La CE presiona para estampar la firma final al acuerdo
El acuerdo político con Mercosur pone en pie de guerra al sector primario de la UE
El acuerdo de la Unión Europea (UE) con Mercosur recibe el rechazo de varios países del club comunitario y sectores productivos como el agrícola, que anuncian movilizaciones de protesta contra el mayor pacto comercial del globo.
El 5 de diciembre, la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, voló a Montevideo para sellar un acuerdo “verdaderamente histórico“ con el bloque Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) tras casi 25 años de negociaciones, pero acogido de forma muy desigual por Francia y Alemania, los tradicionales ”motores“ de la UE.
Con un fuerte peso de su sector agrícola, Francia se opone férreamente al acuerdo y, sin distinciones entre partidos políticos, lo ve como ”un puñal en la espalda“ y una ”traición” por parte de Von der Leyen, mientras que Alemania lo acoge esperanzada por el balón de oxigeno que pueda suponer para su sector industrial en decline, en especial el automovilístico.
La Comisión Europea, que tiene la competencia de negociar en nombre de los Estados miembros, presiona para estampar la firma final al acuerdo de asociación de mayor alcance del mundo, con una población combinada de más de 700 millones de personas, ante el temor de que China, que ya ha expandido su presencia e inversiones en la región, se adelante al bloque comunitario.
Y sin olvidar que Bruselas se prepara para la segunda presidencia del republicano Donald Trump en Estados Unidos en enero próximo y una posible nueva política de aranceles, que avanzó en su campaña.
Dos bandos en la UE
En el bando de Francia se sitúa Italia, cuyo Gobierno ya advirtió de que no firmará el acuerdo con Mercosur a menos que incluya mayores garantías para los agricultores europeos. Polonia y el parlamento neerlandés, entre otros, también están en la misma línea.
En la onda de Alemania, se sitúan España y Portugal, entre otros. El presidente español, Pedro Sánchez, dijo que servirá para tender un “puente económico“ sin precedentes entre Europa y América Latina, mientras que el jefe de Estado portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, añadió que ”representa una oportunidad única para las empresas y la economía de ambos lados del Atlántico“ y pidió su ratificación.
Esta división de pareceres entre Alemania y Francia, los dos países más grandes e influyentes del club comunitario, amenaza con fragilizar los cimientos de la Unión Europea.
Y esto en un momento, además, en que las elecciones legislativas alemanas están a la vuelta de la esquina (23 de febrero) y el presidente francés, Emmanuel Macron, busca un sucesor para el conservador Michel Barnier al frente del Gobierno, tras caer tres días atrás por una moción de censura.
En un mundo marcado por tensiones geopolíticas y con tentaciones proteccionistas, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, decidió reservar el tiempo de la comida de la primera cumbre europea que organiza el 19 de diciembre para debatir con los líderes europeos sobre el papel de la UE en el mundo y ”del comercio en el fomento de la prosperidad para ambas orillas del Atlántico”.
Será, por tanto, la primera oportunidad que los líderes europeos tendrán para confrontar cara a cara sus posiciones sobre el acuerdo UE-Mercosur, que tiene que obtener el visto bueno del Consejo de la UE, del Parlamento Europeo (que también se perfila tortuoso) y, dependiendo de la base legal del pacto -aún por determinar-, posiblemente también los Parlamentos nacionales de los Estados miembros de la UE.
Agricultores y ecologistas, en contra
Con Barnier en funciones, el principal sindicato agrario de Francia, la FNSEA, pidió al presidente, Emmanuel Macron, “se moje verdaderamente“ para construir una mayoría europea en contra del pacto con el Mercosur para ”bloquearlo”.
Por lo pronto, el comité de organizaciones agrarias y cooperativas europeas (Copa-Cogeca) está ya en pie de guerra y nada más conocerse la noticia del acuerdo convocó “una acción relámpago en Bruselas“ de protesta, coincidiendo con una reunión de ministros de Agricultura y Pesca de la UE.
Según Copa-Cogeca, el capítulo agrícola del acuerdo está ”desequilibrado“ y, entre los sectores sensibles, mencionó la carne de vacuno, las aves de corral, el azúcar, el etanol y el arroz.
La Coordinadora Europea Vía Campesina (pequeños y medianos agricultores), aseguró que seguirá movilizándose contra el acuerdo comercial ”y, de un modo u otro, le pondrán fin”.
Igual de combativa se mostró la plataforma CAN Europe, de la que forman parte más de 1.700 organizaciones ecologistas europeas, que más allá de consideraciones medioambientales, dijo que el “sombrío“ acuerdo es ”un ataque frontal“ a la democracia por haber sido negociado desde el ”más absoluto silencio”.
A favor, el sector automovilístico
Una visión radicalmente distinta tienen los principales fabricantes de automóviles de la UE, reunidos en la asociación ACEA, que pidieron una rápida ratificación por parte del Consejo y el Parlamento Europeo.
Este acuerdo, que permitirá a las empresas europeas ahorrarse 4.000 millones de euros al año en aranceles, “llega en un momento crucial para la industria automotriz, que actualmente enfrenta desafíos críticos en la transición hacia la descarbonización”, afirmó la directora general de ACEA, Sigrid de Vries.
La firma de este acuerdo envía una fuerte señal al resto del mundo en apoyo de un comercio libre, abierto y basado en reglas, según ACEA.