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El reto de las viviendas saludables, ¿un compromiso con el confort y la eficiencia energética?

Frédéric Giraudet , director general de Aldes España

12/05/2020

El 80% de nuestro tiempo lo pasamos en espacios cerrados, y más de la mitad de este tiempo en nuestra casa. Hay múltiples fuentes de contaminantes que se generan dentro de la vivienda y que habitualmente no tenemos en cuenta. Pero los recientes acontecimientos nos confirman una y otra vez esta realidad. Entonces, ¿cómo nos aseguraremos que la calidad de aire es óptima en nuestra vivienda? ¿Qué prioridades debemos tener en el momento de elegir nuestro hogar?

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¿Qué es una vivienda saludable?

Según la definición de la RAE, saludable se refiere a algo que sirve para conservar la salud corporal, pero también al aspecto sano y a la salud mental. En fin, la pregunta es: ¿cómo mi vivienda puede impactar en mi salud?

Saludable

adj. Que sirve para conservar o restablecer la salud corporal.

adj. De buena salud, de aspecto sano.

adj. Provechoso para un fin, particularmente para el bien del alma.

Todos tenemos en mente imágenes de pisos insalubres (humedad, moho), casos de pobreza energética, pisos con problemas estructurales o defectos de construcción. Es evidente el riesgo inmediato que generan todos estos casos, y lo perjudiciales que son para la salud y el bienestar de sus habitantes. En cambio, si no vemos estos problemas tan evidentes en nuestras viviendas, pensamos “erróneamente” que nos encontramos protegidos y seguros dentro de ellas.

Pero hay un asunto que en la mayoría de los casos se desconoce: la mala calidad de su aire interior, y sus múltiples impactos tanto en la conservación del buen estado de la vivienda como en la salud de sus habitantes.

Pasamos el 80% de nuestro tiempo en espacios cerrados, y más de la mitad de este tiempo en nuestra casa. Hay múltiples fuentes de contaminantes que se generan dentro de la vivienda:

  • CO2: por la respiración
  • H2O (humedad): ducha, baño, cocina, respiración
  • PM (partículas finas de diferentes tamaños: 10µm, 2,5µm): polvo, chimenea
  • COV (componentes orgánicos volátiles): perfumes, ambientadores, productos de limpieza, muebles, pinturas.

A esto se añaden las fuentes exteriores cuando se abren las ventanas, en particular la industria, la agricultura, los transportes (las PM2,5 de los vehículos diésel penetran los alvéolos de nuestros pulmones), y hasta el gas radón que se infiltra en las viviendas desde el suelo en determinadas zonas geográficas.

Estos contaminantes generan alergias, falta de concentración, dolores de cabeza, malestar general, y enfermedades crónicas, que se traducen en miles de muertes prematuras anuales (1).

La salud no tiene precio, los eventos recientes nos confirman una y otra vez esta realidad. Entonces surge una pregunta: ¿Cómo nos aseguremos que la calidad de aire es óptima en nuestra vivienda? ¿Qué prioridades debemos tener en el momento de elegir nuestro hogar?

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¿Qué dice la reglamentación?

La primera regla para asegurar un aire limpio dentro de una vivienda es la renovación de aire. Aunque parece extraño, en general el aire del exterior está más limpio que el aire interior (hasta 8 veces). Esto es así porque en el exterior hay un volumen mucho mayor de aire que permite la dilución de los contaminantes, mientras que en los interiores las concentraciones de contaminantes se pueden disparar rápidamente. Por este motivo, nos es tan agradable salir a la calle, tomar el aire, o abrir las ventanas para que entre el aire fresco.

Antes del año 2006, no existía una reglamentación que contemplara la renovación de aire en las viviendas, aunque si existía para edificios terciarios, gestionado por el RITE. Este mismo año 2006 fue publicado en el BOE el DB HS3 del CTE (2), inspirado del RITE, que imponía la ventilación mecánica natural para todas las viviendas de obra nueva, con un caudal estándar de ventilación definido en las diferentes estancias de la vivienda.

El CTE fue revisado en el año 2017, bajando los caudales de ventilación, pero imponiendo un caudal mínimo absoluto de 5,4 m3/h por local habitable en periodos de no ocupación.

