El equilibrio es corrección
Es necesario que en los próximos años las campañas promocionales en el sector se multipliquen, y no queremos estar a la merced de "prescriptores" profesionales, que plantean restricciones descabelladas a lo que puede hacerse y a lo que no.
Todos sabemos, más o menos, lo que es correcto y lo que no lo es. Nos lo enseñaron nuestras madres de pequeños, generalmente con éxito. Es correcto saludar a las personas con deferencia; hacer ruido al tomar la sopa es incorrecto. Escuchar con atención a nuestros interlocutores es correcto, también lo es contradecirlos, si se hace de forma razonada y respetuosa. Recurrir a la descalificación personal para rechazar un punto de vista que no se comparte, por lo contrario, es incorrecto.
Pero de unos cuantos años a esta parte, particularmente en los países anglosajones, se introduce el concepto de lo "políticamente correcto", o de su contrario, lo "políticamente incorrecto." Debo confesar que cuando tomé conocimiento de esa actitud, la saludé con entusiasmo. Por fin lo que estaba bien y lo que estaba mal salía del campo de la estricta esfera privada por un lado y del código penal por otro, para instalarse en el medio campo de las relaciones humanas "normales", cotidianas, comerciales. Así pasaron a ser muy mal vistas, por ejemplo, las actitudes ofensivas contra las mujeres, contra las personas de otros credos o color de piel, de edad mediana o de inclinaciones sexuales discordantes con las de la mayoría.
Pasado un tiempo, no obstante, el péndulo comenzó a estirarse de forma excesiva, que no presagiaba nada bueno. Recuerdo una campaña de promoción genérica de productos agrarios realizada hace unos años en un país norteeuropeo que debió ser reconducida a gran costo porque algunos de los carteles utilizados mostraban una joven algo inclinada hacia adelante, a la cual se le adivinaba el nacimiento de los senos al borde de un, por demás, más que discreto escote. Las ruidosas protestas de las damas de la liga campesina local arruinaron una promisoria campaña por un motivo banal.
Afortunadamente, a orillas del Mediterráneo, las cosas no han llegado tan lejos aun. Pero puede pasar, y no está de más estar en guardia. La censura puede aparecer por los caminos más inesperados, de la mano de sus progenitoras, la mojigatería y la incomprensión. Y ésta no es una reflexión traída de los pelos, que nos debe dejar fríos a quienes estamos en las profesiones agrarias, como lo demuestra la anécdota del párrafo anterior.
Es necesario que en los próximos años las campañas promocionales en el sector se multipliquen, y no queremos estar a la merced de "prescriptores" profesionales, que plantean restricciones descabelladas a lo que puede hacerse y a lo que no, con el simple objeto de obtener publicidad personal gratuita. El remedio para eso es nuestro propio equilibrio y corrección en nuestras apariciones públicas. Sabemos hacerlo. El "gentleman" británico es una figura del siglo XIX. El "caballero" español, del XVII...