Uniformes para hostelería: pasado y presente
Pasado: del austero peregrinaje al ‘todo incluido’
Lo de intercambiar monedas por cobijo ya era una práctica extendida en el Imperio Romano. Entonces el alojamiento incluía establos para caballos pero no desayuno, almuerzo o cena. Para esto estaban las tabernas.
En el siglo XII, los primeros viajeros se mueven más allá de las fronteras, como hizo Marco Polo.
En Estados Unidos, los pioneros dieron lugar a un gran trasiego de desplazamientos. Su medio de transporte hacia el Oeste, la diligencia, llegaba a los confines más remotos sorteando peligros. El saloon, la taberna con habitaciones que les hospedaba, reunía unas condiciones precarias en el ámbito de la higiene y, a buen seguro, molestias por los ruidos procedentes de la cantina. No hay que pasar por alto el reconocimiento a los cantineros por el invento de la puerta de madera de dos cuerpos, que se abre en ambos sentidos sin hacer uso de las manos.
La puesta en marcha del ferrocarril, con la consiguiente extensión de sus destinos, hace que, en el siglo XIX, trasladarse esté al alcance de casi todas las clases sociales. Fue entonces cuando surgió el primer boom de la construcción, con cientos de hoteles y pensiones, algunos propiedad de las compañías ferroviarias.
La iniciativa empresarial propulsó en Estados Unidos la implantación de hoteles para todos los bolsillos, mientras que, en Europa, pernoctar en un lugar higiénico era un privilegio de las clases altas.
Con vistas a la Place Vendôme, el palaciego Hotel Ritz de París fue fundado, en 1898, por el hotelero suizo César Ritz, en colaboración con el chef Auguste Escoffier. Se convirtió en el primero de Europa por sus servicios de electricidad, cuarto de baño y teléfono en cada habitación.
Entre los servicios, el que más adictos tiene es el buffet libre. Y no se trata de que los turistas sean muy glotones. Sucede que, con un desayuno muy completo, el almuerzo puede ser frugal o no ser, a la espera de una cena contundente.
Presente: hoy, los comentarios en las redes influyen decisivamente en la calificación de un establecimiento
En nuestro país, el sector de la hostelería es, de lejos, en más innovador en vestuario laboral. Se entiende, ya que el turismo es una de nuestras principales fuentes de ingresos y la competencia entre establecimientos ha abierto las puertas a la innovación.
Los cocineros, antaño recluidos en la cocina, ahora son reconocidos por sus méritos, tienen contacto con los clientes y deben de cuidar su imagen.
En los restaurantes de prestigio, ha emergido la figura del sumiller, el especialista en vinos y licores que transporta el mundo de los sentidos a los comensales, a través de sus palabras.
Uniforme para hostelería. Propuesta de Giblor's.
Uniforme para hostelería. Propuesta de Giblor's.
Sin duda, el personal de recepción es el que más va a influir en la opinión del huésped. Una imagen elegante y pulcra se hace imprescindible; como también lo es un trato deferente y una actitud dinámica cuando se trata de resolver problemas.
No hay secretos para conseguir que un establecimiento se haga merecedor de comentarios favorables. La dirección del mismo ha de ser capaz de formar un buen equipo. Un objetivo sencillo pero complejo a la vez.
Delantal de Artel Uniformes.
Delantal de Artel Uniformes.