El mago
“El mago hizo un gesto y desapareció el hambre; hizo otro gesto y desapareció la injusticia; otro más y se acabó la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago.”
"La Columna" de Francisco Ponce publicada Horticultura Internacional 40, mayo 2003.
En el momento de escribir estas líneas, corren vientos de guerra, y deseo fervientemente que, cuando los amables lectores lean esta “columna”, hayan terminado con el mínimo de perdidas humanas, que en definitiva es lo que todos anhelamos y el mago desaparecido, esté de nuevo presente.
El proverbio que preside este comienzo es anónimo, quizá por eso se hace más valioso y asumible por toda la gente de bien, dado que pertenece a la pura sabiduría del pueblo. Llegó a mis manos impreso en el dorso de un sobre de azúcar, que en la cafetería “Ciudadela” de Valencia -donde como con cierta asiduidad- me sirvieron junto a un zumo de naranja natural, que afortunadamente cada día es más posible encontrar en muchos restaurantes, donde te ofrecen como postre el jugo de nuestra vitamínica fruta.
Era miércoles y el menú para este día de la semana, es un delicioso “arroz al horno” que preparan con mimo, buenos ingredientes y exquisito sabor.
Se notaba un bullicio sensiblemente menor que de costumbre, a pesar de estar lleno el local. Hasta D. Julio, hombre entrañable, educado y afable, que tras su jubilación mantiene la costumbre del miércoles arroz al horno, no hablaba, cosa extraña en él. Todos asistíamos, con los ojos como platos, a la barbarie de la confrontación bélica que nos mostraba la televisión.
Un sentimiento generalizado de asombro e indignación, flotaba tenso en el ambiente, era fácil adivinar que en esta primavera recién iniciada, los campos no se llenarán de flores silvestres, sino de sofisticadas minas, que además, estallarán.
El tenue murmullo, tan solo era cortado por algún cliente llamando a Manolo –el camarero- para solicitarle algo que él servía con diligencia.
¿Ha sido posible la paz o no han querido posibilitarla? ¿El mundo no tiene arreglo o es que algunos no quieren arreglarlo, porque perjudicaría a sus intereses?. La realidad, es que todos estamos siendo invadidos por lo que Valle-Inclán llamó “vergüenza biológica”, que se percibe como una depresión en el alma, al saber que formamos parte de la especie humana, que tan poco de humana tiene.
¡Que salga de la cola del paro la paloma de la paz, y de nuevo vuele sobre el planeta tierra!