Vegetación autóctona y control biológico: diseñando una horticultura intensiva y una ciudad verde, sostenibles
El alcaldable de ERC en Barcelona, Alfred Bosch, propone para esta ciudad un proyecto de un nuevo corredor verde arbolado y periurbano dirigido hacia sus polígonos industriales e interconectando con otros circuitos verdes, por donde circulen peatones y ciclistas y/o quizás algún transporte innovador y eléctrico. Este pretendiente a la alcadía de Barcelona quiere naturalizar mejor su ciudad. La idea, para mi gusto, tiene pinta de Ciudad Verde. El periódico La Vanguardia, también de Barcelona, informa que fundaciones, ayuntamientos y oenegés han asumido el reto de consolidar y crear nuevas áreas naturales en la ciudad. Son iniciativas para naturalizar las urbes, en línea con la llamada ‘Ciudad Verde’. Esta es una tendencia que responde al intento de los planificadores urbanos de repensar las ciudades, pero también es una respuesta de quienes ven factible fomentar la biodiversidad en un ámbito hasta ahora monopolizado por el asfalto y el coche.
La fundación World Nature quiere avanzar un poco más y promueve una iniciativa para que empresas, instituciones o particulares conviertan sus balcones, terrazas y jardines en ‘refugios de flora y fauna’. “Necesitamos que los ciudadanos se impliquen más en la conservación de la naturaleza”, dice Antoni Carulla, su promotor. “Las pequeñas acciones pueden ser muy útiles”, matiza Carulla. “¿Por qué, en lugar de poner una planta exótica, no plantamos una planta autóctona que, además, puede tener un mantenimiento más fácil y favorecer los insectos polinizadores, mariposas o abejas?”
La capital del País Vasco, Vitoria, mantiene una aspiración de hacer que la naturaleza entre en la ciudad, y ha puesto en marcha una gestión “más silvestre, ambiental y sostenible” para naturalizar los espacios libres con especies autóctonas, que consuman menos agua, adaptadas al terreno, para favorecer la biodiversidad. En el Congreso Europeo Ciutat Verda, celebrado en Barcelona en el marco del Auditori La Pedrera, en 2005, Josep Mº Llop decía que nuestras ciudades serían mejores si fueran más verdes.
La agroecología interesa a los urbanitas y a la agricultura. Silvia Burés, en una publicación en 1984 explicaba el éxito de la xerojardinería, que consistía en el uso eficiente del agua y en fomentar la utilización de especies resistentes a la sequía, muchas de ellas autóctonas, es decir, según Burés, aprender de la naturaleza que nos rodea como factor básico.
El estudio ‘Vegetación autóctona y control biológico: diseña una horticultura intensiva sostenible’ es de Estefanía Rodríguez Navarro y Mónica González Fernández de Estación Experimental del Zaidín (CSIC) y está publicado por la Fundación Cajamar. En el mismo explican que se puede identificar qué componentes de la biodiversidad son los que se desean mantener o aumentar para fomentar las poblaciones de los enemigos naturales apropiados y que mejor puedan controlar las plagas de la horticultura intensiva. Esto es, identificar e incrementar la ‘biodiversidad funcional”. Con ello, el objetivo de las investigadoras es crear este tipo de biodiversidad con la plantación de setos o barreras vegetales en el perímetro de los invernaderos y los cultivos más intensivos.
Hoy como ayer, hay gente realizando proyectos para promover la vegetación autóctona y el control biológico: diseñando una horticultura intensiva y una Ciudad Verde, sostenibles. Bienvenidos.