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El papel del veterinario en épocas de cambio. Retrato del veterinario de granja.

Entrevista a Santiago Vega García, catedrático de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia

Elena Martín26/09/2023

Santiago Vega García, catedrático de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria en la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia. Miembro de la Red Miembro One Health Latinoamérica+ Ibero y El Caribe. Miembro coordinador de España para la Red Cyted sobre Una Salud en Iberoamérica y el Caribe para el Cambio Climático y Pérdida de la Biodiversidad. (svega@uchceu.es)

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Santiago Vega García, catedrático de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia

¿Cómo ha evolucionado el enfoque de la sanidad animal en los últimos años?

En primer lugar, me gustaría referirme a la 'sanidad animal' como 'salud animal', exactamente igual que existe la 'salud humana', de esta manera yo creo que resulta mucho más fácil de identificarse por la sociedad en general y, además, llevamos al mismo plano ambas, en lo que hoy constituye una estrategia que afecta de manera transversal a lo que se conoce como One Health, 'Una Salud'. Este concepto defiende la idea de que la salud de los animales, humanos, plantas y medio ambiente es única y está estrechamente relacionada.

La evolución de la salud animal ha ido en la línea de garantizar esta en nuestros animales de cría, primero porque una granja con animales enfermos ve reducida su rentabilidad en un 20%, lo que en sí mismo es muy importante, sobre todo en países donde está aumentando la población, y por ello, aumentan las necesidades de proteínas y perder rentabilidad en las granjas es alejarse de ese objetivo de cubrir las necesidades alimenticias de las personas. Además, granjas con animales sanos también contribuyen a la lucha frente al cambio climático, en la medida en que los animales sanos consumen menos agua y menos recursos del suelo.

Por otro lado, y en la medida en que reducimos la prevalencia de enfermedad en nuestras granjas, estamos utilizando menos antibióticos y, de esta manera, contribuimos también a reducir las resistencias a los antimicrobianos (la pandemia silenciosa). La salud de los animales ha apostado por poner su granito de arena en la consecución de granjas sostenibles, social (relevo generacional, fijación de población en las zonas rurales), económica y medioambientalmente hablando.

Y aunque la salud animal ha conseguido reducir el precio de los alimentos –en términos reales han caído un 50% en los últimos 50 años–, hoy, el consumidor, según el informe EU Agricultural Outlook para el 2019-2030,  más que requerir precios más bajos dan mayor importancia a la seguridad alimentaria y la salud, el origen e impacto social de la cría animal, el medio ambiente, el cambio climático y el bienestar animal; y aunque esto puede comportar un aumento de los costes de producción, también representa una oportunidad de generar valor añadido a nuestros productos, diferenciarnos de nuestros competidores y aumentar cuota de mercado y márgenes.

Actualmente, podríamos decir que está aumentando la frecuencia de aparición de enfermedades mortales. La mayoría de los patógenos que las provocan tienen su origen en hospedadores animales y no en humanos. De hecho, alrededor de tres nuevos organismos patógenos pasan de los hospedadores animales al ser humano cada año debido al aumento de la población humana y a los cambios en la forma en la que gestionamos el planeta, incluyendo la interacción con los animales salvajes. Incluso antes de la pandemia Covid-19, aproximadamente 1.000 millones de personas cada año sufrían enfermedades causadas por patógenos compartidos con animales.

Así pues, resulta fundamental contar con la experiencia que acumula la comunidad veterinaria y que se encuentra a caballo entre la salud humana y la salud animal. Por poner un ejemplo, cuando solo se conocía un puñado de coronavirus humanos, ya se habían identificado cientos de ellos en animales. De hecho, la medicina veterinaria identificó a los coronavirus como patógenos importantes tres décadas antes de que el primer coronavirus humano fuese caracterizado.

¿Cuáles son los principales desafíos en la sanidad animal en la actualidad?

Las reformas de los servicios veterinarios realizadas a lo largo de la década de los años 80 en las diferentes comunidades autónomas propiciaron una mejora del nivel técnico y la especialización de los veterinarios, aumentando su prestigio a nivel individual, pero también han supuesto una reducción de su estatus con respecto a los ganaderos y la administración, encontrándose en estos momentos en mínimos históricos. Buen ejemplo del estatus que ocupa actualmente la profesión veterinaria es el papel poco relevante al que se ha visto relegada en la lucha frente a la zoonosis del SARS-CoV-2.

