espacial.
El proyecto de iluminación, realizado completamente por L&L Luce&Light con la elección de los aparatos encargada a Gianni Celleno de Elettroged (Roma), ha sido parte integrante en la definición del proyecto arquitectónico. De hecho, la luz aquí se transforma en un elemento físico, revelando la composición de los edificios y las intersecciones entre los volúmenes.
La luz da forma, se refleja en el suelo interior y exterior estableciendo una jerarquía entre los espacios, señalizando los recorridos de distribución. Es en la capilla donde la intersección entre la luz y el espacio alcanza su máxima intensidad, creando una atmósfera casi mística. Aquí la luz fluye a través de un gran tragaluz trapezoidal sobre el altar, se refleja en el acabado del suelo en travertino y sobre la fachada del altar mismo. Dentro, los proyectores para la iluminación de la arquitectura van desde los bordes oblicuos de la pared hasta el techo y devuelven una luz a ras, así como los perfiles lineares Neva 1.2, que, gracias a la óptica estrecha y retroactiva, posicionados a los pies de la referencia arquitectónica de la cruz, garantizan un alto confort visual.
Para la iluminación funcional de las zonas de entrada se han elegido algunos aparatos downlight empotrados Bitpop, en cambio los empotrados uplight Bright 1.6 con óptica estrecha están posicionados en las ranuras. SE han colocado algunos Bright 5.F en las paredes externas de la capilla, donde se alcanza la amplitud de la emisión gracias a su óptica elíptica. Los caminos externos que conectan los espacios están iluminados por los bolardos Linear mono y bidireccionales, de diferentes alturas según la zona (250 o 600 cm).
Las exigencias del proyecto se han cumplido completamente: la luz ha adquirido un carácter no solo funcional, sino que también estético y sensorial; un elemento de interacción con los visitantes que comunica emociones, creando un ambiente perfecto para el estudio y la plegaria.