Situación del Zabro en Castilla y León
Francisco J. Ciudad1, Arturo Santiago1, Mª del Carmen García-Ariza2, Constantino Caminero2
Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL). 1Unidad de Cultivos Herbáceos; 2Área de Plagas
29/11/2019El Zabro (Zabrus tenebrioides) es una plaga de los cereales que, si bien no se encuentra extendida en todo el territorio de Castilla y León, sí genera preocupación en las zonas donde ocurre. Manifiesta cierta preferencia por el trigo, pero puede afectar también a cebada y centeno, mientras que no afecta a avenas. En el control de la plaga y mitigación de riesgos es muy importante la vigilancia y control en los primeros estadios de desarrollo del cultivo, cuando los daños pueden ser mayores. En este artículo se describe la plaga, las principales zonas de riesgo en Castilla y León y se recomiendan determinadas actuaciones a fin de mitigar los daños que puede causar.
Descripción y clasificación
El zabro es un coleóptero de la familia de los carábidos que se alimenta preferentemente de gramíneas, incluyendo algunas adventicias. De hábitos principalmente nocturnos, tanto las larvas como los adultos habitan en el suelo, donde se refugian en galerías, bajo piedras o entre la hojarasca. El adulto, de entre 12 y 18 mm de longitud, es de cuerpo alargado y convexo en su parte dorsal, de color negro con débiles reflejos metálicos. El abdomen es pardo-oscuro, de tonalidad algo más clara, y las patas y antenas de coloración pardo-rojiza. Los élitros, coriáceos y muy endurecidos, presentan líneas longitudinales muy marcadas. No son voladores, siendo sus patas alargadas, aptas para caminar (Imagen 1). Presenta tres estadios larvarios, que se diferencian principalmente por el tamaño de la cabeza. Las larvas son alargadas, pudiendo alcanzar los 30 mm en su último estadio, con la cabeza, el tórax y las patas pardo oscuras y mandíbulas muy prominentes y poderosas (Imagen 2). En el último estadio son muy notorios los escudos coriáceos de los segmentos del abdomen. Las pupas son blanquecinas.
Ciclo biológico
Los adultos realizan la puesta a partir del mes de julio, prolongándose hasta el inicio del otoño, siendo muy importante la humedad del suelo para la emergencia de las larvas, que aparecen a lo largo del verano. Las larvas excavan una galería estrecha en el suelo, donde se refugian durante el día. Comienzan a alimentarse de gramíneas adventicias, ricio y restos de la cosecha anterior, hasta que pueden empezar a alimentarse del cultivo recién sembrado. Los mayores daños se producen en este momento, pudiendo devorar completamente las plantas pequeñas comprometiendo la implantación del cultivo. Se alimentan del parénquima de las hojas, doblándolas de manera que introducen las puntas hacia la galería y respetando la nervadura, quedando junto a la entrada formando ovillos deshilachados muy característicos (Imagen 3).
Tras devorar una plántula se desplazan a la siguiente para seguir alimentándose. Cuando completan el desarrollo larvario, en el mes de mayo en las zonas más cálidas o bien entrado el mes de junio en las más frescas, forman la cámara de pupación en el suelo a unos 20 cm. de profundidad (Imagen 4). La duración de la pupación es de 12 a 15 días dependiendo de la temperatura. Este estadio de la metamorfosis se inicia de manera escalonada, por lo que, simultáneamente se pueden encontrar en las parcelas desde larvas a adultos. El adulto no emerge del suelo hasta que se ha endurecido, alimentándose de restos vegetales, flores y granos en formación. En ocasiones se pueden observar incluso en pleno día mientras se alimentan en las espigas, si bien los daños que pueden ocasionar los adultos no suelen provocar pérdidas significativas (Imagen 5). Cuando no está alimentándose, permanecen ocultos, bajo terrones de tierra, restos de cosecha, hierbas o piedras.
Condicionantes para el desarrollo y daños a los cultivos
La incidencia de esta plaga está íntimamente ligada a las condiciones de humedad y temperatura. Los otoños suaves y húmedos favorecen eclosiones tempranas, aumentando el riesgo de daños en las parcelas afectadas, especialmente si el invierno posterior también es suave. El suelo también tiene importancia, pues prefiere terrenos margosos o arcillosos donde las galerías son más estables que en los arenosos.
El principal daño lo producen las larvas por la pérdida de planta durante la implantación del cultivo. A medida que desarrollan las plantas, la alimentación de las larvas en primavera, aunque puede ser importante, suele tener un menor efecto en la reducción de cosecha. Los daños por la alimentación directa de flores y granos por los adultos suelen ser muy escasos.