Hoy, uno de los principales desafíos que tenemos en salud animal es el empoderamiento de los diferentes actores implicados en la misma, empezando por el veterinario. Para abordar los nuevos retos de la profesión y ser útiles a la sociedad, afrontando con garantías los problemas de siempre y los nuevos (One Health, zoonosis, sistemas de vigilancia sanitaria, bioseguridad, bienestar animal, seguridad alimentaria, respeto por el medio ambiente, lucha contra las resistencias, etc.), es urgente y necesario el 'empoderamiento' del veterinario.

Para ofrecer una mayor seguridad al consumidor, que solicita cada vez con mayor intensidad que la cría animal tenga mayores estándares de seguridad alimentaria, bienestar animal y respeto por el medio ambiente, como hemos señalado anteriormente, la legislación incluye nuevas exigencias que implican la necesidad de nuevos servicios veterinarios (veterinario de explotación) y certificaciones. Es, por tanto, imprescindible la creación de grupos de trabajo especializados que fijen posturas y objetivos técnicos a defender ante la administración, lo cual contribuirá a mejorar el estatus del veterinario y su servicio a la sociedad.

Para ello, la estructura de la Organización Colegial Veterinaria debe adaptarse a los nuevos tiempos de ejercicio profesional. Es necesario definir, quién y en base a qué puede fijar los protocolos de tratamiento y los programas de vacunación en las explotaciones, concretar la periodicidad de las visitas del veterinario a la explotación y las actuaciones a realizar. Es preciso corregir la discriminación del veterinario clínico a la hora de interpretar la garantía de independencia de la ley del medicamento y permitirle la dispensación de medicamentos veterinarios destinados exclusivamente a sus pacientes. Y, por último, es importante dar a conocer las enfermedades, tanto físicas como psíquicas, que sufren los veterinarios como consecuencia de su trabajo. Es necesaria la puesta en marcha de programas específicos sobre riesgos laborales para veterinarios.

¿Qué opina de la nueva figura del veterinario de explotación?

La salud es un aspecto fundamental para que los animales gocen de un bienestar aceptable. Sin embargo, además de la salud, hay otros aspectos que afectan al bienestar de los animales, como, por ejemplo, la alimentación, el confort térmico y físico, la posibilidad de mostrar su comportamiento natural y el estado emocional. En este sentido, el veterinario de explotación resulta imprescindible para alcanzar todos estos objetivos, entre otros los recogidos en el Sistema Integral de Gestión de las Explotaciones.

El veterinario de explotación tiene que cimentar su objetivo de alcanzar la salud de los animales y, de forma estrechamente relacionada con esta, el bienestar animal, en tres pilares, en los que su preparación profesional lo hacen experto. Por un lado, la bioseguridad, esta es una de las principales herramientas de prevención que tienen a su disposición los operadores y otros profesionales que traban con animales para prevenir la introducción, el desarrollo y la propagación de las enfermedades transmisibles de los animales hacia, desde y entre una población animal. Una buena bioseguridad minimiza la prevalencia de enfermedades y, por tanto, reduce la necesidad de aplicar tratamientos con antimicrobianos reduciendo la posibilidad de generar resistencias a los antimicrobianos.

El segundo pilar gira entorno a un buen manejo; un manejo adecuado reduce el estrés de nuestros animales y hace que su sistema inmunitario no se vea comprometido y, por lo tanto, se muestre robusto frente a la exposición a los agentes patógenos. Y, en tercer lugar, tendríamos la aplicación de programas vacunales que contribuyen a reducir la circulación de agentes patógenos entre los distintos alojamientos de nuestras granjas. En este sentido, los veterinarios son un ejemplo para otras profesiones en cuanto a desarrollo de la medicina preventiva, incluyendo bioseguridad, programas de vacunación, planes sanitarios, medidas de manejo de los animales, bienestar, etc.

Y aunque la figura no es nueva, porque ya apareció recogida en la Ley de Sanidad Animal 8/2003, hemos tenido que esperar al Real Decreto 364/2023 por el que se establecen las bases de desarrollo de la normativa de la Unión Europea de sanidad animal, en lo relativo a las obligaciones de vigilancia del titular de la explotación y al plan sanitario integral de las explotaciones ganaderas, y por el que se modifican varias normas de ordenación ganaderas.

