LA OPINIÓN DEL ENÓLOGO El planteamiento sostenible también está presente en los exteriores de la parcela, maximizando el espacio abierto con suelos permeables y de sombra con especies vegetales autóctonas o adaptadas al clima mediterráneo. El proyecto también incorpora criterios ambientales en cuestiones como la calidad del aire interior o la selección de materiales, priorizando aquellos reciclados y de origen local para minimizar la huella ecológica. En esta línea, el 84,41% de los residuos de construcción fueron desviados de los vertederos, mientras que el 26,42% del contenido total de los materiales del edificio corresponde a materiales reciclados y el 74,58%, a productos fabricados y extraídos a menos de 800 kilómetros de la bodega. Asimismo, el 100% de la madera utilizada cuenta con certificación FSC (Monte Stewardship Council), asegurando estrictos estándares de sostenibilidad. Gracias a todos estos matices, Perelada es la primera bodega de Europa con certificación ambiental y energética LEED BD+C, un sello desarrollado por el US Green Building Council que acredita la sostenibilidad y alta eficiencia de su diseño y construcción. Todo, gracias a una inversión de alrededor de 50 millones de euros –la más alta jamás realizada en el sector del vino en España– y más de 20 años de proceso creativo, culminado en 3 años de obras. Las nuevas instalaciones ocupan una superficie de 18.218 metros cuadrados, tienen capacidad para dar entrada a casi 3 millones de kg de uva y para producir cerca de 2 millones litros de vino y 2 millones y medio de botellas. “La concepción del espacio interior fue un reto desde el punto de vista arquitectónico ya que la ausencia de pilares hace que la edificación de esos más de 19 mil metros cuadrados sea totalmente diáfana, lo cual favorece la secuencia lineal y sin interrupciones del flujo de trabajo”, declara Rafael Aranda. “Otro de los grandes rasgos son las grandes entradas de luz que iluminan naturalmente la totalidad de la nave”, añade. La bodega está diseñada de tal forma que comparten estructura una gran nave y sus imponentes tinas con un espacio público para los visitantes, que realizan la visita siguiendo el flujo de trabajo para poder recorrer todo el proceso de elaboración. En el área de producción se encuentran tres bodegas diferenciadas: la de los vinos blancos y tintos, la de los vinos de finca y la dedicada a los vinos experimentales, donde todo el proceso tiene un cariz más artesanal. Precisamente este último espacio es el más peculiar y se le conoce como ‘El Templo’. Con un aura un tanto espiritual, la zona cuenta con depósitos de fermentación de hormigón, otros de roble y barricas de 300 litros donde Perelada elabora sus vinos más icónicos: Finca Garbet, Gran Claustro, Ex Ex (Experiencias Excepcionales) o reservas especiales, entre otros. LOS MATICES DEL SUELO Y EL VIÑEDO DEL EMPORDÀ, CLAVES DEL VINO DE PERELADA Con cinco fincas y alrededor de 150 hectáreas de viñedos, Delfí Sanahuja tiene un buen campo de juego para la investigación en el Empordà: 38 hectáreas de viña en Pont de Molins; 19 en Malaveïna; 41 en La Garriga; 21 en Espolla; y 12 en la joya de la corona, Garbet. “Hace muchos años que apostamos por los vinos de calidad, lo que algunos denominan vinos de alta expresión”, asevera el director de Enología, “y eso lo conseguimos cuidando el paisaje y lo que sucede dentro de la bodega”, añade. “En pocos lugares hay una variedad de suelos como la que tenemos en el Empordà, hay mucha heterogeneidad y eso nos permite elaborar vinos muy distintos entre ellos, complejos y con mucho carácter”. El enólogo Delfí Sanahuja y el arquitecto Rafael Aranda nos enseñaron las nuevas instalaciones y nos mostraron varias ediciones limitadas de botellas con diseños personalizados y especiales. 69
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