Cajamar plantea una hoja de ruta para el sector de los cítricos en España
Sin embargo, en los últimos años se ha llegado a un punto de inflexión, acentuado en la campaña de 2018, como consecuencia de un exceso de producción y la contención de la demanda, lo que ha dado lugar a que se produzcan una serie de cambios. Entre ellos, Roberto García Torrente menciona la creciente globalización de los mercados, que ha aumentado la competencia al principio y al final de cada campaña con los productos procedentes del hemisferio sur, y advierte sobre el desplazamiento de la producción desde la Comunitat Valenciana hacia otras zonas que gozan de buenas condiciones climatológicas y de agua, en las que, además, las fincas, de mayor extensión, permiten una explotación más racional y económica; así como del interés de los comercializadores tradicionales por controlar todo el proceso, desde el cultivo hasta el consumidor final,
Los coordinadores de la obra señalan por ello que esta publicación explora los escenarios futuros y recoge recomendaciones concretas alrededor de cuatro ejes principales: una cadena de valor competitiva; las nuevas perspectivas para la sostenibilidad económica que abren las tecnologías; el reto de la sostenibilidad ambiental de la producción, especialmente, ante el cambio climático; y el impacto de la globalización y de las políticas europeas. José María García Ávarez-Coque y Enrique Moltó suscriben la necesidad de reforzar el liderazgo del sector citrícola español, preparar un plan estratégico, mejorar la coordinación vertical y horizontal, así como diferenciar el producto y estimular la integración de la oferta. A su juicio, “la citricultura española debe aprovechar el potencial de regulación de la Unión Europea, no exclusivamente basado en la PAC, para fortalecer la posición de los citricultores dentro de un modelo europeo que defiende unos estándares ambientales y sociales más estrictos que en otros países”.