¿Qué estrategias considera más efectivas para prevenir y controlar enfermedades en animales?

Creo que resulta indispensable 'la interacción y colaboración entre la medicina humana y la veterinaria' para el control de las patologías emergentes de origen zoonótico, pues su detección temprana en animales permitiría descubrir o anticipar más del 90% de las nuevas. Es el concepto de 'Una Salud, One Health', el que ha conseguido integrar las relaciones siempre cambiantes entre los animales, las personas y el planeta que comparten la 'casa común que debemos preservar'. Todo ello muestra la interrelación existente entre diversos factores y la necesidad de que todas las profesiones implicadas en el ámbito de la salud trabajen conjuntamente. Somos muchos, médicos y veterinarios los que creemos llegada la hora de que ambas líneas paralelas confluyan y aúnen fuerzas cada una desde su perspectiva en un proyecto común: 'Una Salud, One Health'.

¿Cuáles son los principales avances en el campo de la medicina veterinaria y cómo se están introduciendo en el sector ganadero?

La gran importancia de las zoonosis para la salud pública pone de manifiesto el relevante papel de la profesión veterinaria para investigar la aparición de brotes, establecer programas de vigilancia en las poblaciones animales, reducir su prevalencia en los animales domésticos mediante programas de control y erradicación y monitorizar su existencia en las poblaciones de animales silvestres.

La hoja de ruta para 2030 pasa por la necesidad de progresar en el concepto One Health, un enfoque concebido para diseñar y aplicar programas, políticas, leyes e investigaciones en el que múltiples sectores se comunican y colaboran para lograr mejores resultados de salud pública. Hasta el momento, no ha existido una apuesta política firme para su efectiva implementación, un objetivo para el que deben consensuarse indicadores que sirvan para medir su avance y fórmulas que permitan evaluar la eficacia de su implantación para la resolución de problemas. En este contexto, es fundamental que no se desperdicie el potencial de conocimiento, habilidades y competencias del veterinario en la lucha frente a las graves enfermedades zoonósicas.

¿Crees que el cambio climático puede afectar gravemente a la salud de los animales? ¿Y en la reproducción de ellos?

Sin lugar a duda, de los animales, de las personas y del medio ambiente. El mensaje de que el cambio climático está amenazando la salud está empezando a llegar a la gente. Pero es importante ampliar ese marco, porque si se hace un diagnóstico erróneo, entonces habrá un tratamiento equivocado. Si el problema se ve únicamente como una cuestión de cambio climático, entonces el tratamiento se limita casi exclusivamente a la industria energética y a la necesidad de hacerla CO2 neutral. No hay absolutamente ninguna duda de que es necesario. Pero es posible que sigamos en crisis aun después de hacerlo. El verdadero problema es la dimensión de las actividades humanas. El aumento de las temperaturas y la degradación del medio ambiente (cambio climático) aumenta las zoonosis.

El alcance de nuestro patrón de consumo global excede la capacidad de nuestro planeta para absorber nuestros desechos o proporcionar los recursos que estamos utilizando de forma sostenible. Esto está afectando a la calidad y cantidad de los alimentos que producimos, la calidad del aire y del agua, la exposición a fenómenos meteorológicos extremos, las amenazas a enfermedades infecciosas, a episodios como la pandemia, incluso a la habitabilidad de algunas regiones del planeta.

No se puede salvaguardar la salud humana ni animal sin tener en cuenta nuestro impacto en los sistemas naturales del planeta. En general hay muchas soluciones, pero en realidad requiere lo que muchos de nosotros llamamos la 'gran transición' o 'gran giro': una corrección del rumbo para hacer todo de manera diferente y minimizar nuestra huella ecológica.

¿Cuál es la importancia de la educación y capacitación en sanidad animal para los profesionales del campo?

