Tener o no tener
Nuestra vida diaria está repleta de pequeños o grandes, según se mire, adelantos tecnológicos. Uno de ellos es el teléfono móvil.
"La Columna" de Francisco Ponce de Horticultura 151, marzo 2001.
Sé que oradores de verbo fácil y escritores de pluma ágil han hablado y escrito sobre el tema de los teléfonos móviles mucho mejor que yo. Sin embargo, tengo esta duda pendiente conmigo y, por ello, escribo estas líneas a favor de la libertad de elección.
Nuestra vida diaria está repleta de pequeños o grandes, según se mire, adelantos tecnológicos, a los que, con frecuencia, no damos importancia, pero que seguro nos ayudan a pensar que vivimos en una sociedad más cómoda y, a la vez, más acelerada que la de hace unos años. Uno de esos adelantos es el teléfono móvil.
Reconozco que la mitad de mi "yo" es reacio a este artilugio, por cuanto es, en muchas ocasiones, inoportuno, crea dependencia, nos obliga a realizar dos trabajos al mismo tiempo, interrumpe la siesta, almuerzos, y otras funciones, nos pone en ridículo en ciertos lugares si no nos acordamos de apagarlo y nos tienen siempre controlados.
Si vas por la calle, puedes observar que cuando suena un móvil todos nos buscamos el nuestro –actualmente menos, por la variedad de musiquitas- y el afortunado poseedor de la llamada se queda quieto, como herido por una descarga casi divina, se turba, se paraliza, pierde el paso mientras busca con cierto histerismo en los bolsillos, en la cartera, en el cinturón y/o en el bolso. Es decir, el móvil nos "inmoviliza", pues cuando suena te tienes que quedar quieto para no perder cobertura.
Dicho todo esto, la otra mitad de mí, piensa que también tiene sus ventajas. Permite en la distancia y en cualquier momento de necesidad o apatía comunicarte con un ser querido. En los negocios ha representado un alto grado de rapidez en la toma de decisiones. Para la gente que con cierta frecuencia transitamos por carretera nos da la sensación de seguridad ante cualquier dificultad y nos permite comunicarnos de inmediato para dar solución al problema. Si te llaman y algún indiscreto te pregunta dónde estás puedes decir una pequeña mentirijilla. Además tiene una ventaja que no poseen el portafolios, la cartera, las gafas o el reloj de pulsera, entre otros objetos de uso frecuente, y es que cuando te despistas y no sabes dónde lo has dejado, te llamas a tu número y localizas el móvil rápidamente.
Dicen que no hay peor mal que darle la espalda a las nuevas tecnologías, dicen también que el móvil no tiene edad y, por decir, dicen incluso que nunca es tarde cuando el móvil suena. Bienvenido al club de la nueva telefonía.