A toro pasado
Con la frase mágica "nueva economía"se pretendía explicar la milagrosa capacidad de empresas de pocos meses de generar ganancias inconcebibles.
"La Columna" de Francisco Ponce de Horticultura - 168, abril 2003.
La nueva economía ¿le suena este término, respetado lector?, supongo que sí porque, como yo, lo habrán leído o escuchado, durante los últimos años del siglo pasado, en boca de aquellos "yupis" de pelo engomado con chaqueta blazer y pantalones vaqueros de marca. Era como una frase mágica, que solía aparecer con insistencia en los foros económicos y de comunicación.
Algunos medios financieros, con este enunciado tan rimbombante, trataban de etiquetar y explicar lo que aparentemente parecía inexplicable; empresas que apenas tenían meses de vida se convertían en negocios de altísima rentabilidad. Las fórmulas revolucionarias solo las poseían los elegidos y ¡ay de aquellos que osaban poner en duda algunos de los argumentos en que parecía estar montado el tinglado! Rápidamente se nos acusaba de vejestorios, que no estábamos en la "onda" de los nuevos parámetros empresariales.
En algún momento, te entraban ganas de seguir a aquellos "gurus", que eran capaces de hacer dinero de la nada con inusitada rapidez. Pues bien, en nuestros días, los excelsos defensores de lo que se denominó nueva economía, han desaparecido o reducido significativamente por arte de magia y en la mayoría de los casos dejando algún que otro fiasco económico. La economía ni es nueva, ni vieja, es como toda la vida, la que es capaz de ser eficaz y rentable en la administración razonable de los bienes y que siempre exige mucha dedicación, esfuerzo y creatividad empresarial. Nadie debe pensar que el dinero crece en los árboles o que los panes y los peces se multiplican por sí solos, porque si lo hiciéramos, entraríamos dentro de una dinámica de bola de nieve que nos llevaría al fracaso total.
Existe un proverbio chino -que en esto de los refranes son auténticos maestros- y dice así: "No comas todo lo que puedas, no gastes todo lo que tienes, no creas todo lo que oigas y no digas todo lo que sabes". Quizá así, las economías serán más prácticas y algunas empresas, que prometen negocios fabulosos e inversiones con rentabilidades irreales, se lo pensaran dos veces a la hora de vendernos cortinas de humo, porque éstas acaban asfixiando.