El broncas
Este espécimen humano, que suele florecer con el calor del verano, piensa que todo lo que le irrita se origina en una conspiración universal contra él.
"La Columna" de Francisco Ponce de Horticultura Internacional- 41, agosto 2003.
Con el calor del verano, florece espontáneo, ese espécimen humano -lo de humano no es vinculante-que se irrita por todo y su violencia aumenta de manera considerable.
Sociólogos y psicólogos han intentado establecer algún paralelo entre el aumento de su agresividad y la temperatura climática, sin que existan resultados empíricos.
Es un craso error pensar que el broncas es siempre el que conduce una furgoneta o un taxi. Hay broncas que pueden ser altos ejecutivos, encargados de una fábrica, o ese señor anónimo de aparente compostura que en un partido de fútbol, cuando un jugador de su equipo recibe una entrada punible de un defensa del equipo rival, gritando, lo califica de asesino y le dedica alusiones gratuitas al comportamiento sexual de su señora madre. En cambio, si la entrada la realiza el futbolista de sus colores, solo merece el adjetivo de "viril".
Naturalmente, el broncas no admite que lo sea, y está super convencido de su razón, es más piensa que todo es fruto de una conspiración universal contra él que comienza en las antípodas y concluye en la puerta de su casa, con el sólo objetivo de provocarle.
Existen broncas, por ejemplo, que se desfogan en la Tomatina de Buñol, que todos los años a finales de agosto celebra ésta fiesta, cuya simpatía ya ha traspasado nuestras fronteras, y en la que se reúnen mas de treinta y cinco mil personas para lanzarse unas a otras ciento treinta mil kilos de tomates según datos del ayuntamiento, encargado de contar los asistentes y facilitar los tomates.
En su mayoría son personas jóvenes con ganas de marcha, pero estoy seguro que algún que otro broncas, se cuela para hacerse una especie de cura de estrés.
De cualquier forma, los más temibles los tenemos a veces dentro de nuestro negocio o en el interior de nosotros mismos, y es aquí donde en realidad existe el mayor peligro.
El calor, al parecer, nos llena de razones, y como dijo Descartes, "No hay nada repartido más equitativamente en el mundo que la razón: todos estamos convencidos de tener suficiente".
Felices vacaciones y ¡cuidado con el bochorno estival!