Carlos Serrano, director de Sostenibilidad Corporativa de Ascenza
Han corrido ríos de tinta en los últimos años hablando de los errores que se cometen a la hora de aplicar fitosanitarios en nuestras explotaciones. Por un lado, la directiva sobre inspecciones de equipos de aplicación de fitosanitarios, con su dificultades y sus incumplimientos, y por el otro, la afectación de una aplicación incorrecta sobre el medio ambiente. Ascenza quiere poner el foco en la formación del agricultor como herramienta para ayudarle a conocer como puede ahorrar costes a la vez que evita la deriva.
¿Qué suele hacer mal el agricultor cuando aplica productos fitosanitarios?
Los productos fitosanitarios para uso profesional solo pueden aplicarse por personas que tienen acreditación para ello, lo que significa que disponen de los conocimientos necesarios para realizar esta actividad. Al mismo tiempo, la legislación actual les obliga a registrar sus equipos de aplicación y a acreditar que han sido revisados y que cumplen con los requisitos necesarios para garantizar la seguridad, tanto para el medio ambiente como para la salud. Puede que en el pasado no se cumpliesen todos estos requisitos, pero a día de hoy, en nuestro país, los profesionales que aplican productos tienen un alto grado de formación y de control sobre los equipos.
El objetivo de realizar los ciclos formativos que estamos impartiendo no se debe a que exista una percepción de que los profesionales estén haciendo mal las cosas. Estas jornadas de formación se incluyen dentro de un marco de actuación dirigido por nuestra compañía destinado a conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios. Para ayudar a tomar las decisiones correctas, estos profesionales deben disponer de los conocimientos necesarios para evaluar riesgos, utilizar los productos adecuados y diseñar un plan de trabajo fundamentado en los principios de la gestión integrada. Se trata de un trabajo que requiere muchos conocimientos multidisciplinares y donde la seguridad es un factor clave. Por tanto, estos profesionales, igual que en cualquier otro sector con grandes exigencias de profesionalidad, necesitan de una formación continuada. Y nosotros queremos contribuir a que sus aplicaciones sean siempre seguras.
¿Cuál es el coste que puede ahorrar un productor medio optimizando sus aplicaciones?
Solo con la optimización del equipo de aplicación tras las correspondientes inspecciones técnicas obligatorias, los agricultores pueden conseguir un ahorro medio en tratamientos fitosanitarios que se estima entre un 15% y un 30% de la factura anual destinada a productos.
Tener el equipo en condiciones, vigilando especialmente la calibración, y aplicar solo y exclusivamente cuando las condiciones climatológicas son favorables impide que el producto aplicado se desplace fuera de la parcela. Esa fuga se denomina deriva y puede tener como consecuencia el fracaso del tratamiento efectuado lo que obligaría a repetirlo con una nueva aplicación y por tanto a duplicar el gasto en productos, en gasóleo y en mano de obra.
Aunque no se puedan considerar literalmente como ahorro, existen otras ventajas económicas como consecuencia de tener los equipos revisados. Por un lado, permite cumplir con la condicionalidad y acceder a las ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC) y por otro se evita la posibilidad de una infracción que puede ser sancionada económicamente.
Es importante resaltar también que la optimización de las aplicaciones no solo tiene un beneficio directo para el agricultor. Tiene también un claro beneficio medioambiental por lo que beneficia directamente a su propia comunidad, a su sector profesional y a toda la sociedad en general.
A veces una mala aplicación no solo afecta a la propia finca, sino a una explotación colindante o a zonas sensibles. ¿Cómo se puede evitar?
Así es. La dispersión de parte de la nube de pulverización fuera de la zona tratada puede tener como consecuencia la contaminación de otras zonas. La reciente Directiva Europea de Uso Sostenible de Fitosanitarios da indicaciones específicas para prevenir el riesgo medioambiental relacionado con la deriva. En otras ocasiones, la deriva puede contaminar la cosecha de un campo vecino y hacer que no pueda comercializarse debido a la presencia de residuos de fitosanitarios no deseados.
Para evitar la deriva, la Directiva propone medidas directas e indirectas. Las medidas directas se centran básicamente en reducirla en su origen y está relacionada con las tecnologías de aplicación, los accesorios de los pulverizadores y el ajuste correcto del equipo pulverizador. Las medidas indirectas están las destinadas a “capturar la deriva” e incluyen las bandas de seguridad o zonas que no puedan ser tratadas y las barreras como por ejemplo los cortavientos.
¿Qué se ha de tener en cuenta respecto a la deriva antes de comenzar con la aplicación del producto?
En primer lugar, hacer un mapa. Hay que tener un perfecto conocimiento del lugar que se va a tratar teniendo claramente localizadas las áreas sensibles dentro y en la proximidad de nuestra parcela. De ese modo sabremos dónde debemos ser más estrictos en la toma de medidas de seguridad. En la etiqueta del producto encontraremos las distancias o bandas de seguridad que tendremos que mantener respecto a las diferentes tipos de zonas consideradas como sensibles.
En segundo lugar, tener una buena previsión de las condiciones climatológicas. Debería tratarse solo cuando las condiciones son favorables, vientos con velocidad inferior a 2,5 m/s y soplando en dirección contraria al área sensible. Es aconsejable tratar a primera hora de la mañana o al caer la tarde cuando las temperaturas son inferiores a 25 °C y las humedades son mayores del 50%.
Por último, tener el equipo calibrado y equipado adecuadamente. El tamaño de gota es muy importarte y se deben evitar gotas menores de 100 micras. Para reducir la presencia de estas gotas resulta imprescindible el uso de boquillas anti deriva pudiendo reducir la deriva entre un 70% y un 90%. Cuanto más grande es la distancia entre la boquilla y el objetivo, mayor es la deriva, por lo que debe ajustarse la altura de la barra de aplicación. Una altura de barra de 50 cm reduce un 50% la deriva respecto a una altura de 75 cm. Por último, la velocidad a la que se haga la aplicación no debe ser superior a 8 km/h en la proximidad de áreas sensibles.
