En clave de opinión: la crisis, desde otra perspectiva
15 de noviembre de 2008
El Círculo de Economía organizó recientemente un debate para hablar de esa crisis financiera con la que nos desayunamos y acostamos desde hace unos meses. La reunión tenía su atractivo ya que anunciaba una mesa de ponentes con una dosis importante de masa gris: Jordi Gual del Iese, Jordi Galí del Crei i José Luis Oller, moderados y guiados por uno de nuestros mejores científicos de la economía, el dr. Andreu Mas Colell.
Así que fui al Círculo y, como era de esperar, no quedé defraudado aunque sí sorprendido. Porque más allá del diagnóstico y las causas que allí se expusieron, una vez presentados gráficos y magnitudes, Galí y Gual viraron hacia un enfoque totalmente distinto a lo que había leído y escuchado hasta aquel momento.
El caso es que el diagnóstico de lo ocurrido en el mundo desde el verano de 2007 -la crisis financiera- se puede hacer a partir de parámetros y variables macroeconómicas pero también, de vez en cuando, es interesante hacerlo bajando el punto de mira de la observación a un nivel más micro y, si se quiere, fijando el análisis en algunos comportamientos individuales.
Si lo hacemos así, nos daremos cuenta de que la situación actual no deja de ser el agregado de un conjunto de decisiones personales, de individuos concretos, con nombres y apellidos. Y si eso es cierto -que lo es- se hace evidente que de cara al futuro hará falta revisar muy a fondo algunas políticas de incentivos. Unas políticas que han demostrado ser perniciosas y que hicieron posible ciertos comportamientos y decisiones muy alejados de la ortodoxia y la ética empresarial.
Esa fue mi sorpresa aquella tarde en el Círculo de Economía. Reconocidos expertos de la ciencia macroeconómica hablando, finalmente, de valores humanos. Porque también se trata de eso: de la ética y las actitudes de algunos. ¿Qué es si no lo que hace que un individuo con talento, formación y responsabilidades, acabe decidiendo empaquetar “porquería” para venderla? ¿Y cuál es la razón para que otro individuo, al otro lado del mundo, también con responsabilidades, formación y talento, decida comprar esa 'porquería'?
Mucho se ha hablado en nuestro occidente durante esta última década de la crisis de valores. En este sentido, Jordi Gual, cerraba su intervención con el recordatorio de una frase pronunciada en 2007 por el CEO de un importante banco internacional “A pesar de todo, mientras suene la música, seguiremos bailando”. A lo que Gual añadió: “Cuánto cinismo encierra esta frase. Sin duda, esos no son los valores que cabe esperar de un dirigente". Entonces me acordé de otra frase que me sirvió para contrastar actitudes de liderazgo. La escuché del presidente del Banco Sabadell, hace un par de años “Se pueden hacer muchos discursos sobre RSC y publicar magníficas memorias de sostenibilidad, pero nada de eso tiene valor sin el comportamiento ético de las personas que conforman la empresa. Esta es la auténtica responsabilidad de la empresa para con la sociedad.”
Puede que esta no sea una reflexión muy glamorosa desde el punto de vista del análisis económico y de los sistemas financieros pero, sin lugar a dudas, nos volveríamos a equivocar si en la construcción de un nuevo orden, cuando llegue el momento -que llegará-, nos olvidáramos de que unos incentivos mal orientados, sustentados en la ausencia -o la negación- de ciertos valores, pueden conducir al error al mejor de los ‘managements’ y que estos errores, en un mundo globalizado, los acabamos pagando todos.