El invernadero solar, la herramienta más eficiente y sostenible ante el reto de alimentar a los 8.000 millones de personas del planeta

El pasado 15 de noviembre se hizo oficial el dato. Ya hemos superado la barrera de los 8.000 millones de habitantes en el mundo. Esto pone sobre la mesa, una vez más, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la Humanidad a corto y medio plazo: ser capaces de alimentar a la población mundial creciente de forma sostenible desde su triple óptica, económica, social y medioambiental. No se trata de producir más, sino de producir mejor, de forma más eficiente, optimizando los recursos disponibles. Es decir, debe existir un equilibrio entre el desarrollo y el progreso como sociedad y el respeto al entorno para poder garantizar la supervivencia del planeta y de sus habitantes.

En este contexto, Almería se ha convertido en el escaparate mundial para el análisis de la situación actual y de futuro de la producción agrícola sostenible bajo plástico. Durante los días 3 y 4 de noviembre, la Estación Experimental de Cajamar Las Palmerillas ha albergado la tercera edición del ‘Congreso europeo sobre el invernadero solar, Inversolar’, organizado por Cute Solar (la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas, Aproa, la Organización Interprofesional Española de Frutas y Hortalizas, Hortiespaña, y la Asamblea de Regiones Europeas de Frutas, Hortalizas y Horticultura, Areflh), que ha contado con la participación de ocho ponentes de reconocido prestigio internacional.

El panel de expertos lo han conformado Sámar Fayad, gerente del Centro de de Visitantes de la Plataforma Solar de Tabernas, especializada en aplicaciones de la energía solar de concentración; el catedrático de Nutrición y Bromatología Antonio Jesús Meléndez, que trabaja en la producción sostenible de alimentos saludables, con énfasis en los carotenoides y sus derivados; la matemática Mar Grande, especialista en análisis de datos e inteligencia artificial; Gary Stutte, experto en horticultura, fisiología vegetal y biología espacial que acumula diez años de trabajo en el Centro Espacial Kennedy de la NASA, en el Grupo de Investigación de Plantas de Dynamac, para determinar la viabilidad del uso de plantas como sistemas bioregenerativos de soporte vital para misiones espaciales de larga duración; la licenciada en Biología y Doctora en Bioquímica y Biología Molecular Rosa Porcel, experta en la la interacción planta-microorganismo y la tolerancia de las plantas a estreses ambientales como la sequía y la salinidad; el cocinero Marcos Reguero, que acumula un cuarto de siglo de experiencia en el desarrollo de nuevos productos industriales de alimentación, el testado y la renovación de productos ya existentes, así como el diseño y materialización de conceptos y estructuras gastronómicas aplicables tanto a la industria como al sector de la restauración en general; el investigador científico en el Instituto de Química Orgánica General (IQOG) del CSIC Bernardo Herradón; y el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular José Miguel Mulet, profesor e investigador de la de Universidad Politécnica Valencia, que dirige una línea de investigación en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP) para el desarrollo de plantas tolerantes a la sequía o al frío.

En el futuro, los invernaderos serán cada vez más inteligentes, replicando la tecnología que ya se utiliza en la Estación Espacial Internacional (ISS), impulsando aún más su apuesta por la economía circular de aprovechamiento de todos los recursos

Una de las ponencias que ha levantado mayor expectación ha sido la de Gary Stutte, al centrarse en el estudio de las tecnologías que está investigando la NASA con el objetivo de hacer posible que las personas puedan vivir en la Luna y en Marte, y que están sirviendo para mejorar la calidad, la productividad y la rentabilidad de los cultivos en la Tierra.

Stutte puso como referente de producción agrícola el modelo de invernadero que se utiliza en Almería y en la Costa de Granada, ensalzando un sistema “con el ambiente controlado y protegido, con un perfecto aprovechamiento del suelo y el sol”, que optimiza los recursos y la tecnología a su alcance, como la automatización y los sensores, entre otras herramientas. Además, predijo que en el futuro, los invernaderos serán cada vez más inteligentes, replicando la tecnología que ya se utiliza en la Estación Espacial Internacional (ISS), impulsando aún más su apuesta por la economía circular de aprovechamiento de todos los recursos. Recordó cómo la ISS fue capaz de duplicar su producción de patata y lechuga reciclando agua, CO2 y todos los recursos a su alcance, un sistema que ha tenido continuidad en las misiones espaciales a la Luna y a Marte.

