La agricultura 4.0 no es una amenaza, sino una oportunidad
¿Qué significa 'Smart Agro' para la agricultura 4.0?
¿Recuerdas cuando enviabas fax? ¿Tú también tienes la sensación que eso sucedió hace miles de años? Todo proceso de cambio en el mundo agro responde a una demanda, pero no sólo a la ya conocida demanda creciente de alimentos a nivel mundial, sino a una nueva forma de consumo. El actual consumidor es sofisticado, hiperconectado, exigente en inocuidad y trazabilidad. Demanda una amplia diversidad de alimentos y tiene una profunda conciencia de la sostenibilidad y el medio ambiente.
Este nuevo consumidor está obligando de alguna manera al sector agrícola a una imperiosa transformación y adopción de la conocida agricultura 4.0. Hay que tener presente que los cambios tecnológicos son la consecuencia de los cambios socioculturales. La presión de la demanda y el hecho de producir más alimentos con menores recursos se vuelca en las espaldas de los productores agropecuarios y ganaderos.
La buena noticia es que no están solos. Nuevos actores se suman al escenario desafiante de la producción agropecuaria mediante el desarrollo de tecnologías disruptivas creando una red multidisciplinaria. Este nuevo giro de la agricultura trae consigo una clara tendencia a la automatización total de la manufactura.
Tecnología 4.0
El concepto ‘Smart Agro’ es básicamente la consecuencia de la irrupción de las TIC. De una revolución digital que trae consigo una transformación de la industria agroalimentaria, agrícola, ganadera, pesquera, rural y forestal, entre otras.
En España el sector agroalimentario tiene un peso relevante en el conjunto de la economía nacional, así como un impacto social significativo, pues contribuye a la actividad y el poblamiento de extensas áreas rurales. La tecnología es una de las claves de supervivencia de la agricultura en el futuro, combatiendo, en paralelo, la progresiva y veloz pérdida de superficie cultivable.
La recopilación e identificación de datos es, sin duda, una herramienta indispensable para la trazabilidad, el impacto medioambiental y la optimización de los recursos.
La información se constituye en el eje conductor de los procesos productivos. Esto se logra gracias a la toma continua de datos por medio de sensores, el almacenamiento, procesado y análisis de los mismos y su conversión en decisiones de valor. Aunque el agricultor o ganadero no se dé cuenta, está participando pasivamente de esos nuevos procesos que nos van superando día a día. Drones, sensores aéreos y terrestres, maquinaria guiada por GPS, entre otras herramientas, son los nuevos habitantes del paisaje rural.
El uso combinado de robótica, geoposicionamiento y análisis Big Data, ha consolidado procedimientos válidos para combatir el derroche de agua y el exceso de la aplicación de productos agroquímicos y fertilizantes.
El cambio climático, sus fenómenos extremos, la globalización de las enfermedades y la impredecibilidad de los modelos meteorológicos que nos depara el calentamiento global, determinan un escenario más que preocupante para las explotaciones agrarias actuales y futuras. Convivimos con una agricultura climáticamente inteligente que aplica las nuevas tecnologías y la biotecnología como aliados estratégicos.
Estamos al borde de una nueva era
Como es fácil de suponer, la producción agropecuaria nunca ha estado al margen de los diferentes procesos innovadores. Así se demuestra incluso en ferias como Fruit Attraction, donde la participación del sector Smart Agro ya es casi del 10%, marcando un precedente de lo que se viene.
El sector agroalimentario está en un proceso de avance continuo, generado por la irrupción de las nuevas tecnologías tanto en el proceso de cultivo de los diferentes alimentos, como en el de procesamiento y distribución de los mismos.
La agricultura 3.0 trajo la robótica y la automatización al mundo agrario, lo que puede observarse hoy en la maquinaria agrícola que realiza ciclos completos de labores agrícolas como la siembra, pulverización y la cosecha. Ahora es el turno de la agricultura 4.0, que de la mano de las explotaciones inteligentes, con la interconexión de máquinas y sistemas, buscan la adaptación de los ecosistemas de producción mediante la optimización del uso de agua, fertilizantes y fitosanitarios, dando origen a lo que se denomina agricultura de precisión.
El propietario de la explotación agropecuaria o ganadera puede supervisar el estado de su cultivo o ganado a tiempo real, a través de aplicaciones informáticas, tomando decisiones asertivas y eficientes.
Los sistemas de producción agrícola más productivos y eficientes marcan su impronta, permitiendo obtener más alimentos con un menor uso de recursos naturales. Este acontecimiento tecnológico también conlleva la transformación digital de los diferentes puestos de trabajo, redistribución de ingresos y generación de nuevos conocimientos educativos, nuevas carreras o formaciones profesionales.
Estamos al borde de una revolución tecnológica de la agricultura y ganadería que modificará fundamentalmente la forma en que producimos, trabajamos y nos relacionamos con el entorno agrícola.
