Jefe o líder
Las viejas estructuras del jefe "amo" se derrumban y cada día son menos válidas, la forma de entender la dirección, basada en que el principio de jerarquía otorga autoridad plena sobre sus subordinados, está en decadencia. Existe por fortuna una corriente progresista de dirección, enfocada hacia el liderazgo.
Las viejas estructuras del jefe "amo" se derrumban y cada día son menos válidas, la forma de entender la dirección, basada en que el principio de jerarquía otorga autoridad plena sobre sus subordinados, está en decadencia.
Existe por fortuna una corriente progresista de dirección, enfocada hacia el liderazgo.
¿Cuáles son las diferencias entre uno y otro estilo?
La dirección jerárquica suele venir impuesta, parte del criterio de que desde el estamento de la dirección se marca el camino a seguir, sin tomar en consideración las ideas de los subordinados que deben decir a todo ¡si señor!.
El grado de aptitud del subordinado, viene definido por el grado de sumisión a la dirección, o lo que es igual, la habilidad para hacer la "pelota" mejor que los demás.
El jefe por el hecho de ser jefe jamás se equivoca.
Pero claro, en este contexto, cuando algo falla no es la idea del jefe, es la ineptitud de los demás para llevarla a cabo.
La dirección basada en el liderazgo, parte de un principio esencial, ya que el nivel jerárquico es un reflejo de autoridad moral y esta fruto del reconocimiento de valores profesionalidad y capacidad que los subordinados le reconocen al líder.
Si algo caracteriza a este tipo de dirección es que los asuntos son consensuados, que las ideas son de todos y si se puede, que parezcan con mayor fuerza del ejecutor final.
La misión fundamental del líder, no es ejercer el autoritarismo, sino la de coordinar, animar y motivar a su equipo para potenciar la creatividad e iniciativa del conjunto.
Según José Ortega "el mando debe ser un anexo de la ejemplaridad".
Los empleados que creen en la capacidad de su dirección son mucho más eficaces y seguros y su trabajo les resulta más gratificante.
Posiblemente el lector pueda pensar que esto es una mera utopía, y desde luego no me atreveré a decir que dicho comportamiento esté muy generalizado, pero sí diré que las tendencias actuales apuntan en esa dirección y que las empresas que lo están poniendo en práctica están consiguiendo magníficos resultados.
Es cierto que estos cambios no se consiguen y generalizan de la noche a la mañana, pero no es menos cierto que para poner en práctica este proceso, no se requiere ninguna inversión, tan sólo una actitud.
Como en tantas otras situaciones, la cultura del liderazgo empieza por uno mismo, es decir por la propia dirección.
Quizá ese es el reto.