En este sentido, Gary Stutte comparó el funcionamiento de la ISS en cuanto a la gestión de sus recursos con el de un invernadero, donde “el residuo no existe” y “todo es recuperable”. Todos estos logros deben continuar avanzando para que, dentro de tres décadas, cuando el hombre llegue a Marte, la agricultura sea capaz de alimentar a sus tripulantes.

La sequía y la necesidad de optimizar la gestión del agua centró las intervenciones de Sámar Fayad y de Rosa Porcel. Fayad abordó la importancia de la economía circular y desgranó las claves del proyecto Water Mining, enfocado a la producción de agua fertilizada para el riego de invernaderos como una posible solución al alto coste energético de la desalación.

Sámar Fayad explicó que el uso de la energía solar fotovoltaica puede reducir el impacto negativo de la salmuera en el proceso de desalación, que se puede emplear en la agricultura o la cosmética; al separar estas sales, son aptas como nutrientes agrícolas, de forma que se obtiene agua ya fertilizada.

Por su parte, Porcel desgranó la forma de contrarrestar la sequía, estudiando y emulando a plantas resistentes como los cactus, a través de reguladores del canal de potasio, genes tolerantes a sequía y mediante micorrizas y bioestimulantes. “Se han llevado a cabo casos de éxito con transgenia fuera de la UE, con maíz, caña de azúcar, trigo y soja”, así como en remolacha, cuya tolerancia a la sequía se había replicado en hortícolas mediante transgenia.

José Miguel Mulet se centró en el concepto de la seguridad alimentaria en su sentido más amplio, haciendo hincapié no solo en las garantías sanitarias, sino también en relación al reto de alimentar a la población mundial creciente, todo ello, en equilibrio con el cumplimiento de la normativa europea y la estrategia ‘De la granja a la mesa’. Mulet puso sobre la mesa algunos interrogantes como la idoneidad de reducir un 50% el uso de pesticidas en el horizonte 2030 sin dar alternativas al agricultor. En este sentido, abogó por los bioestimulantes como solución, elaborados a partir de extractos vegetales o algas, que “potencian las respuestas naturales de la planta” frente a la sequía o la salinidad.

Completaron las intervenciones Antonio Jesús Meléndez, que se enfocó en los carotenoides porque “son esenciales para la producción de alimentos”, además de contener numerosos beneficios para la salud; Bernardo Herradón, que recordó la importancia de “las tres erres, reducir, reutilizar y reciclar” y las ventajas que poseen los plásticos biodegradables para sumarse al ciclo productivo del suelo como fertilizantes, aunque es necesario que bajen de precio para hacerlos más asequibles para los productores; y Marcos Reguera, que explicó los diferentes e importantes matices, aromas y sabores de las frutas y las hortalizas producidas en invernadero, un universo desconocido para la mayoría de los consumidores.

Los partners de Cute Solar, Areflh, Hortiespaña y Aproa, no faltaron a la cita de Inversolar para mostrar su apoyo hacia este sistema de producción de frutas y hortalizas, escenificándolo a través de sus representantes. En el acto inaugural, el vicepresidente de Areflh, Jean-Louis Moulon, abogó por una mayor unión por parte de los productores hortofrutícolas de la UE, de forma que se defiendan mejor sus intereses en el centro neurálgico de toma de decisiones del Viejo Continente, en Bruselas. Para ello, nada mejor que esgrimir como argumentos la calidad, la proximidad y la trazabilidad, que hacen único este modelo de producción.

El presidente de Hortiespaña, Francisco Góngora, por su parte, destacó cómo los invernaderos son el mejor ejemplo de sostenibilidad en agricultura, en su sentido más amplio, no solo en lo social, por su generación de empleo, o medioambiental, por salvaguardar el entorno que los rodea, sino también, por la rentabilidad económica que ofrece a los agricultores.

El gerente de Coexphal, Luis Miguel Fernández, intervino como portavoz de Aproa, para poner en valor el uso de la luz solar como fuente de alimentación energética, a diferencia de otros modelos de producción hortofrutícola, calificando los invernaderos como “máquinas ecológicas sostenibles”. Además, recordó el aprovechamiento óptimo que se realiza tanto del agua como del suelo, maximizando la producción empleando menos recursos de este tipo (agua y suelo) que otros sistemas agrícolas. Todo ello, con los máximos estándares de calidad, controlando las plagas de forma natural, por lo que reivindicó a Bruselas el cumplimiento de las cláusulas espejo para que haya reciprocidad y todos los países productores produzcan en igualdad de condiciones y con las mismas ‘reglas de juego’.