Ledvance propone cinco claves a tener en cuenta para iluminar un museo y sala de exposición
El uso adecuado de la luz repercute en todos los niveles dentro de un museo o de un centro expositivo. Antes incluso de entrar, la iluminación del acceso y de la fachada transmite información, por ejemplo, indicando los puntos de interés como la entrada. En el vestíbulo, durante la exposición, en la cafetería, la luz guía la visita.
Además, la luz resalta la obra, jugando con el fondo y destacando unos aspectos u otros. En este ámbito se llama iluminación general a aquella que no crea espacios oscuros, en los que todo está iluminado, mientras que la iluminación de acento pone el foco en unos detalles que el museógrafo quiere que el espectador perciba.
También es importante considerar otro factor más: la luz influye en el bienestar emocional de las personas. En el tiempo de duración de una visita no es tan relevante como, por ejemplo, la iluminación de un centro de trabajo o de un hogar, pero predispone a estados de ánimo y provoca sensaciones y reacciones en las personas. Una buena estrategia de iluminación tiene este dato en cuenta.
Consejos para no dañar las obras
Sin embargo, la luz no solo añade valor a los museos. También entraña cierto riesgo para la propia obra. La exposición a la luz deteriora los objetos presentados y para reducirlo es preciso conocer varias claves:
- La luz solar, si bien es un tipo de luz que siempre conviene aprovechar, es muy perjudicial para las obras, por los rayos UV e infrarrojos. Es recomendable no exponer de forma directa una obra a la luz natural, especialmente si es muy sensible a las radiaciones.
- Dentro de la luz artificial existen diversos tipos de luz, que afectan de una manera u otra. Por ejemplo, las lámparas halógenas emiten calor, que gradualmente daña a las pinturas.
- Por el contrario, y como alternativa que se utiliza cada vez más, la tecnología LED no emite calor en exceso.
- Una persona encargada de las labores de preservación del museo y restauración puede llegar a recomendar, llevando el caso al extremo, que lo mejor para conservar una obra es no iluminarla. Como esto no es posible en la mayoría de los casos, sí se puede, en cambio, tratar de reducir el tiempo de exposición de las obras a la luz.
- Conocer el material de una obra es muy útil para su conservación. La mayoría está elaborada a base de recursos orgánicos, pero hay diferencias. Las acuarelas, los trabajos en papel y los ejemplares de historia natural son las más sensibles a la luz. En ellas, la luz no solo influye en el color, sino que pueden llegar a afectar a la estructura material. Las pinturas al óleo y al temple son un poco menos sensibles a las mismas. En un tercer grupo, las piedras, los metales, las cerámicas y las joyas sin pintar son las más resistentes.
A nivel mundial, existen una serie de relaciones que indican el nivel de luz ideal para cada tipo de material. La tecnología avanza en esta dirección para controlar la salida espectral de una fuente de luz.
Lo ideal es un sistema de iluminación que detecte de manera automática las características de reflectancia de una obra y emita una luz optimizada a cada parte de color, para adaptarse a la obra, no dañarla y, al mismo tiempo, reflejar bien todos los detalles y tonos cromáticos. La tecnología LED permite regular la emisión.
Ventajas LED
Además de no emitir calor, como sí hacen las halógenas, y de permitir reducir la radiación óptica absorbida por las pinturas, las lámparas o luminarias con tecnología LED presentan múltiples beneficios y, por ello, son cada vez más utilizadas en cualquier ámbito.
La tecnología LED provoca una sensación de luz más natural y presenta toda la gama de temperaturas de color, lo que permite crear ambientes sin necesidad de cambiar o utilizar más recursos. Tienen un índice de reproducción cromática alto, superior a 90, y suponen un ahorro energético muy considerable, de cerca del 80%. Tienen una vida útil más larga y son más sostenibles.
Soluciones concretas para cada necesidad
Una recomendación para las luminarias de carril es que dispongan de un ángulo de apertura determinado. Para un centro de exposiciones es especialmente práctico debido a que cada exposición tiene unas características y, a menudo, la distribución del espacio y la iluminación cambia de una a otra.
En este sentido, los proyectores de carril Tracklight Spot de Ledvance se pueden inclinar y girar. Los reflectores reemplazantes ofrecen tres diferentes ángulos de apertura de 15, 24 y 38 grados, lo que permite resaltar los objetos con una libertad muy significativa.
Proporcionan un elevado confort visual gracias a sus altas propiedades antideslumbrantes (UGR<16) y una alta reproducción cromática (CRI> 90).
Se pueden adquirir en tres tamaños de carcasas, discretas y pequeñas, como buscan los instaladores y arquitectos, con focos de 25, 35 y 50 W. La carcasa, elaborada en aluminio de alta calidad, está disponible en blanco mate, negro mate o gris hormigón.
Sobre luminarias flexibles, también encontramos los focos Spot Multi y Vario de Ledvance, que incorporan articulaciones de cardán que permiten ajustarlas y ofrecer una iluminación ideal en función de la estancia o el mobiliario. Por tanto, la luminaria Spot Vario se puede utilizar como luz descendente clásica (con el cabezal totalmente empotrado) o como bañador de pared (con el cabezal extendido).
Los Spot Vario permiten una inclinación de hasta 35 grados y un giro de hasta 350 grados. Con una eficacia alta, de hasta 100 Lm/W. Están disponibles en 3.000 y 4.000 K de temperatura de color.
De la misma familia, los Spot Multi tienen uno, dos o tres cabezales que se pueden ajustar en cualquier dirección e inclinar hasta 25 grados. Resultan muy útiles para espacios de los centros de exposición donde se requiera que una misma luminaria proporcione iluminación general y de acento a la vez.
Son luminarias que reemplazan a los focos halógenos de 35, 50 y 75 W, y que suponen un ahorro energético de hasta un 90%.