El problema que tenemos con la reglamentación, y su revisión reciente, es que no siempre garantiza un nivel de calidad de aire interior suficiente.

(detallar aquí que se toma en cuenta solo la concentración de CO2 con niveles límites de concentración medios anuales por locales de 900 ppm y acumulados anuales que superen el limité de 1600 ppm inferiores a 500.000 ppm.h. Pero no se tiene en cuenta otros contaminantes como puede ser la materia particulada PM, …)

La prioridad se ha dado a la eficiencia energética, y al respeto de los objetivos europeos de consumo energético. Con lo cual se han rebajado los caudales medios hasta un 40% para limitar el desperdició de energía debido a la entrada de aire exterior frio (en invierno) o caliente (en verano), que supone una compensación por calefacción o climatización para garantizar el confort del usuario. Es verdad que, considerando una vivienda con las mejores calidades a nivel envolvente y aislamiento, la ventilación puede representar más del 40% de la demanda energética de una vivienda (el calor o el frío necesario para calentar/enfriar el aire de fuera hacía la temperatura de confort deseada). Hay que tener en cuenta que, con una ocupación normal de la vivienda, los caudales de ventilación contemplados en la reglamentación suponen para una vivienda tipo de 80m2 con 2,30m de altura de techo una renovación del volumen total de aire de la vivienda de hasta más de 10 veces al día.

Pero el problema es que las soluciones de ventilación que cumplen con el CTE siguen siendo de las más básicas, como soluciones de extracción con caudal constante (denominadas también soluciones de 'extracción simple flujo').

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Además de que estas soluciones tampoco garantizan el confort del usuario: en pleno invierno supone admitir al interior de la vivienda, por la parte superior del cajón de la persiana, una corriente de aire, regulado y de poco caudal, pero de manera continua en la vivienda. ¿Qué ocurre? Que los usuarios optan por tapar las entradas de aire para quitarse esta molestia, pero ignorando que así también evitan la posibilidad de tener un aire sano en su casa. Otro problema es la “microventilación”, que asegura que se puedan evitar las entradas de aire utilizando una posición especial de apertura de la ventana que permita al aire entrar en la vivienda sin ningún tipo de regulación y por todo el contorno de la ventana. Pero esta solución tampoco garantiza un caudal mínimo compatible con la salud dentro de la vivienda.

¿Y qué pasa con las viviendas construidas antes de 2006? ¿Significa que ninguna se puede considerar 'saludable'? ¿Y si abro mis ventanas cada día, no es suficiente? En la mayoría de los casos, una vivienda sin ningún sistema de ventilación mecánica constante (VMC) no puede garantizar una renovación de aire suficiente para cumplir con los criterios de la OMS. Y tampoco lo permite la apertura de las ventanas. Aunque puede contribuir a bajar la concentración de contaminantes durante el tiempo de apertura, se ha confirmado que esta concentración vuelve a subir poco tiempo después. Para tener un efecto parecido a una VMC, habría que abrir las ventanas 10’ cada hora, lo que no parece realista, además de no tener en cuenta las otras molestias: ruido, disconfort térmico, desperdicio energético y entrada masiva de contaminantes desde el exterior (entre otros, polen y PM2.5).

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¿Pero entonces, tener una casa saludable significa renunciar al confort o al ahorro energético?

¿Cuáles son las soluciones?

Acabamos de entender que los límites de la reglamentación vigente residen en que solo contemplan reglas sobre el caudal mínimo y estándar de ventilación, intentando al mismo tiempo minimizarlas para evitar el desperdicio energético que genera esta misma ventilación… Además, el chorro de aire que entra puede generar un disconfort de los usuarios.

Parece que podríamos ir un poco más allá que lo que pide la reglamentación…Nos da algunas pistas que tener en cuenta para elegir una solución óptima:

  • Garantizar una renovación de aire suficiente para extraer los contaminantes generados dentro de la vivienda.
  • Evitar que esta entrada de aire continua genere un desperdicio energético masivo.
  • Evitar que esta entrada de aire continua genere un disconfort de los usuarios.
  • Garantizar que no entren contaminantes desde fuera.
  • Y quizás imaginar como esta renovación de aire se puede adaptar al nivel real de contaminación del aire interior.

Esta solución existe: intercambiador de calor + filtración + control de variación de caudal.