Drones: un buen ejemplo
Los drones son, sin duda, un ejemplo positivo de la agricultura 4.0. Tan solo hemos de mirar hacia EEUU, donde, según una encuesta realizada por Munich Reinsurance América, tres de cada cuatro agricultores (74%) utiliza actualmente tecnología de drones para evaluar, controlar y gestionar su explotación. La encuesta también determina que el 49% de los agricultores contratan el servicio de manera externa y el 51% lo opera y gestiona por su cuenta.
En lo que respecta al uso de los mismos, la encuesta refleja que:
- El 73% lo utiliza para el monitoreo del cultivo
- Un 46% para el análisis del suelo y campo
- El 43% para evaluar la salud de sus cultivos y ganado
Los drones tienen la capacidad de sobrevolar amplias superficies de terreno en breve tiempo (hasta 400 hectáreas al día), recopilando imágenes de gran nitidez y una enorme cantidad de datos. Cuentan con la posibilidad de medir el estrés hídrico y el vigor de las plantas, determinar el número y el tamaño de cepas o ejemplares, como también realizar seguimiento de los cambios de color o forma de las plantas. Ayudan a identificar con premura posibles enfermedades o riesgo de heladas.
¿Qué pasará con los drones?
El consejo internacional de trabajadores (IDC), en su último estudio, relevó que el gasto mundial en soluciones de robótica y drones se establecerá por encima de los 171.000 millones de euros de cara a 2022.
Al desglosar los datos por segmentos, se puede identificar que el mercado de drones en 2018 tendrá un crecimiento superior al 32% los próximos 5 años.
El futuro de la agricultura 4.0.
La constante evolución de los procesos tecnológicos nos obliga a estar en continua innovación y desarrollo de soluciones. La transformación del medio rural pasa por los canales y puentes digitales, que tienden a lograr un desarrollo de la actividad de manera competitiva y sostenible, ya sea en lo económico, como en lo social.
El avance en las innovaciones hardware y software y la mejora continua del ancho de banda han dado lugar en esta última década en España al desarrollo de una amplitud de soluciones tecnológicas de vanguardia por parte de empresas especializadas en ‘Smart Agro’. Las líneas de investigación y desarrollo van dirigidas a la gestión de bases de datos, la ciberseguridad, conectividad por medio de sistemas de comunicación, redes y sistemas integrados.
Las nuevas tecnologías agropecuarias forman parte de la cuarta revolución industrial que pondrán en la mesa como plato principal a la inteligencia artificial.
Empieza una carrera. Las explotaciones inteligentes van detrás de la interconexión de máquinas y sistemas en la propia parcela de la explotación. Buscamos la adaptabilidad de los sistemas de producción para alcanzar mejores rendimientos y la eficiencia de los cultivos, aplicando la optimización del uso de agua, fertilizantes y fitosanitarios.
Abrimos la puerta a la agricultura de precisión, que ha llegado al campo para quedarse. La sensorización de las explotaciones ya es una realidad. Podemos establecer en todo el campo los sensores que necesitemos, pero nos enfrentamos a dos piedras en el camino que debemos sortear.
Por un lado, la alimentación energética de los sensores y, por el otro, la transferencia de los datos recogidos a los sistemas de almacenamiento y procesado. Sin olvidar la imperiosa necesidad de aumentar la conectividad en el campo y formar profesionales para gestionar las tecnologías en cada pueblo y región del país.
Como un factor crítico, tenemos el desafío de interconectar el mundo físico con lo digital, todos los elementos entre sí y en el propio campo, desarrollando sistemas ad-hoc de comunicación.
No me gustaría dejar de mencionar las barreras o limitantes, ya sean generacionales o culturales, que dificultan la adaptación del agro al entorno digital. Estos nudos o tabúes, restringen y postergan la incorporación en su actividad del uso de las nuevas tecnologías, acordes a sus necesidades y ámbito de trabajo.
Algunas 'nuevas semillas' del cambio vendrán de la mano de la ingeniería genética, biotecnología, nanotecnología y las neurotecnologías, segmentos que emergen confusos y muy lejanos para el agricultor. Las repercusiones de las tecnologías impactan de lleno en la forma en que llevamos a delante nuestro cultivo y como usamos toda la información generada.
Oportunidad
El sector agropecuario y ganadero siempre encuentra razones para creer que el apocalipsis está cerca o para ser optimistas. No se trata de determinar el principio o el fin de algo, sino de identificar tendencias, calibrar y regular el presente y garantizar un futuro próspero.
Invertir es una cuestión clave para cualquier proyecto de transformación digital. Hay que asumir el coste.
Todo depende de cómo lo mires. La agricultura 4.0 no es una amenaza, sino una oportunidad.
Qué vas hacer… ¿Adaptarte o postergar?