La tapa española: nueva oportunidad para impulsar el comercio exterior a través de la gastronomía
Fue en la segunda mitad del siglo XX cuando las economías de los países se abrieron al exterior, exportando sus productos a aquellos mercados destinos potenciales para su sector, y fue en 1990 cuando esta apertura alcanzó dimensiones extraordinarias al incorporarse las economías latinoamericanas, de Europa del Este y el oriente asiático. Durante todos estos años, las empresas del sector de la alimentación han acercado sus productos a otros países, tanto a los destinos dentro de la Unión Europea como fuera de ella. Para ello, la estrategia de promoción de nuestros productos gastronómicos ha girado principalmente en torno a reuniones con distribuidores y formación de profesionales para conseguir colocarlos en el punto de venta y así alcanzar nuestro principal objetivo: su compra como un hábito cotidiano de los consumidores en los mercados exteriores. Pero, ahora, comienza a aparecer una nueva tendencia para dar impulso a nuestra gastronomía y alimentación: la introducción de nuestras populares tapas.
Según el diccionario de la Real Academia Española, una tapa es una pequeña porción de algún alimento que se sirve como acompañamiento de una bebida. Fue en la edición del año 1939 de su léxico, cuando esta palabra aparecía referida como un simple andalucismo, que denominaba a las ruedas de embutido o lonjas finas de jamón que sirven en los colmados y tabernas colocadas sobre las cañas y chatos de vino. Pero la popularización del término, tal y como hoy lo conocemos, no se produjo hasta la segunda década del siglo XX y hoy en día ‘ir de tapas’ se ha convertido en uno de los momentos sociales más populares y tradicionales de nuestro país, que reúne a amigos y familiares de todas las edades.
De hecho, este reclamo no sólo es una señal de identidad de España, una imagen de marca como también lo son alguno de nuestros productos gastronómicos como el jamón serrano o el aceite de oliva, sino que también se ha convertido en una gran oportunidad para las empresas que venden sus alimentos en países foráneos, pues enriquece la marca destino para cualquier tipo de turista.
¿Quién nos iba a decir que en esta tradición gastronómica se encontraría una tendencia para la exportación? Los profesionales, que trabajamos a diario en educar y mostrar a los consumidores extranjeros las cualidades de nuestros productos para que lo elijan en su cesta de la compra, frente a otro tipo de productos similares a los nuestros, somos conscientes de que exportar no es una tarea sencilla. Ya no basta con explicarles las propiedades nutricionales y cualidades organolépticas, sino que exigen algo más. Necesitan saber cómo pueden introducir nuestros alimentos en su alimentación. Este hecho representa que, en nuestra labor es muy importante impulsar la labor de comunicación y capacitación al canal profesional foráneo para que el consumidor extranjero tenga una experiencia de compra y de consumo satisfactoria, lo que supone una de las claves en el éxito de la exportación de productos agroalimentarios.
Una muestra real de la oportunidad que nos abre la tapa en el exterior fue la celebración de la edición nacional e internacional del Día Mundial de la Tapa en una misma fecha. Turespaña y Saborea España se marcaron como objetivo convertir este día en un evento anual de repercusión internacional referido a nuestro país como destino turístico. Debido a la importancia que tiene la tapa como seña de identidad de España, muchas entidades colaboramos en esta iniciativa, cuyo éxito ratificó la gran acogida que puede tener la tapa española fuera de nuestras fronteras.
En definitiva, la tapa se convierte en una oportunidad única para acercarnos a los mercados extranjeros, de una manera efectiva, positiva, pero también rentable. Por eso, no cabe duda de que la ‘tapa española está obteniendo cada año una cuota de participación más importante en la actividad comercial en el exterior de las empresas de nuestro sector.