Siendo esencial la renovación del aire interior contaminado por aire exterior más limpio, la solución de intercambiador de calor permite recuperar las calorías del aire interior para acercar la temperatura de entrada del aire exterior a la temperatura de confort de la vivienda. Con una eficiencia >90% para los mejores sistemas, permiten limitar la demanda energética a un salto térmico de 2 o 3º para calentar o enfriar el aire que entra en la vivienda.

Al mismo tiempo quita el disconfort térmico que suponía para el usuario.

Estos sistemas con intercambiador de calor (denominados también 'recuperador de calor' o 'ventilación doble flujo') suelen tener una potencia mayor: están equipados de 2 motores, uno de impulsión de aire y otro de extracción, para gestionar los 2 flujos de aire que se van a cruzar, el que entra y el que sale de la vivienda. Esta potencia permite equipar la impulsión de aire de filtros que se encargan de captar los contaminantes del exterior antes de que entren en la vivienda. En un sistema simple flujo, la perdida de carga generada por un filtro es demasiada alta para que el único motor de extracción (localizado a la otra extremidad del sistema) pueda aguantarla. Existen diferentes tipos de filtros que deben todos de cumplir la nueva norma ISO 16890 (3), que clasifica cada filtro en función de su % de filtración de los diferentes tamaños de partículas. Un sistema puede combinar por ejemplo dos capas de filtros para una mejor protección y una mejor durabilidad del filtro más fino.

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La última etapa para obtener una calidad de aire optima en cada momento es la adaptación del caudal según la necesidad. Existen sistemas 'higrorregulables' que detectan el nivel de humedad dentro de la vivienda y aumentan o disminuyen la apertura de las bocas de extracción para adaptar la extracción de aire al nivel de humedad de la vivienda. Pero estos sistemas no tratan los otros tipos de contaminantes. Una mejor solución es equipar la vivienda de sensores para cada tipo de contaminante, y que puedan comunicar en tiempo real con el sistema de ventilación doble flujo, dándole instrucciones para adaptarse a la situación.

¿Esto significa que se encarece el coste de construcción?

Esta pregunta siempre es difícil de contestar.

Es verdad que hay una diferencia de precio entre un sistema básico (~1200€) y un sistema avanzado (a partir de 3000€). Aunque es significativo, sigue siendo un % muy bajo del coste de una vivienda.

Más arriba hablábamos de prioridades: la realidad es que muchas veces, por ignorancia en la mayoría, nos fijamos más en los muebles de cocina y las luces del baño que en el sistema que va a impactar sobre su salud en la vivienda, a diario, durante los próximos 10, 20, 30 años…Entonces en el momento de fijarse en las calidades de su futura vivienda, cambiar nuestras prioridades puede permitir evitar un sobrecoste al elegir primero el sistema de ventilación.

En el momento de diseñar la vivienda, integrar desde el principio un sistema de ventilación avanzado permite ahorrar en otras partidas de gastos del proyecto, como la potencia energética en calefacción y climatización, por ejemplo.

Además, el ahorro energético generado por el recuperador de calor permite generar ahorros de consumo, que van a garantizar la amortización del sistema a los pocos años vs un sistema básico.

Esto demuestra que tenemos todos los argumentos para esperar que se integre al futuro CTE la generalización de los sistemas de ventilación avanzados: vienen ya por defecto en los proyectos que cumplen con un sello de eficiencia energética como el PHI (4).

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¿Hay soluciones para la rehabilitación?

Hemos hablado de lo poco saludable que son las viviendas construidas antes del 2006.

Para solucionar la dificultad que puede ocurrir en el momento de integrar una red de conductos para equipar una vivienda antigua con un sistema de ventilación, existen sistemas sin conducto que permiten una integración fácil y resultados muy interesantes en este tipo de vivienda.

(1) https://www.lavanguardia.com/natural/20191017/471032097262/polucion-20-veces-agencia-europea-de-medio-ambiente-julio-diaz.html

(2) https://www.codigotecnico.org/images/stories/pdf/salubridad/DccHS.pdf

(3) https://www.une.org/encuentra-tu-norma/busca-tu-norma/norma/?c=N0058514

(4) http://www.plataforma-pep.org/estandar/como-funciona

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