Buena gente
Desgraciadamente, los múltiples y abnegados trabajos de las muchas ONGs que existen en el mundo entero tienen mucho menos espacio tipográfico que los temas del corazón, crímenes, violaciones y demás atrocidades con que se nos instruye todos los días.
"La Columna" de Francisco Ponce de Horticultura Internacional - 47, febrero 2005.
Cuentan las crónicas que "haberlas haylas" y por eso, porque existen en el mundo buenas personas, funcionan los hospitales, las panaderías, los transportes públicos, el servicio de bomberos y así un largo etcétera de profesionales que se dedican a los demás.
También son muchos los que, en España, prestan su tiempo al voluntariado, o sea, a favorecer y ayudar a quienes más lo necesitan. Tratan a diario con toxicómanos y marginados sociales. Cuidan enfermos y ancianos sin esperar ningún "plus" tan sólo el de sentirse bien consigo mismos a través de lo que hacen desde la humildad; es posible que también les reconforte la admiración que algunos les profesamos, por ello les dedico esta columna.
Pensemos que gente así equilibra algo la balanza y contrarresta la persistente presencia de tantos y tantos granujas y desalmados que se mueven a nuestro alrededor.
Lo que lamento es que las perversas actividades de estos últimos se airean mucho más que los callados afanes de quienes dedican su vida a favorecer a los menesterosos.
Los medios de comunicación casi siempre hacen suya la frase: "Las peores noticias son buenas noticias".
Los múltiples y abnegados trabajos de las muchas ONGs que existen en el mundo entero tienen mucho menos espacio tipográfico que los temas del corazón, crímenes, violaciones y demás atrocidades con que se nos instruye todos los días.
Cambiando un poco de tercio (por emplear el símil taurino) diré que en el ámbito profesional ocurre algo parecido; existen trepas, prepotentes y amigos de lo ajeno, pero también muchos profesionales -empleados o empresarios- con grandes valores humanos que dedican su vida al esfuerzo empresarial y defienden la ética, la transparencia y los puestos de trabajo de sus empleados.
Yo me siento afortunado de que mi entorno esté lleno de gente buena; no pienso que tenga personas "malévolas" a mi alrededor pero, si así fuese, prefiero ignorarlo.
Siempre he creído que respetar a los demás e intentar ser "buena gente", a la larga compensa.