Aquí juega un papel importante la maquinaria, con la que se hace la aplicación. A pesar de la reciente entrada en vigor de la nueva normativa con las inspecciones y revisiones de los equipos, ¿en qué situación se encuentra este tema?
Desde que en diciembre de 2011 se publicara el Real Decreto que regula las inspecciones de equipos de aplicación de fitosanitarios, la situación del programa de inspecciones no ha avanzado como se esperaba. Esta normativa obligaba a las comunidades autónomas a establecer un programa de inspecciones para que todos los equipos de aplicación hubiesen sido inspeccionados, al menos una vez antes del 26 de noviembre de 2016 en una estación homologada.
Sin embargo, a fecha de hoy, dos años después de la fecha prevista y dependiendo de cada Comunidad Autónoma, entre un 30 y un 40% de equipos inscritos en el Registro Oficial de Maquinaria Agrícola o no han pasado la inspección o no la han superado favorablemente.
A ese retraso hay que añadir que, a pesar que desde los órganos competentes de las distintas administraciones autonómicas se han llevado a cabo diversas actuaciones para comunicar la obligatoriedad de las inspecciones, todavía existen equipos que no se han inscrito en el Registro y por tanto no han sido llamados a inspeccionarse. Esperamos la colaboración de todos los implicados para que se agilice este problema cuanto antes.
¿A qué se refiere con que el agricultor ha de tener en cuenta las buenas prácticas agrícolas?
Las Buenas Prácticas Agrícolas son un conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas aplicables a la utilización de los fitosanitarios orientadas a asegurar la protección de la salud humana y el medio ambiente.
La no aceptación y seguimiento de estas normas y recomendaciones tiene consecuencias significativas no solo para el agricultor que las incumple. En el mejor de los casos afectaría solo al producto utilizado reduciendo su tiempo de vida en el mercado al generar resistencias. En el peor de los casos, podría afectar a su propia seguridad e incluso la de aquellos que conviven en su vecindad.
Tituló su ponencia en una reciente jornada con el título ¿Somos buenos vecinos?. Vista su experiencia personal, ¿el agricultor español es un buen vecino?
Yo pienso que todos los agricultores españoles creen que en el medio agrícola está probablemente lo que más quieren cuidar; su hogar y su familia y creo también que saben que es muy importante aprender a relacionarse con sus vecinos y crear una comunidad para apoyarse y protegerse entre ellos.
La convivencia es uno de los aspectos más complicados de regular para el ser humano. Así, continuamente estamos estableciendo reglas y normas para facilitar la coexistencia en los espacios compartidos, desde las leyes municipales en el entorno urbano hasta los estatutos en el caso de agrupaciones más pequeñas como un edificio.
El espacio destinado a la agricultura, aunque esté fuera del entorno urbano o rural, también es una zona donde pueden entrar en conflicto diferentes intereses, diferentes cultivos, zonas comunes o zonas de alto valor medioambiental. La sociedad ha cambiado mucho en las últimas décadas exigiendo que las prácticas agrícolas se hagan más sostenibles y más seguras con el medio ambiente.
Y esa presión se ha hecho notar. A día de hoy, existe en vigor una estricta normativa que ha contribuido a desarrollar una infraestructura muy eficiente para la recogida y eliminación de envases de productos fitosanitarios, a facilitar los medios para revisar los equipos de aplicación, ha proporcionado formación de calidad a los profesionales y ha regulado la toma de decisiones en la recomendación de productos para minimizar su uso a lo estrictamente necesario y en las condiciones más seguras. Por tanto, podemos afirmar que los agricultores disponen en estos momentos de todas las armas y la formación necesaria para ser unos buenos vecinos.
No obstante, como en toda comunidad, además de las normas necesitamos actuar en consecuencia. Yo creo que el agricultor español tiene también la voluntad de cumplir las normas y que tiene en cuenta la colaboración y el respeto hacia los demás. No obstante, en cualquier escenario o comunidad es siempre conveniente volver a transmitir mensajes con cierta frecuencia que contribuyan a fortalecer unas buenas relaciones con quienes nos rodean, por el bien de nuestras comunidades y entorno.
¿Cómo una empresa como Ascenza puede ayudar al agricultor para que aplique correctamente? ¿Quizás encargándose de ofrecerles una formación adecuada?
Nosotros somos una empresa que fabrica productos para la agricultura y que ofrece soluciones a los profesionales del sector. Para nosotros, una solución no es un producto, es la combinación de dos elementos: un producto y la forma de usarlo. La utilización correcta del producto es la garantía de que el producto va a ser eficaz, y por tanto va a solucionar su problema, y va a ser también la garantía de ser seguro para las personas y para el medio ambiente. Dicho esto, resulta fácil predecir los inconvenientes de un uso incorrecto.
Aunque la forma correcta de uso está descrita en la etiqueta del producto, entendemos como una obligación y una responsabilidad la transparencia en la transmisión del conocimiento. Las condiciones de uso de un producto fitosanitario son el resultado de varios años de investigación y varios años de evaluación por parte de las autoridades competentes en materia de seguridad.
El objeto de estas formaciones es doble. Por un lado, explicar, de una forma entendible por los agricultores, los fundamentos científicos en los que se basan tales condiciones de uso con el objetivo de concienciar a los agricultores a hacer un uso correcto de los productos. Y por otro, ayudarles a incrementar su eficiencia, es decir, hacer las cosas con la mejor relación posible entre los recursos empleados y los resultados obtenidos.