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El polímero de Calímero

Ibon Linacisoro, Director15/03/2007
Era Calímero un ser vivo animado que entretuvo a una cierta generación de actuales habitantes del planeta Tierra. Caracterizábase nuestro amigo Calímero (la dirección de esta revista se ha permitido la libertad de cambiar el acento a este nombre en aras de un verso más fluido) por su actitud victimista, su gesto triste y su forma de abordar las cuestiones: siempre triste, siempre víctima. Pero Calímero salía victorioso de todas las historietas, con su casco de cáscara de huevo, con sus ojos tristes, lo cual debería hacer pensar a los del polímero, porque es ya casi una forma de vida esta lastimera actitud ante las circunstancias. Lo cierto es que la industria española de los plásticos lleva años arreglándoselas para encontrar su camino, son muchos los que se sorprenden por la rápida evolución de esta industria en España. Pero la queja, la sensación de desastre, la teoría de la mano negra contra nosotros está ya tan impregnada entre los habitantes del planeta España que el mismísimo Calímero quedaría como optimista frente a la industria del polímero. Ni en los mejores años se escuchaba un discurso totalmente optimista. ¡Pero si el futuro es de los plásticos! Si el mismísimo Calímero hubiese optado por un polímero para la protección de su cabeza en lugar de ese casco de cáscara de huevo que la naturaleza le regaló. La naturaleza era sabia hasta que llegaron los polímeros. El polímero del casco de Calímero ya habría mejorado entretanto notablemente y sería ahora más resistente, más delgado, más ignífugo. Quién sabe si incorporaría pulsómetro, retrovisor con antivaho, e incluso, por qué no, la PS3, lo último de la playstation que ya ha llegado a España. Calímero, con el polímero, habría ganado muchos enteros.

No sólo él. Cada vez que alguien lanza algo revolucionario, siempre que hay colas en las tiendas, lo que está conteniendo ese contenido preciado, una PS3, por ejemplo, es de uno, dos o un montón de polímeros. ¿De qué es el mando de un cacharrito de estos? De plástico. ¿Cuántos componentes de plásticos tiene el mando o el equipo en sí? Ni idea. Pero seguro que muchos. Y sobre todo, ¿sería todo ello posible sin los polímeros? Pues difícil. Y este “todos por el plástico” sirve para adivinar un futuro prometedor. No hay que dejar que Calímero, que no aprovechó su polímero, tenga éxito en su afán de inculcar el pesimismo, que no oscurezca las perspectivas. Como ya hemos concluido en otras ocasiones, larga vida al polímero, sin Calímero.

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