Europa: oportunidad para orgánicos
Mientras se promueva el autocuidado a través de una alimentación sana y exista preocupación por la obesidad y enfermedades al corazón, el mercado de los productos orgánicos tendrá buenas perspectivas de desarrollo en la Unión Europea y otros países.
Mientras los gastos en salud continúen subiendo, se promueva el autocuidado a través de una alimentación sana y exista preocupación por la obesidad y enfermedades al corazón, el mercado de los productos orgánicos tendrá buenas perspectivas de desarrollo en la Unión Europea y otros países.
Aunque estos productos, que son elaborados con técnicas que respetan la preservación del medio ambiente, recién se han asomado en el interés público chileno, están desde cerca de una década posicionados en la mente de los habitantes del viejo continente.
En este contexto, el surgimiento del "mal de la vaca loca" no hizo sino aumentar la preocupación por la salud frente a productos químicamente alterados. De hecho, hoy Europa tiene el 22,6% de la superficie agrícola orgánica del mundo, con un aumento de 539% entre 1993 y 2000, y ocupa alrededor de 4,5 millones de hectáreas.
No obstante, sus productores se encuentran lejos de abastecer su demanda, y manifiestan alta dependencia de las importaciones. Por ejemplo, el Reino Unido adquiere del exterior más del 80% de su fruta orgánica. Situación similar ocurre en Suecia y Luxemburgo. Siguiendo con el caso británico, este país importa el 100% de su vino orgánico, un nicho potencial para Chile.
Un aspecto relevante de este nicho es que los precios son superiores a los tradicionales. Según un estudio francés, entre 5% y 25% en la frutas secas, 10% a 40% en lácteos, 50% en verduras frescas y 50% a 100% en cereales. Estos antecedentes, junto con el acuerdo de Asociación Política, Económico-Comercial y de Cooperación con la Unión Europa, hacen necesario que los productores chilenos miren con atención este mercado.
Las rebajas arancelarias nos permiten competir desde un mejor punto de largada con países que comparten la contraestacionalidad, como el caso de Argentina, Nueva Zelandia y Australia, pero que no han alcanzado acuerdos similares.
En las ferias Biofach, de Alemania, y Expo Europe, de Holanda, hemos sido testigos del interés europeo por los productos orgánicos chilenos. El caso paradigmático es el cordero de Magallanes. Pero también ha habido éxitos en productos agrícolas y procesados.
Hoy enviamos espárragos, kiwis, uva de mesa, frambuesa fresca, productos apícolas, aceite de rosa mosqueta y miel orgánica al viejo continente.
Sin embargo, debemos observar los cambios de la demanda de Europa. Los precios de los productos orgánicos superan a los convencionales, pero hay señales de que la disparidad disminuye. En el futuro, ante dos productos de valor similar, los consumidores optarán por el orgánico.
Además, la demanda se ha ampliado y se sale de los márgenes de las frutas y verduras. Cada vez más se buscan productos procesados, entre los que se encuentran jugos, vinos y aceites. Vale recordar que éstos son favorecidos por el acuerdo comercial con la UE, que eliminará los altos aranceles para la agroindustria (que en algunos casos superan el 20%) en cuatro años, lo que permite la adaptación a las nuevas oportunidades.Sin embargo, no debemos mirar únicamente a la Unión Europea como un mercado consumidor. Es posible realizar acuerdos para capitalizar empresas chilenas y atraer inversiones que permitan producir para exportar.
Si deseamos recoger estas opciones, es fundamental crear un marco regulatorio que nos equipare con los estándares de la UE, pues actualmente nuestros productos no son reconocidos con facilidad por las exigentes normativas del mercado comunitario. Los empresarios europeos deben contar con un permiso especial para importar desde Chile, lo que dificulta el proceso y nos coloca en desventaja frente a otros países.
Fuente: Diario El Mercurio 5-11-03, publicado en Circular Cafi Nº 88/03
José Aravena
Director ejecutivo de la Fundación Empresarial
Comunidad Europea-Chile
