Tecnología obsoleta convertida en una industria del futuro
Cuando a fines de la década de 1990 Ton Vermeulen adquirió una fábrica de prensado para discos de vinilo en Haarlem, en las afueras de Ámsterdam, nadie se figuró —ni él mismo— que estuviera invirtiendo en tecnología del futuro. Sony Music Entertainment, el vendedor, de gran importancia en el mercado global de la música, había visto desde la década de 1980 un descenso gradual en las ventas de discos hasta su virtual desaparición al predominar los CD. Hoy en día, las infravaloradas máquinas operan al máximo de su capacidad y la empresa, ahora llamada Record Industry, ha implementado un turno de trabajo extra para satisfacer la demanda.
Ton Vermeulen en Record Industry y Wil Pfeiffer en StyleMathôt se destacan en la producción de discos de vinilo, una industria cuya prosperidad era inimaginable hace apenas una década. Tan solo en los Estados Unidos, las ventas de discos de vinilo se incrementaron en un 260% entre 2009 y 2014. Foto: Iggesund.
Al necesitar cubiertas y etiquetas para sus discos, Vermeulen se puso en contacto con Wil Pfeiffer —de StyleMathôt, impresor con sede en la misma área industrial— en busca de ayuda. StyleMathôt se mudó al mismo edificio hace pocos años, de modo que ahora Record Industry es una unidad completa para la producción de discos de vinilo tanto sencillos como de larga duración. Vermeulen dirige la fábrica prensadora de vinilo y Wil Pfeiffer, su socio, está a cargo de las impresoras que usan el 70 % de su capacidad en la impresión de cubiertas y fundas, así como de etiquetas para discos. En los últimos años han visto un auge en el mercado. Tan solo entre 2013 y 2014 las ventas globales de discos de vinilo pasaron de 6,1 millones a 9,2 millones de discos.
“Hemos cuadruplicado nuestra producción en un período bastante corto, lo que nos exige una mayor eficiencia y un funcionamiento sin trabas en todo los aspectos”, indica Pfeiffer. “Desde que usamos Invercote de Iggesund para fabricar nuestras cubiertas para discos hemos podido incrementar la productividad en nuestros procesos de impresión en aproximadamente un 35 %”.
Subraya la importancia de la calidad de tales cubiertas, calidad corroborada por el análisis que Ton Vermeulen hace del espectacular incremento en las ventas de discos de vinilo.
“Con la transición de los CD a la música transmitida en vivo por internet hay un gran porcentaje de consumidores que no sienten la necesidad de poseer la música en forma física. Y no considero muy válida la opinión entre los audiófilos de que los discos de vinilo reproduzcan mejor el sonido”, explica Vermeulen quien sabe mucho sobre calidad técnica por haber trabajado como disc jockey. “Pero estoy convencido de la existencia de un grupo de leales fanáticos que quieren poseer su música, y el formato tradicional de larga duración es el que prefieren”.
La mayoría de los discos producidos en representación de sus clientes son reediciones de álbumes clásicos de artistas tan célebres como Elvis Presley, The Beatles, Jimi Hendrix y Miles Davis, aunque la empresa también ofrece e imprime novedades como David Gilmore y Ed Sheeran. El problema con las reediciones es la frecuente dificultad para encontrar una buena fuente para reimprimir la cubierta. La música puede estar bien preservada, pero las cubiertas no han sido igualmente atendidas.
“A veces tenemos que usar una cubierta desgastada, con la etiqueta del precio todavía pegada, como la base para nuestra impresión”, comenta Pfeiffer. “Esto produce una enorme carga sobre nuestro departamento de preimpresión, que tiene que efectuar una combinación de restauración y de búsqueda de material. La calidad gráfica de la cubierta es parte importante de la experiencia en su conjunto”.
Junto con Record Industry, StyleMathôt tiene ahora 150 empleados y en el año 2014 produjo 5,4 millones de discos, cantidad que se incrementó a 7,5 millones en 2015. Para este año, la empresa proyecta otro incremento en la producción hasta un total de entre 10 y 11 millones de álbumes.
Pero el futuro no puede menos que parecer brillante para una empresa cuyos visitantes, apenas entran en la recepción y a manera de saludo, escuchan 'I heard it through the grapevine' en la voz de Marvin Gaye reproducida, claro está, en un tocadiscos tradicional.