Entrevista a Enric Vila, departamento de I+D+i de Agrobío
30 de agosto de 2011
Hace pocas semanas recibían el Premio Andalucía Medio Ambiente por la cría en cautividad de abejorros para polinizar cultivos bajo plástico. ¿En qué consiste esta técnica?
A grandes rasgos, consiste en introducir en los cultivos colmenas que están compuestas por un nido con una reina y sus obreras descendientes. Estas obreras saldrán en busca de comida (polen y néctar) para alimentar las larvas del nido. El número de obreras en el momento de comercialización de las colmenas se ajusta en función del cultivo y las necesidades de polinización. Con ello se consigue tener polinizadores incansables que no entienden de días festivos y se evita el uso de fitoreguladores. La técnica está muy bien desarrollada y hoy en día ya no se concibe, por ejemplo, un cultivo de tomate sin su uso.
Agrobío fue la primera empresa que desarrolló en nuestro país una producción a gran escala de colmenas. Actualmente, se halla entre las primeras empresas productoras a nivel mundial, con exportaciones a varios países. Entre los últimos avances, se puede destacar el desarrollo de una nueva colmena con mayor ventilación que se adapta mejor a las condiciones cálidas del verano en nuestra zona. También en los últimos años, en el marco de un proyecto CENIT, se ha realizado un gran esfuerzo para poner a punto los protocolos de uso en diferentes cultivos, tanto de invernadero como al aire libre.
Hace dos años que Agrobío lanzó al mercado el primer insecto desarrollado para controlar la polilla en el tomate. Tras las primeras dos campañas de comercialización, ¿qué resultados ha ofrecido?
Los resultados han sido satisfactorios, aunque su uso ha sido limitado porque en las últimas dos campañas la incidencia de la polilla ha disminuido mucho. Esta disminución de la incidencia de la plaga se puede deber a un mejor conocimiento por parte de los agricultores, que toman más medidas, pero sobre todo al incremento de la acción de los enemigos naturales.
El control integrado es sin duda la mejor herramienta para el control de ésta y otras plagas y en esta campaña se está produciendo ya un gran aumento de la superficie de tomate bajo control integrado en Almería. En concreto, el uso de la chinche Nesidiocoris tenuis, un depredador que ataca a varias plagas, está dando grandes resultados. En la campaña anterior Agrobío apostó por las sueltas de esta chinche directamente en semilleros, técnica que mejora su establecimiento y su efectividad y que se espera sea la clave para el cambio definitivo hacia el control integrado en tomate, la asignatura pendiente en hortícolas del sureste español.
El parasitoide desarrollado por Agrobío, Trichogramma achaeae, se sigue utilizando en otros países de Oriente Medio donde la incidencia de la polilla del tomate es todavía alta. Además se ha empezado a utilizar con éxito rotundo para el control de otras plagas, en las que este parasitoide se desarrolla muy bien, como Chrysodeixis chalcites, una plaga importante de las plataneras en las Islas Canarias.
Estamos en un punto en que se está limitando de una forma importante el uso de productos fitosanitarios en nuestra agricultura. ¿El control biológico es la solución alternativa más efectiva?
Sin duda, sólo hay que ver el ejemplo de lo que ha sucedido en el pimiento del sureste español. En Almería desde que se cultiva con control biológico ha disminuido mucho la incidencia de plagas como la mosca blanca. Se trata de recuperar el equilibrio de la naturaleza. Se debe favorecer ese control biológico, y no solo con sueltas de entomófagos desde casas comerciales como la nuestra, sino también estableciendo estrategias de gestión que mejoren la conservación y la colonización de los cultivos de la fauna auxiliar existente. Agrobío también colabora en proyectos con estos fines. Esto no es incompatible con el uso también de algunos químicos. Así lo reconocen incluso los técnicos de las grandes firmas químicas que defienden el uso de sus productos en el marco de un manejo integrado. Los productos químicos han de ser cada vez más respetuosos con la fauna auxiliar, más selectivos y aplicarse solo como medida de apoyo al control biológico.
