El sector lácteo anuncia en Bruselas una hoja de ruta histórica para luchar contra el cambio climático
La Organización Interprofesional Láctea (InLac) organizó el III Foro de Sostenibilidad Láctea bajo el título ‘El reto de la descarbonización: El sector lácteo europeo, comprometido con el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático’, en el marco de la campaña ‘Cuenta con los productos lácteos europeos’ cofinanciada con la ayuda de la UE, en el que se desgranaron algunos compromisos “históricos” que marcarán un antes y un después para esta actividad económica.
Este Foro, que contó con la presencia de agentes económicos y sociales y expertos de referencia, permitió anticipar una agenda verde que permitirá lograr importantes avances en descarbonización y lucha contra el cambio climático durante los próximos años. “En nuestra hoja de ruta para un sector lácteo económica, social y medioambientalmente sostenible, InLac asumirá grandes compromisos para reducir los Gases de Efecto Invernadero, en un 55% para 2030, también las emisiones de amoniaco (un 3% menos cada año) e impulsar la economía circular y la calidad de los suelos, del agua y los servicios ecosistémicos”, valoró la directora gerente de InLac, Nuria María Arribas.
“El sector lácteo está firmemente comprometido tanto con el consumidor -aportándole alimentos saludables, nutritivos, seguros, innovadores y sostenibles- como con el planeta porque cada día somos más eficientes con los recursos y el medio ambiente”, precisó la directora gerente.
En todo caso, Arribas recordó también que el sector lácteo europeo debe ser reconocido por sus aportaciones positivas, ya que “nos encontramos ante un motor de desarrollo económico, creación de empleo y desarrollo rural al tiempo que podríamos poner múltiples ejemplos de contribuciones al medio ambiente”. Así, subrayó que los pastos secuestran el dióxido de carbono -uno de los gases responsables del cambio climático- y que la actividad mantiene cuidados los ecosistemas mientras que “actividades como el pastoreo contribuyen a la preservación de la biodiversidad y favorecen el mantenimiento del equilibrio paisajístico evitando incendios y frenando el descontrol de la masa forestal”.
Tal y como recuerdan desde InLac, todos los países de la UE producen leche en un ranking con importantes actores como Alemania, Francia, Polonia, Países Bajos, Italia, Irlanda o España (en este caso, el mayor productor comunitario de queso puro de oveja y el segundo de queso puro de cabra, como datos llamativos). Sólo en España, la cadena de producción, transformación y comercialización factura unos 13.000 millones de euros al año y genera más de 70.000 empleos directos (más de 30.000 de ellos, en la industria láctea). El sector cuenta con 1.700 centros autorizados para recogida y transformación mientras que 17.100 ganaderos realizan entregas de leche, de los cuales 10.300 son de vaca, 2.800 de oveja y 4.000 de cabra.
El jefe de Unidad adjunto de Producciones Animales de la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea, Carlos Martín Óvilo, subrayó en su intervención que garantizar un sector lácteo sostenible y competitivo en la UE “es un objetivo estratégico”. “Desde el punto de vista social y económico, la ganadería es vital para proporcionar alimentos y otros productos esenciales a los ciudadanos y mantener la vitalidad de las zonas rurales. Sin embargo, el sector ganadero de la UE se enfrenta actualmente a importantes desafíos, incluida la sostenibilidad medioambiental”, matizó.
“Aunque la ganadería contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero (en descenso) y a la contaminación del aire, el agua y el suelo, también proporciona externalidades positivas como el mantenimiento del paisaje, secuestro de carbono, fertilizantes ecológicos, suministro de proteínas de alto valor, etc. La PAC cuenta con un amplio catálogo de instrumentos para reducir los impactos negativos y valorizar los positivos”, argumentó Martín Óvilo.
Tomás García Azcárate, economista agrario miembro del Comité de Sostenibilidad Láctea de la campaña ‘Cuenta con los productos lácteos europeos’, puso en valor el modelo de producción actual y su relevancia como factor de mayor competitividad en los exigentes mercados internacionales. “Europa ofrece productos de calidad, fuente de placer para los consumidores y con el mayor nivel de garantía sanitaria del mundo. Además, el sector lácteo, de la mano de InLAC, ha presentado su hoja de ruta sostenible para los próximos años”, indicó. “La estrategia es un reflejo del compromiso para consolidar la actividad de producción y transformación de leche en las zonas rurales españolas, garantizando su mantenimiento y el de los servicios ecosistémicos asociados. Permitirá al conjunto de los actores de la cadena transmitir a la sociedad y a las administraciones el esfuerzo que todo el sector está llevando a cabo”, subrayó.
Santiago Campos (Asaja Bruselas) también llamó la atención sobre los beneficios del sector lácteo europeo, no suficientemente conocidos ni reconocidos. En su intervención, abordó la situación del sector agropecuario, desde una perspectiva europea, incidiendo especialmente en las incertidumbres del paquete de bienestar animal que se cierne, los acuerdos comerciales con terceros países, el impacto del Pacto Verde Europeo y “sus normativas basadas exclusivamente en la sostenibilidad medioambiental”.
El nuevo reglamento comunitario sobre transporte centró parte del debate, con las aportaciones de Paula de Vera, senior Policy Advisor del Copa-Cogeca -la organización que reúne a organizaciones profesionales agrarias y de cooperativas-; y Jaume Bernis, ganadero con más de 40 años de experiencia, responsable de sectores ganaderos de COAG y consejero del Grupo III del CESE. De Vera defendió que los requisitos de bienestar animal deben sustentarse en evidencia científica y considerar la viabilidad económica y social de las granjas, sin olvidar la coherencia con otras políticas de la UE, como la Política Agrícola Común (PAC) o el comercio internacional, y que la sostenibilidad de nuestras explotaciones y el respeto por las tradiciones y patrimonio cultural europeo deben ser puntos de partida en cualquier reforma de bienestar animal. Por su parte, Jaume Bernis argumentó que “evidentemente, los ganaderos somos los primeros interesados en que nuestros animales viajen con el máximo bienestar”, pero cualquier cambio debería contar, en su opinión, con un exhaustivo estudio de impacto económico, social y medioambiental de los sobrecostes de las medidas que se proponen.