Un sueño diez
Sea lo que fuere lo que opinemos de los sueños, han sido y siguen siendo una inagotable fuente de fascinación para el hombre.
"La Columna" de Francisco Ponce de Horticultura-172, octubre 2003.
Sócrates los consideraba como la voz de la conciencia. Voltaire los calificó de efectos secundarios de alguna indisposición física. Freud los llamó "el camino al inconsciente".
Lo cierto es que sea lo que fuere lo que opinemos de los sueños, han sido y siguen siendo una inagotable fuente de fascinación para el hombre.
En los sueños se suceden mil imágenes de vivos y luminosos colores -a pesar de que el tema sea blanco o negro- de forma atropellada formando un caudal onírico en el que las leyes del pensamiento lógico dejan sencillamente de tener vigencia.
Así las cosas, soñemos:
Que nuestra mesa está repleta de pedidos, y los precios aceptados sin oposición.
Que el proveedor nos ha servido las materias primas en plazo de entrega y sin aumentos de costo.
Que el transportista ha venido a cargar cuando dijo y entregó la mercancía rápidamente.
Que nuestro Consejo de Administración acepta el presupuesto sin impedimentos, disculpa nuestros errores e incentiva nuestros aciertos.
Que los clientes, sin excepción alguna, pagan puntualmente sus efectos o transferencias.
Que en fabricación no existen problemas de personal y estamos a plena producción las veinticuatro horas.
Que la demanda en el mercado crece y crece hasta el infinito.
Que el departamento de I+D ha creado un producto, idílico y único en el mercado.
Que la competencia no existe, ¡Vamos, que poca y sumisa!
Que al final conseguimos que acepten nuestra solicitud de aumento de salario.
Los sueños, ¡Sueños son! como dijo Calderón de la Barca, y uno tiene que despertar y despabilar, que estamos en octubre y sólo quedan dos meses y unos días para cumplir con las cuotas y presupuestos del presente ejercicio.
¡Mucha suerte!