Buscando un mundo mejor
El comiezo del año es tiempo de reflexión, de buenos propósitos, de proyectos a desarrollar. Cada Año Nuevo parece que hiciéramos un pequeño balance de lo acontecido el año anterior.
"La Columna" de Francisco Ponce de Horticultura- 166, enero 2003.
Apenas hemos salido del tiempo de Navidad, para entrar en tiempo de reflexión, buenos propósitos, proyectos a desarrollar, metas de trabajo y también personales, como iniciar dietas o dejar de fumar. Es como si cada Año Nuevo, en el mes de enero, hiciéramos un pequeño balance de lo acontecido en el año anterior para corregir errores y trazarnos caminos de enmienda o nobles objetivos. Con esta idea en la cabeza, me tomo la licencia de transcribir un párrafo extraído de un relato corto del, para mí, admirable escritor Paulo Coelho que dice:
"El padre estaba intentando leer el periódico, pero el hijo pequeño no cesaba de molestarlo. Ya cansado de aquello, arrancó una hoja, que mostraba el mapa del mundo, la cortó en varios pedazos y la entregó al hijo.
-Mira, ahí tienes algo para hacer. Acabo de darte el mapa del mundo y quiero ver si consigues montarlo exactamente como es.
Y volvió a leer su diario, sabiendo que aquello mantendría al niño ocupado el resto del día. Quince minutos después, no obstante, el chico volvió con el mapa montado.
-¿Es que tu madre te estuvo enseñando geografía?
-Preguntó el padre, aturdido.
-Ni sé lo que es eso -respondió el niño-. Es que en el otro lado de la hoja había el retrato de un hombre. Y una vez conseguí reconstruir al hombre, también reconstruí el mundo."
Nuestro mundo personal, siempre complejo, queda fundido con excesiva frecuencia con el profesional. Es como si al grito de "¡sálvese quien pueda!", todos buscáramos salidas sin reparar en las posibles consecuencias que puedes provocar a terceros en nuestra, a veces, frenética marcha hacia objetivos que, entendemos, nos pueden proporcionar lo que se considera, como la gloria empresarial o de ego personal.
Creer y crear, son palabras muy parecidas y no por casualidad. Uno pone su voluntad y abre en su mente un espacio, que más tarde el discurrir de la vida se encarga de rellenar. El código de las buenas práctica, el buen hacer, la conciencia de actuaciones correctas, estudiadas y sobre todo profesionales y humanas, son las únicas que realmente nos pueden dar plena satisfacción interna para sentirse a gusto con uno mismo; ideal no siempre fácil de alcanzar. Privilegio de la edad, es pensar de esta forma, la duda de no haber actuado siempre con esta filosofía, su tributo.
¡Éxitos para todos en el 2003!