La interacción con la fauna silvestre en la montanera y su incidencia en la tuberculosis
En los meses de otoño, coincidiendo con la maduración óptima de la bellota, comienza la última fase de cría del cerdo ibérico, la ‘montanera’, el periodo en el que a los animales pastan en libertad en la dehesa. Esta fase es esencial para maximizar la calidad de los productos ibéricos de bellota, pero también conlleva unos riesgos. Durante la montanera, los cerdos interaccionan de forma directa o indirecta con otras especies ganaderas (vacas, cabras u ovejas) y con diferentes especies de ungulados silvestres (jabalí o ciervo, entre otras) compartiendo espacio y recursos naturales, pero también enfermedades transmisibles.
Con el objetivo de ayudar en la implementación de medidas de control de estas enfermedades, un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba y la Universidad de Castilla-La Mancha ha analizado la red de interacciones espacio-temporales que se produce entre el cerdo ibérico y otras especies animales durante el periodo de la montanera.
“En entornos de ganadería extensiva, donde animales salvajes y domésticos aprovechan los mismos recursos, es esencial entender el uso espacial para poder determinar el papel potencial de cada especie en el mantenimiento y transmisión de infecciones comunes”, explica el equipo de investigación. Concretamente, el estudio se enfoca en la transmisión de la tuberculosis animal, una enfermedad con gran impacto en el sector ganadero y con implicación en la gestión y conservación de especies silvestres.
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Los modelos resultantes mostraron que la hora del día y la distancia al agua y al alimento eran las variables que más condicionaban la frecuencia de interacción entre las diferentes especies. Se identificó una frecuencia más alta de interacciones cerca de puntos de agua y de alimentación. Además, se detectó que las interacciones solían ocurrir durante las horas centrales del día, momento de más actividad del ganado, así como al atardecer, cuando las especies de ungulados silvestres son más activas.
Además, el ciervo ibérico resultó ser la especie que más interactuaba con los demás animales, por lo que se demuestra que los ungulados silvestres pueden representar un papel fundamental en la transmisión de patógenos en explotaciones de ganadería extensiva. “Estos resultados ofrecen nueva información para diseñar medidas de gestión efectivas para el control de la transmisión de patógenos compartidos con la fauna silvestre, lo cual es altamente relevante para el sector ganadero”, explica el equipo.