En sus inicios, los síntomas suelen apreciarse en forma de rodales que van aumentando, o bien desde los bordes de la parcela, asociados a las líneas de la paja de la cosecha o en zonas donde el ricio no fue eliminado. En ocasiones, especialmente si no se ha removido el terreno antes de la siembra y en parcelas donde ya está instaurado, puede aparecer afectando desde el inicio a toda la parcela (Imagen 6).
Situación en Castilla y León
En Castilla y León el zabro no está extendido por toda la comunidad autónoma y sólo genera problemas importantes de forma ocasional. Cuando los condicionantes ambientales le son favorables, elevada supervivencia de adultos al verano y humedad temprana en el otoño, el daño que producen en las parcelas afectadas es muy importante. En las zonas donde esto ocurre, los daños suelen repetirse, por lo que se genera cierta preocupación, siendo aconsejable la vigilancia por parte de los agricultores, especialmente en zonas y parcelas con historial de incidencia.
Así, desde el Observatorio de plagas y enfermedades agrícolas de Castilla y León del ITACYL, se tiene constancia de la incidencia de esta plaga en:
- La provincia de Burgos, habiéndose detectado en las comarcas agrarias de Arlanza, Arlanzón, Bureba-Ebro, las Merindades y Pisuerga.
- En Soria, asociada a las comarcas de Arcos de Jalón y Campo de Gómara.
- En Valladolid aparece en el centro y sureste de la provincia.
- En Palencia, en las comarcas de Campos y el Cerrato.
A inicios de la pasada campaña, desde el Observatorio ya se emitió un aviso a los agricultores de especial vigilancia de zabro, acompañado de información de apoyo para su toma de decisiones. Es reseñable considerar que, en los seguimientos de finales de la campaña, se detectó presencia de adultos en parámetros aparentemente superiores a lo habitual. Además, en este septiembre se han prodigado las tormentas en Castilla y León y las temperaturas han resultado altas, favoreciendo la otoñada y la emergencia temprana de las larvas. En estas condiciones las larvas pueden tener alimentación para iniciar su desarrollo y la excavación de las galerías antes de las heladas, por lo que, de nuevo, se prevé una elevada incidencia. Se recomienda para la próxima campaña reforzar la vigilancia, principalmente en zonas endémicas.
Recomendaciones para la lucha integrada
Desde el ITACyL se aconseja que esa vigilancia, especialmente importante entre la nascencia y el encañado, comience ya con la observación de la otoñada, previa a la siembra. Se precisa especial atención y refuerzo si se mantienen las condiciones de un otoño suave y lluvioso.
En cuanto a las medidas de manejo preventivas a contemplar, especialmente en parcelas donde se hayan observado ataques previos, se recomienda la eliminación del rastrojo y el ricio mediante medios mecánicos, la rotación de cultivos, evitando siembras de cereal sobre cereal (incluso, si es viable, sin sembrar cereal al menos un par de años) y retrasar al máximo las siembras.
En cuanto a la lucha química, se deben utilizar únicamente productos autorizados e inscritos en el Registro Oficial de Productos Fitosanitarios, debiéndose consultar dicho Registro antes de cualquier aplicación. El tratamiento resulta recomendable cuando se alcancen los siguientes umbrales entre nascencia y estado de tres hojas y siempre que no haya riesgo de heladas: cuando se observen de 10 a 15 plantas dañadas/m2 en cebada, y de 8 a 10 en trigo, debiéndose tratar al amanecer o al atardecer, cuando más actividad tienen las larvas. Si no están activas, están enterradas en las galerías, reduciéndose el posible efecto.
Bibliografía
Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. (2015). Guía de gestión integrada de plagas, cereales de invierno. Disponible en https://www.mapa.gob.es/es/agricultura/temas/sanidad-vegetal/productos-fitosanitarios/guias-gestion-plagas/cultivos-herbaceos/
Biurrun R y Lezaun J.A. (1999). Zabro, atención a esta plaga del cereal. Navarra agraria. Nº 177, 26-29.
Observatorio de Plagas y Enfermedades Agrícolas de Castilla y León. (2018). Zabro de los cereales (Zabrus tenebrioides). En Fichas de apoyo de plagas y enfermedades; Cereales de invierno. Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León. Ficha CE-P-01. Disponible en: http://plagas.itacyl.es/zabro