Para mí, con independencia de que ya la legislación que regula la ordenación de los distintos tipos de cría animal recoge la obligatoriedad de garantizar la formación continuada adecuada en forma de cursos de 20 horas mínimas, yo hago mía la frase del que fuera rector de la Universidad de Davis en EE. UU. Derek Bok, “si crees que la formación es cara, prueba con la ignorancia”. Es necesario que los profesionales del campo estén cada vez mejor formados en las nuevas tendencias que se demandan a las granjas, bienestar, bioseguridad, salud animal, manejo, gestión ambiental y lucha contra el cambio climático, registro de información y documentación, y normativa vigente en el ámbito europeo, nacional, autonómico y local. La formación de los profesionales del campo permite integrarlos en el proceso de producción, hacer que se sientan parte del mismo, en la medida en que su formación permite que participen día a día en la elaboración y control de programas de medicina preventiva, que se desarrollan y adaptan a cada granja de manera específica.

¿Cuáles son las tendencias futuras en el campo de la sanidad animal y cómo se están preparando para ellas empresas farmacéuticas, veterinarios y ganaderos?

En primer lugar y de forma inmediata, tenemos que adaptar nuestro planteamiento de enfermedad infecciosa emergente a un punto de vista más proactivo, en lugar de reactivo o más bien orientado a la respuesta. Solamente a través de la colaboración entre disciplinas múltiples y esenciales que trabajan de forma profesional podremos desarrollar la estrategia necesaria, mirando al futuro para prevenir y estar preparados. En resumen, debemos adoptar un enfoque One Health. Dicho de otra manera, debemos emplear un enfoque colaborativo, multisectorial y multidisciplinar en la resolución de problemas sanitarios, trabajando a escala local, regional, nacional e internacional, reconociendo la interconexión entre humanos, animales, plantas y su medio ambiente común. Los veterinarios han sido los motores de este enfoque desde el diseño de este concepto, reconociendo la importancia de la interconexión de los sistemas del planeta.

Otra de las amenazas de la pesada huella de los seres humanos es el uso excesivo de antibióticos, lo cual provoca resistencias antimicrobianas. Nuestra comunidad veterinaria tendrá que enfrentarse a estas y otras amenazas, intentando por todos los medios proteger la abundante y segura cadena alimentaria. Los programas de control en las poblaciones animales pueden proporcionar información esencial y constituir sistemas de detección precoz decisivos, ya que muchas poblaciones animales son centinelas sensibles al impacto de los ecosistemas cambiantes. Las comunidades de medicina humana y veterinaria deben trabajar de forma conjunta y transmitir un único mensaje al aconsejar a los gobiernos sobre el diseño del control sanitario, la prevención y los sistemas de respuesta. Igualmente importante es el trabajo necesario para generar la voluntad política necesaria para que los legisladores y, por tanto, el público, confíen en que sea la ciencia quien informe de la prevención de las enfermedades y de las medidas de control. Por ello, es primordial la investigación conjunta que implique a múltiples disciplinas y diseñe recomendaciones para su implementación. Estos objetivos se han descrito e incluso recomendado durante más de dos décadas, pero las estructuras gubernamentales herméticas y la falta de sentido interdisciplinar han dificultado su progreso. ¿Será capaz esta pandemia de estimular un cambio de actitud por sí sola?

Los hechos demuestran que cuando nos hemos enfrentado ante una tragedia abrumadora como esta, los científicos de todas las disciplinas se han mostrado a favor de estar en contacto con otros campos para compartir datos y hacer que la información llegue rápidamente a la población sin preocuparse tanto por los méritos. Los veterinarios también debemos convertirnos en expertos en análisis y comunicación de riesgos si queremos que el público entienda y siga los hallazgos científicos relacionados con los animales y su papel en la sociedad y la salud.

La tecnología diagnóstica tiene una implementación cada vez mayor, incluso a nivel de granja, y se avanza hacia un diagnóstico y un tratamiento más individualizados. En este sentido, cada vez se dispone de más datos que es conveniente aprovechar, pero faltan expertos en 'data mining' o minería de datos. Es necesario que los equipos de epidemiología y diagnóstico incorporen matemáticos e informáticos. Teniendo en cuenta que todavía está vigente un paradigma basado en tratar los problemas de salud, en lugar de prevenirlos, la educación es básica para avanzar en la cultura preventiva, con el fin de que la población tome conciencia de la relevancia de anteponerse a lo que puede ocurrir. En relación con esto, es preciso corregir las deficiencias que actualmente existen en la comunicación del conocimiento científico, un problema en el que parte de la responsabilidad recae en los propios investigadores y académicos.

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