La campaña de la santa paciencia
Hugo Giambanco ha visto pocas veces una campaña de fresón tan difícil como esta. La ha llamado la "santa paciencia", pues grande era la del agricultor al tener que limpiar su campo de fruta tocada y el almacén exportador, con gastos alarmantes por la intensidad de controles y la eliminación de cantidades sustanciales de producto.
Opinión publicada en la Revista Horticultura 145 - Junio 2000.
Llevamos muchos años en la fresa, no sólo con el objetivo de mandar calidad a nuestros mercados exteriores, sino de informar, asesorar, conducir y guiar a tal menester, último fin de satisfacer la necesidad del cliente. Pero esta campaña 1999/2000 sí que hemos estado a prueba. Comenzamos la misma con exceso de fruta deforme que había que destinar al destrío, acompañado del poco precio de venta y, lo que es peor, sin correlación entre la cantidad entregada y el precio conseguido. Seguimos con una meteorología (léase lluvias), que en mi larga carrera inspectora no había conocido nunca, y que aunque acompañada de algo de precio, casi no era rentable dado el importante destrío que había que apartar.
Como la rentabilidad viene dada por la multiplicación del binomio determinado por la cantidad exportada de producto y por el precio de venta conseguido, se comprende que a la campaña de la santa paciencia se ha unido un resultado final desastroso. No voy a hablar de la parte comercial, las tensiones y consecuencias que han habido, cuya valoración dejo para otros expertos en la materia, pero si miro mi cuaderno de notas, hago las siguientes puntualizaciones: a) entrada de fresa de Marruecos en el mercado europeo, con competencia desleal (ya que no pagan aranceles) en momentos en que se podía sacar rentabilidad a la fresa española; b) infundio o bulo en los mercados exteriores de que se realizan tratamientos a la fresa con productos no autorizados, o con exceso de los mismos; c) disgusto de los agricultores que plantaron a marco estrecho, dadas las condiciones climáticas extremas que se han producido, d) satisfacción parcial de los que poseen macro-túnel, pues la fresas se ha defendido mejor de las inclemencias del tiempo; e) zonas de cultivo en Huelva dónde empiezan a verse problemas con el agua de riego, a princpios de marzo. Ironías de la vida, ya que el problema grave ha sido el exceso de agua de lluvia; f) Se producen antes de Semana Santa fuertes lluvias acompañadas a veces de granizo, lo que hace que en campo la fruta presente muchos problemas de calidad. Con color la fruta es débil, sin color la fruta es fuerte, pero muy tocada; g) Se observa siempre un excesivo celo por mantener las parcelas limpias y que el clima mejore, lo que finalmente no se ha producido. El bajón de calidad es notorio (todo el mundo se ve impotente ante lo que está sucediendo con la climatología).
Pero para seguir con el drama que hemos pasado, los técnicos dicen que hacen falta más de 50 años, retrocediendo en el tiempo, para encontrar otro año de las mismas características. No sé si las grandes cadenas y supermercados, que (casi todas) han viajado recientemente a esta zona productiva de Huelva, se han percatado lo suficientemente de lo que ha pasado, pero me gustaría indicarles dos cosas: - que valoren el esfuerzo tan grande que tanto productores como operadores han hecho, para mandar lo mejor, a costa de mandar menos y con una rentabilidad bajo mínimos. - que las exigencias que imponen (nos referimos a las especialidades) si son buenas son necesarias en condiciones normales, pero hay que pagarlas, ya que, como hemos dicho principio, uno de los mínimos de la rentabilidad es el precio pagado con lo que el resultado de esta campaña es desastroso y negativo. Por último sólo queda resaltar, si es que sirve de consuelo, que en estos años tan difíciles es cuando la aportación del SOIVRE, de la que siempre nos mostramos muy orgullosos de realizarla, tanto en inspección como en asistencia técnica, se muestra más eficaz para la buena gestión de operadores agrarios y comerciales.