¿Hasta qué punto el control biológico de plagas está lo suficientemente desarrollado para dar respuesta a la mayoría de las enfermedades que padecen nuestras plantaciones hortícolas?
En los hortícolas el control biológico de los insectos y ácaros plagas está muy desarrollado y funciona muy bien. La asignatura pendiente en el campo almeriense era el tomate, pero este año ya se va a dar el salto definitivo al control integrado. Además se ha empezado a trabajar con control biológico también en cultivos al aire libre, en zonas tomateras que hasta ahora utilizaban sólo control químico, como el llano de Zafarraya, en Granada, y la zona del Guadalquivir en Sevilla y Cádiz.
El punto débil todavía son las enfermedades causadas por hongos o bacterias. Hay que trabajar mucho en estos aspectos, ya que se siguen utilizando muchos fungicidas en los hortícolas y en muchas ocasiones se podrían evitar una buena parte de éstos simplemente con la implantación de medidas preventivas culturales, así como mejoras estructurales y de control de clima.
España es líder mundial en el terreno hortícola. ¿Lo es también en el terreno de la I+D para el control de las plagas que aquejan a sus plantas?
Personalmente, el hecho de trabajar en esta zona y en una empresa como Agrobío, con un equipo joven de I+D y un gran departamento técnico, es sin duda una oportunidad excelente para desarrollar investigación aplicada. Cualquier investigador entomólogo que trabaja en hortícolas, incluso de centros referentes de otras zonas de España con una larga trayectoria, quiere participar también en el desarrollo que se está produciendo en el campo almeriense.
Agrobío no sólo se vale de colaboraciones con las universidades y centros de investigación, sino que tiene en el campo almeriense la oportunidad de poner a prueba sus productos en la zona de mayor producción. Por ejemplo, puede disponer de cultivos durante todo el año. Agrobío cuenta además con colaboraciones muy valiosas, como la que lleva a cabo con la Fundación Cajamar Centro Experimental Las Palmerillas, donde puede ensayar y poner a punto protocolos antes de empezar las sueltas en invernaderos comerciales. Finalmente, el contacto directo diario de los técnicos de la empresa con los propios agricultores permite a los equipos de I+D y de producción tener un feedback inmediato de los resultados, y con ello valorar rápidamente cualquier posible incidencia y optimizar los productos.
¿Cuáles son los proyectos en los que se trabaja en estos momentos desde Agrobío? ¿Qué relación mantienen con otras instituciones de investigación?
Actualmente se efectúan varios ensayos de polinización para ajustar los protocolos de trabajo en cultivos como el calabacín. Respecto a los enemigos naturales, una de las líneas en las que Agrobío destina más esfuerzo es el desarrollo y producción de nuevas especies de ácaros depredadores y su aplicación en nuevos cultivos. Además de en hortícolas, también se inician colaboraciones de trabajo con centros como el IRTA-UdL para desarrollar el control biológico en cultivos frutales. También se sigue trabajando con parasitoides del género Trichogramma, manteniendo una estrecha colaboración con la Universidad de Almería y con el ICIA. Asimismo, se colabora con el IFAPA y la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía para el desarrollo de estrategias de conservación de depredadores (gestión de márgenes de cultivos para conservar poblaciones de depredadores) y mejorar el control biológico en cultivos de tomate al aire libre.
¿En alguna ocasión han trabajado en el desarrollo o adaptación de algún producto para un cliente en concreto?
En general, se trabaja para desarrollar estrategias generales y se concretan y ajustan los protocolos a las condiciones particulares de las zonas de cultivo y épocas del año. Con algunos clientes sí se han desarrollado y adaptado algunas estrategias ya existentes para adecuarlas a sus condiciones particulares de sus invernaderos, pero son casos excepcionales de clientes que producen de manera algo diferenciada respecto al resto de agricultores de la zona.