La RAIF pone el foco en la importancia de la gestión de los restos de poda del olivar
Este insecto pasa el invierno en forma de adulto, resguardado en galerías que excavan en la unión de hojas y pequeñas ramas. Con la llegada de la estabilidad atmosférica que se produce al final de invierno y que coincide habitualmente con las tareas de poda en el cultivo, estos adultos salen de sus refugios para dirigirse a aquellas maderas que cuentan con un movimiento de savia reducido y que se suele dar en maderas procedentes de la poda o árboles decrépitos afectados por algún tipo de patógeno que han mermado su normal vitalidad.
Una vez dirigidos a estas maderas realizan el apareamiento y efectúan unas galerías tanto el macho como la hembra, en donde se depositarán las puestas, evolucionando su biología, de manera que en el mes de mayo aparecen los nuevos adultos, que abandonaran estos recintos para dirigirse a los olivos cercanos en donde realizaran unas galerías nutricias y localizadas en la unión de hojas y frutos con pequeñas ramas, provocando de esta manera la perdida directa de producción con la caída de frutos y la rotura de la parte final de los brotes con reducción de la producción para la próxima campaña.
De esta forma, cuando se producen los orificios de entrada del barrenillo en árboles debilitados, bien sea, por adversidades climáticas o incidencia de determinados agentes, la RAIF recuerda que se deberá proceder a la poda y destrucción de los órganos vegetativos afectados.
Para evitar la incidencia de barrenillo en el cultivo, se debe de actuar con rapidez y retirar o eliminar todas aquellas ramas procedentes de la poda. Estas maderas procedentes de la poda que vayan a ser aprovechadas para un posterior uso, deben de ser guardadas en lugares herméticamente cerrados entre el 1 de mayo y el 31 de octubre y siguiendo las medidas reguladas por la Ley 43/2002 de 20 de noviembre de Sanidad Vegetal.